El daimieleño deleitó en su primero por la vía elegante y profunda de su concepto. Detalles de Manolo Vázquez ante un complicado lote y oreja para Alexis Navarro.

El regreso de un festejo taurino mayor, a través de una novillada con picadores a Miguelturra suponía ya, con los tiempos que corren, una satisfacción enorme. Primero porque la localidad goza de afición, cercanía a la capital y una plaza de toros con capacidad más que de sobra para plantear al menos carteles interesantes como el de hoy.

La novillada de Apolinar Soriano tuvo una magnifica presencia, con igualdad de hechuras, caras bien colocadas sin resultar desagradables para los novilleros, y presencia para infinidad de plazas de mayor entidad. La pena fue que el comportamiento no hizo honores a los tipazos que lucieron ya que salvo el enclasado segundo y el solo manejable tercero, los demás adolecieron de entrega, la cual fue traducida en comportamientos más toscos y a la defensiva.

Carlos Aranda realizó en su primer oponente lo más destacado de la tarde/noche. Un novillo que se rebozó ya en el capote por el lado izquierdo y que pronto fue visto por el oficio que Aranda va poseyendo. El quite por sentidas tafalleras y la larga del remate hacían presagiar el triunfo. La suavidad imprimida, tanto por el daimieleño como por Manolo Castellanos en la brega, fueron claves.

En la muleta hubo cante grande, sobre todo por la paciencia de Aranda en busca del buen fondo de bravo enclasado del animal, como por el ritmo, la despaciosidad y el compás que mostró el de Apolinar Soriano. El brindis tuvo como destinatario a su amigo Paco Rodriguez “El Molinero”.

Por el lado izquierdo hubo verdaderas pinturas, carteles de toros, auténticas esculturas, y es que cuando se torea despacio y bien, cualquiera se emociona, y de ahí las sensaciones únicas, efímeras y mágicas que produce el toreo. El temple de Aranda con este novillo provocó emoción en el tendido, y se notó “rugir” de aficionados que saben paladear las mieles del toreo caro.

El espadazo en el sitio podría haberse traducido en los máximos trofeos, de no ser por el tiempo que tardó el novillo en entregar definitivamente su vida. Aranda sufrió una luxación de hombro en el primer intento con el verduguillo.

Ante su segundo no pudo Aranda redondear su tarde. Novillo incierto, descompuesto y que no regaló nada ni permitió planteamientos de faena. “Detrás de la mata” desarrollando un peligro sordo y a la defensiva en todo momento. Tan solo se le vio emplearse con el caballo, al que derribó tras partirse la vara, haciendo presa en el jaco de la cuadra albaceteña del Pimpi, sin lesiones aparentes a pesar de la fea caída.

Manolo Vázquez hacía su presentación por nuestros territorios ciudarrealeños, habiendo despertado cierta expectación, no sólo por el apellido que le acompaña, sino por el apoderamiento de Aníbal Ruiz, muy ligado desde sus inicios a esta familia del dinástico novillero. Precisamente la faena de su primero la brindó Vázquez al niño de Aníbal, presente en el tendido.

El sevillano pechó con un lote difícil para el lucimiento y sobre todo para desarrollar el concepto de naturalidad que tiene este chaval. Tiene eso tan difícil de explicar que es la naturalidad bonita, dentro de un concepto de torero. Hay algo en la suavidad de sus formas, maneja un capote lacio con el que siempre pretende jugar con los vuelos, y en la muleta busca ese toreo erguido de franca sencillez. Le volveremos a ver en Puebla de Don Rodrigo este lunes día 30 ante novillos de Las Monjas.

El rejoneador Alexis Navarro protagonizó una lidia irregular, sin demasiado ajuste ni reunión con el novillo que le correspondió, al cual le faltó ritmo y continuidad en las embestidas para que el toreo a caballo pudiese brotar más ligado.

El caballo negro con el que puso las cortas sufrió un varetazo superficial sin mayores consecuencias que las de abrirle la piel. La inexperiencia, y el difícil comportamiento del novillo que encontró su defensa con las querencias, hicieron que aquello no alcanzara cotas demasiado altas.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares

Plaza de Toros de Miguelturra. Media entrada. Tarde agradable.

Se lidiaron novillos de Apolinar Soriano (procedencia Núñez) de magnifica presencia y juego desigual. Destacó la clase y el ritmo del segundo. El tercero fue solo manejable y los demás fueron más deslucidos.

Alexis Navarro: Oreja

Carlos Aranda, de grana y oro: Dos orejas y palmas.

Manolo Vázquez, de azul cielo y oro: Palmas en ambos.

Carlos Aranda salió en hombros por la puerta grande.