Decepcionante juego de una novillada de Buendía, origen Santa Coloma descastada y muy deslucida ante la que se despidió Pablo Aguado del escalafón novilleril y en la que resultó triunfador Emilio Bresó.

Cuando en los carteles se anunció la novillada picada tras el buen sabor de boca dejada por la nocturna que se dio en Julio y a la que acudió un gran número de aficionados, nos frotábamos las manos de la ilusión por ver de nuevo ese espectáculo que supone una novillada seria para tres jóvenes que tienen mimbres para funcionar en esto. Dicha ilusión y expectación además suscitada por el cartel se tornó en decepción general, haciéndose un espectáculo pesado en el que sobrevino lo más peligroso que puede recaer sobre una tarde de toros que es el aburrimiento y que las dos horas y medio de festejo parecieran el doble.

La novillada de Buendía tuvo en su comportamiento la tónica general de la falta de raza, con flojedad en muchos de ellos hasta sospechosa, saliendo con cierto brío y afligiéndose tras los cuatro o cinco primeros lances de recibo. La novillada tuvo un aspecto muy dispar en su presencia así como en su morfología, habiendo novillos muy lejos del suelo, altos, zancudos, muy vareados, quizá más cerca del origen Albaserrada-Saltillo que de la rama pura de Santa Coloma. El comportamiento muy distraído, mas defendiéndose que embistiendo mostró signos evidentes de falta de casta y del mucho trabajo que tienen en esta casa ganadera para recuperar una embestida la santacolomeña diferente al resto por la profundidad de su trazo con una base de movilidad y raza que han caracterizado por siempre a esta divisa.

Se despidió como novillero Pablo Aguado, un torero sevillano con buen corte de torero, de finas formas y con esos destellos de la tauromaquia barroca sevillana que hoy no pudo sacar a paseo en Almodóvar. Se despidió del escalafón novilleril y así lo hizo saber a su cuadrilla en el brindis al cuarto, al cual le cortaría una oreja. Novillo este que aguantó más la lidia y que permitió al sevillano mostrar su toreo a la verónica, saliéndose a los medios y ganando terreno con autoridad y belleza en su manera de mover los brazos y encajar la figura. Tras un fuerte leñazo del picador llamó a su cuadrilla para brindarles el que sería su último novillo ya que el próximo sábado tomará la alternativa en Sevilla de manos de Enrique Ponce como padrino y Talavante de testigo. Intentó llevarlo con la muleta en los inicios del trasteo para ir haciendo una embestida que pronto fue acortando el de Buendía, sin terminar de entregarse y defendiéndose cuando Aguado le intentó hacer embestir por abajo y seguido. La estocada entrando muy derecho hizo premiar su labor paseando una oreja. Ante su primero poco que destacar por la ostentosa flojedad de un novillo con sosería a raudales en su manera de embestir. Lo prendió al entrar a matar haciendo por él en momentos angustiosos de donde salió ileso. Tras varios pinchazos recibió saludos desde el tercio.

Emilio Bresó se mostró muy atenazado de inicio con su primero al que recibió ya con ciertos apuros. El más chico de la novillada embistió sin estilo, con la cara siempre alta y metiéndose por ambos pitones, complicando mucho la actuación de un Bresó poco experimentado que no supo en ningún momento encontrarle las distancias, alturas y colocación para someterlo. Fue cogido sin consecuencias en el final de su faena, pudiendo haber sido volteado en más de una ocasión. Ante el quinto tuvo la gran suerte de toparse con el animal que más opciones mostró de los seis, ya que tuvo movilidad e inercia para dejársela puesta y correr la mano. En el tercio le presentó la muleta al natural acompañando dicha inercia y aprovechando el viaje del que iba y venía sin demasiada profundidad, tan solo dejándose. Pareció hacerse la luz del ánimo en unos tendidos que jalearon con fuerza los naturales de Bresó así como un final por manoletinas muy ajustado. La espada viajó certera en buen sitio, haciendo doblar al burel del que se pidieron las dos orejas concedidas por el palco.

Ángel Téllez se mostró firme en su manera de pisar el ruedo almodoveño, siendo este hecho destacable al tener las más corta trayectoria de la terna. El lote solo le permitió estar lo más digno posible ante dos novillos vacíos y faltos de todo en su comportamiento. Escuchó sendos silencios a dos capítulos que tuvieron la voluntad del toledano que con la espada y el descabello pasó un mal trago para terminar con la desidia de sus oponentes.

 

Plaza de Toros de Almodóvar del Campo. Segundo festejo del abono. Un tercio de entrada. Tarde muy agradable.

Novillos de Joaquín Buendía, desiguales de hechuras y presencia, con síntomas evidentes de falta de casta, distraídos y muy deslucidos en líneas generales a excepción de un cuarto que quiso pero fue a menos y de un quinto que al menos se movió y quiso coger los engaños.

Pablo Aguado, de verde botella y oro: Saludos desde el tercio y oreja.

Emilio Bresó, de verde botella y oro: Palmas y dos orejas

Ángel Téllez, de verde botella y oro: Silencio y silencio

 Crónica: Víctor Dorado Prado

Fotos: © Francisco Moreno