Martín Burgos, Ferrer Martín y Víctor Losa abrieron la puerta grande en la despedida de la Feria Taurina de Almagro

Eran las 7 de la tarde. Domingo Serrano, acompañado de sus asesores, ocupaba el palco. Las damas y zagales, a su vera. El público, que para sorpresa de muchos fue parecido al de la tarde anterior, en torno a un millar, ocupaba sus localidades. Los rejoneadores y sus cuadrillas, listos para pisar el albero. Todo parecía estar a punto para sacar el pañuelo y que sonaran los acordes de ‘Plazas de Almagro’, pero el ambiente se enrareció. Nadie sabía muy bien lo que pasaba, además de los minutos en el reloj. Y el pañuelo no asomaba. Los primeros pitos y palmas de protesta sonaron a las 7:05, pero hubo que esperar hasta las 7:25 para ver el paseíllo. Un fallo eléctrico en el quirófano móvil había sido el culpable. El señor delegado de la autoridad, haciendo un responsable uso de sus funciones y con total acierto, no permitió que aquello echase a andar hasta que no hubo de solucionarse el asunto. En los toros, la seriedad y la seguridad tienen que ir siempre por delante. Bien por él.

Después, en lo taurino, pasaron bastantes cosas y de todos los colores. Raúl Martín Burgos, Ferrer Martín (que sustituyó al lesionado Óscar Mota) y Víctor Losa, cerraron la Feria Taurina de Almagro abriendo la puerta grande en una tarde eminentemente triunfalista, en la que se lidiaron novillos de Ruiz Meléndez bien presentados, fuertes salvo el sexto, más terciado y que abría la cara, pero que sirvieron, y mucho, para los jinetes.

Martín Burgos demostró estar varios escalones por encima de sus compañeros de cartel, toreando mucho más a caballo, reuniéndose mucho más en la ejecución de las suertes, y llenando mucho más el escenario. Todo “mucho más”. Al primero de la tarde, tras clavar dos de castigo arriba, lo templó bien en los terrenos de tablas encelándolo al vuelo de la cola, sobresaliendo un par a dos manos en los medios y las banderillas cortas en los últimos compases. Dos pinchazos y un rejón entero trasero no impidieron que cortara la primera de la tarde. Hubo petición, y el palco no pudo hacer si no cumplir con el reglamento. El cuarto novillo de Ruiz Meléndez fue extraordinario. Se lo dejó llegar mucho en las banderillas al quiebro, volviendo a clavar a dos manos, sobresaliendo esta vez con las cortas, una de ellas al violín. Llenó el escenario con adornos, piruetas, desplantes y saltos, sobre todo saltos. Hubo para todos, dos en sombra y dos en sol, y algunos más antes de irse a clavar. Cerró con una rosa que gustó en el tendido, pero a la hora de matar y después de sacar agua de la noria, dobló el novillo tras cuatro pinchazos. Hubo petición de nuevo, y el palco concedió la que le abría la puerta grande.

Ferrer Martín, quien brindó su primer novillo a Óscar Mota, presente en el callejón y ausente del cartel tras su accidentada alternativa en Ciudad Real, se encontró con un novillo que le cortó mucho de salida. Los de castigo fueron muy defectuosos, en colocación y en ejecución. Necesitó llegarle más al animal, y aunque hubo voluntad, solo brilló en un par de quiebros. Mató de dos rejonazos en mal sitio, y escuchó palmas. El quinto fue otra historia. Salió de chiqueros con todo, topando en las tablas junto al burladero en el primer remate rompiendo un pilar de hierro por la base, abriendo un hueco de acceso al callejón. Sembró el pánico, pero los operarios anduvieron rápidos y la cosa no pasó a mayores, rematando el arreglo de urgencia los carpinteros de plaza a la muerte del animal. Lo enceló bien en la grupa Martín Ferrer, y aunque pasó en falso varias veces en banderillas, consiguió gustar al público clavando ya con el toro venido a menos. Un rejón muy efectivo le valió para cortar dos benévolas orejas.

El joven Víctor Losa ofreció dos caras bien diferentes en Almagro. Anduvo bastante desdibujado en su primero, uno de los novillos fuertes de la tarde que lo puso en apuros con varios arreones de salida. En banderillas le costó un mundo pisar los terrenos comprometidos. Tras dos pinchazos se echó el toro, que terminó siendo apuntillado. Aún así hubo una leve petición que el palco supo aguantar. El sexto sin embargo dio mucho juego, y Losa estuvo diferente. Más torero, más centrado, y más templado. Andó de otra manera, llegándole mucho mejor al novillo, que sirvió, y mucho. Calentó a una parroquia que tenía ganas de ver a los tres a hombros, y la traca final con tres buenas banderillas cortas y una rosa en todo lo alto, le valieron para cortar las dos tras pinchazo y rejón atravesado.

Ficha del festejo

Se lidiaron novillos de Ruiz Meléndez, bien presentados y de buen juego en general, destacando cuarto y sexto. El quinto partió un pilar de hierro abriendo un hueco en las tablas.

Raúl Martín Burgos. Oreja y oreja.

Ferrer Martín. Palmas y dos orejas.

Víctor Losa. Saludos y dos orejas.

Crónica y fotos: Álvaro Ramos