Lote propicio para el resurgir del torero murciano, que obtiene cuatro orejas y un rabo. A pie se fueron Aníbal Ruíz y Fernando Tendero, sin suerte y sin espada.

Ya le hubiese gustado al bueno de Antonio Puerta, haberse topado con el lote de hoy en una plaza como por ejemplo, la que sita en la calle Alcalá, de la capital de España. El murciano volvía a vestirse de luces tras un largo periodo en el dique seco y sería su lote, tercero y sexto, los dos toros de mejor condición, en un encierro desigual de la divisa hispalense de Las Monjas.

Entre las sierras del sur de los Montes de Toledo, se encuentra esta localidad que con una población de 1.200 habitantes, cuenta con su plaza de toros, en la que casi la totalidad de sus vecinos acuden como principal reclamo, en los festejos que se celebran en honor a su patrono, San Juan Bautista. Cabe destacar la apuesta de la empresa organizadora, con Ángel Lillo a la cabeza de la misma, fomentando la afluencia de numerosos niños, los cuales tenían la entrada gratuita para menores de catorce años, hecho que evidencia no solo la importancia de atraer a los más jóvenes sino también a sus padres y acompañantes, resultando positivo en la afluencia general de público.

La corrida de Las Monjas, muy desigual en sus hechuras, tuvo una presencia correcta y un comportamiento muy variado. Les faltó raza a segundo y quinto, se acobardó en los adentros el cuarto, se dejaron primero y tercero, y el sexto fue de nota, al cual se le concedió la vuelta al ruedo.

La tarde alcanzó sus cotas más altas en los dos toros que pasaportó Antonio Puerta, un diestro desconocido por nuestro territorio manchego, el cual posee un concepto muy limpio y clásico del toreo. El castaño que hizo tercero se gastó mucho en los primeros tercios, donde acometió con carbón, y donde se lució en banderillas “El Charra” quien saludó montera en mano. Puerta, que ya se había hecho presente con antelación en el quite al segundo, demostró ambición toda la tarde. Si bien, cabe valorar con medida al murciano, pues el tiempo de inactividad ha de tenerse en cuenta. A este primer oponente lo midió en cada tanda, aplicando desahogo en los finales de cada muletazo, para dosificar a un animal de buena condición, pero venido a menos. Atacó en los finales del trasteo Puerta, en cercanías y en circulares. La media en la yema fue suficiente. Dos orejas.

El que salió sexto, ya con la tenue luz artificial, vino a recomponer una tarde quizá plomiza por los tiempos muertos en la salida de cada toro, y a hacernos salir de la plaza con un gran sabor de boca. “Benito”, herrado con el número doce, iba a desarrollar un comportamiento de bravo y encastado al que no le faltó un fondo de nobleza tremendo, rodeado de matices de nota como la humillación, la prontitud, el ritmo… básicamente, “el toro bravo”.

Con el capote lo pasó Puerta sin estirarse, haciendo romper al de Las Monjas. En el peto se empleó abajo “Benito”, con fijeza y metiendo los riñones. La brega de “El Charra” suave y templada, así como sensacional Antonio Cama con los palos. Flexionando la pierna de salida comenzó el trasteo Puerta, para más pronto que tarde, endosar varias tandas por el lado derecho, donde hubo transmisión al tendido, pero donde quizá faltó dejarla puesta en la cara y ligar los muletazos de manera más continua, donde la faena hubiese alcanzado a buen seguro, cotas aún más altas. Por el lado izquierdo a mitad de trasteo, no hubo el acople necesario para que aquello tuviera ceñimiento y profundidad, aunque insisto en el tacto y la medida, de valorar con dureza el escaso rodaje del murciano. El epílogo de la faena tuvo gusto con la zurda a dos manos, prolongando la todavía buena embestida de un toro notable de principio a fin. El espadazo entero era la culminación, para obtener los máximos trofeos.

Aníbal Ruíz tuvo en su primero, las opciones de disfrutar de la colaboradora embestida del que salió haciendo algún extraño, como si estuviese reparado de la vista. Defecto que dejó de acusar el toro en la muleta, donde antes de comenzar el trasteo y al derrotar junto a un burladero (pared de cemento) se partió el pitón casi en su totalidad. Esto condicionó la labor del torero de Alcázar, que aun así supo adaptarse a la circunstancia, y meterse en una embestida, en la que se rebozó con hondura por el lado derecho. Al natural (el lado por el que le faltaba el pitón) el toro era aún mejor, pero la vergüenza torera de Aníbal y su profesionalidad optaron por basar su trasteo a diestras. No obstante, para enseñarlo al respetable, lo deslizó al natural con encaje y profundidad en los compases finales. Con la espada no fue la tarde del alcazareño y pinchó a sus dos toros, perdiendo lo que hubieran sido sendos trofeos. El zambombo cuarto echó la persiana tras el intento de quite de Aníbal, acobardándose en los adentros, incluso amagando con echarse. Lejos de abreviar Aníbal, se metió con él, en su terreno, y aprovechando varias embestidas por el lado derecho, que quizá fueron los mejores muletazos de la tarde. De nuevo el fallo con los aceros echaría por tierra el esfuerzo.

Fernando Tendero tuvo mala fortuna con sus oponentes y cuando es que no, es que no. Quizá el hecho de la mala condición de su lote, agrandó las carencias evidentes del oficio de su cuadrilla, la cual no tuvo su mejor tarde, ni con las bregas, ni con los tercios de banderillas. Se echaron en falta la seguridad y el oficio que ofrecen toreros de plata del nivel de Oscar Castellanos o Jorge Fuentes. El torero de Villarta intentó empujar hacia delante a su primero, que se quedaba en las zapatillas, sin querer tomar los chismes, incluso llegando a levantarle los pies, sin sufrir daños aparentes. Tan sólo en este segundo de la tarde tuvo opciones Tendero, de dejar algún destello aislado con la derecha, fiel a su concepto. En el quinto aún menos posibilidades. El castaño encampanado y corto de cuello, nunca descolgó, ni vino metido en los engaños. Aun así el público quiso premiar el esfuerzo de Tendero, tras dejar una trasera y desprendida estocada al primer intento, para consuelo y alivio del de Villarta, otra vez será.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Fotos: © Jorge León

Plaza de Toros de Puebla de Don Rodrigo. Casi tres cuartos de plaza. Tarde nublada con rachas de calor.

Se lidiaron toros de Las Monjas, desiguales de presentación y variados en su comportamiento. Destacó el sensacional sexto, “Benito” con el número 12, y premiado con la vuelta al ruedo. El tercero y primero fueron manejables y a los demás les faltó raza.

Aníbal Ruiz, de gris acero y oro: Ovación en ambos.

Fernando Tendero, de azul marino y oro: Palmas y Oreja

Antonio Puerta, de blanco y oro: Dos orejas y dos orejas y rabo.

Se desmonteró “El Charra” tras parear al tercero. Antonio puerta salió en hombros, tras dar la vuelta al ruedo con el rabo del sexto, en compañía del mayoral de Las Monjas.