Arrancó la feria de la Virgen del Prado con una corrida de rejones, digna de archivar en la carpeta de los días, en los que el despropósito aparece de manera “multivarietal”.

Reacciones inesperadas como las que tienen las personas en ocasiones, tuvo el caballo alazán tostado de la alguacililla Lourdes Serrano, quien perdió montura cuando el paseíllo (sonando “Manolete” de manera sensacional) llegaba a las resquebrajadas maderas de la barrera de nuestro coso taurino.

La tímida media entrada iba presenciar una corrida de Lora Sangrán, bien presentada como aspecto más destacable, dentro del decepcionante comportamiento cuando sintieron los hierros y vieron que las grupas de los caballos eran destinos imposibles de alcanzar.

Oscar Mota recibía de Diego Ventura el rejón de castigo que daba sentido a la ceremonia de alternativa. Los nervios lógicos del principiante se dejaron ver durante muchos momentos de la lidia del que abrió plaza, que embistió a oleadas, aunque fue ese toro que debería servirle a cualquiera en su situación, ya que el animal al menos se dejó. Entre lo más destacado figura un cambio de tranco al pararlo de salida que supuso un quiebro en línea recta que le bajó los humos al castaño toro de Sangrán. También a lomos de Cezzane logró elevar el tono de su actuación. Caballo con un dorso espectacular y grandes facultades, del hierro de Pablo Hermoso de Mendoza. En chiqueros citó Oscar atropellando la razón, dándole todas la ventajas a un “Narizotas” que llegó midiendo y como un zorro hasta que se arrancó con violencia hacia chiqueros sin darle tiempo ni opción para resolver aquello. Caballo y jinete al suelo con la consecuencia de la fractura del peroné del jinete y la consiguiente lesión del animal. Mermado salió para clavar a dos manos sobre un caballo tordo al que deshizo de su cabezada sin acierto y pasando reiteradas veces en falso. Con el acero otro calvario, recibiendo cariñosas palmas del respetable.

Por lesión del “toricantano” Ventura terminaría matando tres toros, en tres muy diferentes labores. A su primero lo pasaportó con desidia debido al pobre, desrazado y complicado segundo de la tarde. Con el caballo “Lío” demostró que con su excepcional cuadra posee un abanico de suertes, soluciones y torería capaz de poner de acuerdo a cualquiera. Tres quiebros en los medios yendo muy de frente pusieron el acento del triunfo sin llegar a conseguirse. El cuarto de la tarde si permitió al de La Puebla torear algo más. Con el “arabito” alazano, propició Ventura los primeros augurios de triunfo, confirmándose este hecho cuando se hizo presente Nazarí. Caballo portentoso de condiciones, que permite a Ventura consagrarse temporada tras temporada haciendo un toreo a caballo  de altos vuelos. Un buen rejón y el golpe de verduguillo terminaron con un desorejado cuarto toro de la tarde.

Por la lesión del taranconero Oscar Mota, el cigarrero se hizo cargo de la lidia del último, al que Ventura toreó por colleras junto a una Lea Vicens, sin suerte en su lote. El rejonear por colleras es una posibilidad que contempla la tauromoquia, aunque debiera de estar prohibida. Sencillamente la sensación de desventaja que sufre el toro ya debería ser suficiente para no permitir esta “pantomima” y este carrusel donde el sevillano y la francesa conformaron las filas del Ejército de Pancho Villa, (expresión que utilizamos para definirnos como un grupo desorganizado, sin coordinación y donde cada uno hace lo que quiere). Así sucedió con el numerito que propició el de La Puebla, quien abandera hoy en día una cima del toreo a caballo, huérfana por un navarro que ya perdió el hambre por luchar en el ruedo con estas cosas. Un Ventura al que le debería sobrar este tipo de “shows” para que el público que acude a los rejones se divierta y pida las orejas. Tras parar al animal Ventura, se produjo un carrusel de pasadas donde fueron clavando arpones hasta dejar el morrillo y el lomo del toro hecho un auténtico bosque de banderillas, que superaban la docena y rondaban a la “niña bonita”. Una auténtica vergüenza en parte consentida por un palco presidencial que en ningún momento supo impedirlo, por ejemplo habiendo cambiado el tercio cuando el toro hubiera tenido las banderillas razonables e interpretables que marca el reglamento (seis farpas o banderillas).

La rejoneadora francésa tuvo un lote de toros escasos de ritmo y condición con los que pasó sendos calvarios. Sin dominio de la situación, encontró serias dificultades para que sus caballos pisaran los terrenos necesarios para clavar, sufriendo numerosas pasadas en falso y ayudas de subalternos. En el segundo de su lote tuvo mérito el que consiguiera llegarle para clavar a lomos de Bético, al cual expuso en cada embroque. Con los aceros un verdadero desastre, al igual que su auxiliar, haciendo rodar al toro al quebrarlo de manera anti reglamentaria, lo cual enfadó y con razón al respetable. Bien denegada la petición de oreja en el quinto, ya que la actuación careció de argumentos para ello.

 

Plaza de Toros de Ciudad Real. Tarde calurosa. Demasiado polvo que dificultaba por momentos la visión e incomodaba al espectador.

Se lidiaron toros de Lora Sangran, bien presentados. Desrazados y sin romper a embestir con ritmo ninguno de ellos, debido a la falta de bravura.

Diego Ventura: Ovación, dos orejas y dos orejas por colleras.

Lea Vicens: Palmas, ovación y dos orejas en el de colleras.

Oscar Mota: Ovación en el único que mato.

Ventura y Lea salieron a hombros por la puerta grande.

Se atendió en la enfermería de la plaza de una lesión en el peroné, a Oscar Mota, siendo trasladado para su intervención al Hospital General de Ciudad Real.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: ©Manuel del Moral Manzanares