Ante los “elegidos” de Daniel Ruiz, sale a hombros la terna formada por El Juli, Manzanares y Cayetano, en la primera de abono de la Virgen del Prado 2.019

De nuevo el tiempo nos dejaba en suerte, una nueva feria taurina en el coso de la remozada glorieta de Pérez de Ayala, la cual ha sido estrenada por tres toreros a hombros, ante una desigual corrida del albaceteño Daniel Ruiz.

El ambiente ferial y festivo que predomina en Ciudad Real, sirve para el “uso y disfrute” de los toreros que atraviesan la península de punta a punta, los que ocupan la gran mayoría de los carteles de las ferias del verano en plena temporada, los mismos de hace diez, quince o veinte años; y por aquello de que el “Pisuerga pasa por Valladolid, paramos en Ciudad Real y nos damos un bañito”.

Los tendidos registraron tres cuartos de entrada. La corrida de Daniel, “pues una corrida de Daniel”. Noble, manejable, obediente y sin molestar a los toreros; lo de siempre. Desigual de presencia, hubo dos (primero y segundo) indignos de una plaza de segunda como Ciudad Real, el resto tuvieron algo más de armonía en sus hechuras, sin llegar a llenar la escena, del trapío del toro de plaza de segunda.

Había comenzado la tarde de manera agradable, con el paseo de la Dulcinea de hogaño y damas de honor, así como por la interpretación del himno nacional, una vez rompió el paseíllo, que hacia levantar los tendidos en vítores y alabanzas hacia la madre patria. Alegró la vista, la reaparición del viejo “zapatones” para darle una pasadita de riego al ruedo, en el ecuador del festejo.

Los capítulos de cada torero ante su lote generan en quien escribe, cierta desidia, pues la monotonía de los actuantes pone difícil que aparezca la inspiración escrita de quien disfruta contando lo sucedido. El “gato” desmochado de pitones que abrió plaza fue todo un canto a la vulgaridad con el que Julián poco pudiera mostrar. Su segundo oponente si “enseñó algo más los dientes” y solo el brío de su salida revestían de otro color la escena. Embistió “Merengue” con ímpetu y siempre por abajo, llegando a demostrar una clase infinita cuando El Juli se la dejó rastrera por ambos pitones, para tirar de él, clavando los tiempos, las pausas y jugando con los vuelos de la franela. Tras los flecos de la franela del madrileño se iba “Merengue” a quien Julián dominó sin despeinarse. El cierre de faena más atropellado y sin limpieza, y la media estocada trasera no impedían que el respetable y el usía concedieran el doble trofeo.

Jose Mari Manzanares repetía en Ciudad Real tras triunfar el pasado año con esta misma ganadería. El que hizo segundo de la tarde, feo de cara hasta decir basta, al que “Manzana” recibió abriendo el compás a la verónica, con lances de bella factura, rematados casi en los medios con la media. Barroso no le hace apenas daño, apenas sangra, apenas le rompe la piel a “Lechón” quien se quería quitar el palo muy pronto. Si había alguna aspereza, ya la pulió Daniel Duarte con la suavidad hecha percal. A la muleta del alicantino llegó ofreciendo dudas “Lechón” el cual parecía querer puntear “a lo rojo” y a quien Manzanares aplicó un exquisito temple, que hizo romper a embestir al animal. Las tandas con rotundidad por ambos pitones se iban a suceder para encandilar al público. El remate de la última por el lado derecho, un pase de pecho que dio la vuelta a la ronda de Ciudad Real, ¡qué barbaridad! Con el acero, aunque suene extraño marró al primer intento, para después atronar con un buen espadazo al de Daniel, que tuvo un derrame antes de doblar que quizá enfrió “el kiosco”. Un oreja.

El castaño quinto se agarró al piso, sin permitir lo más mínimo, sin poder tirar de sus 447kg y dejando la faena de Manzanares en simplemente “voluntad”. La estocada, ahora sí, un piropo a la suerte suprema. Volapié marca de la casa, que hizo aflorar pañuelos para cortar ese apéndice que le permitiría salir a hombros.

Roca Rey fue sustituido por un Cayetano al que le ha tocado “el gordo” este verano, ya que su reciente triunfo en Pamplona y su cierto tirón taquillero es aceptado por los que manejan el cotarro, ya que de momento, Cayetano no molesta. Su carta de presentación en su primero, fue una larga de rodillas con la que pareció decir: aquí estoy yo. El 54 de nombre Nigeriano, tuvo más lleno y equilibrado su remate, mostrando un tranco amplio en los capotes hasta que un despiste de Rafael Rosa al taparse en su burladero le hacían chocar al animal contra la tronera, quedando aparentemente mermado. Se rehízo poco a poco en los galopes, agarrándose a una movilidad que se vio a buen seguro reducida. Quizá el buen puyazo de “Chano” y el inicio por alto, agarrado a la barrera de Cayetano, no fueron los mejores compañeros de viaje para las justezas del animal, en una faena en la que Cayetano supo llegar al tendido. Tras no gozar del ritmo ni la movilidad necesaria de “Nigeriano” para el toreo ligado, Cayetano se echó de rodillas, exponiendo, y arrimándose para el deleite del respetable. En la banda se hacía presente Manuel Blanco, el excelente trompetista internacional daimieleño, quien interpretó los solos que contiene “La Concha Flamenca”. Supo enjaretar al “espectador/ra” para llegar a un final de faena por manoletinas, que rubricó con una gran estocada en la yema, tras dos intentos nulos en la suerte de recibir. Dos orejas.

Ante el sexto, Cayetano se mostró lidiador en los primeros tercios, bajándole las manos al que cerraba la tarde, intentándolo someter. Pedro Geníz aguantó el “achuchón” al coger por los pechos al caballo. La faena la brindó al citado trompetista Manuel Blanco, quedando aquello en agua de borrajas. Acobardado el de Daniel una vez que se le obligó a embestir, poca tela más que cortar. El fallo a espadas dejaba el cierre en palmas para Cayetano, poco antes de que los tres toreros abandonaran el coso manchego a hombros, en una triunfalista primera del abono de la Virgen del Prado.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Fotos: © M. del Moral

Plaza de Toros de Ciudad Real. 16-8-2.019. 1ª de abono de la Virgen del Prado. Tres cuartos de entrada. Calor.

Se lidiaron toros de Daniel Ruiz, desiguales de presencia y comportamiento. Predominó la falta de raza y ausencia de emoción en sus embestidas. Destacó el cuarto por su movilidad y su querer embestir por abajo hasta el final.

El Juli (tabaco y oro): Silencio y dos orejas.

Jose Mari Manzanares (azul marino y oro): oreja y oreja.

Cayetano (turquesa y azabache): Dos orejas y palmas.

Los tres toreros salieron a hombros por la puerta grande.