Llegó de nuevo la tradicional corrida de la Romería en honor a la Virgen de las Viñas que este año cumplió su sexta edición. En esta ocasión las entidades que se repartirán los beneficios de la corrida serán Cáritas, AFAS, AFAL (Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer), el colectivo de las Supernenas, la ludoteca “Nadie es tan feliz”, AARFATOM (Asociación de Alcohólicos Rehabilitados) y AFIESDEP (Asociación de Enfermos de Fibromialgia).

Para no perder las costumbres climatológicas de este día el tiempo nos hizo de echar mano del paraguas por si las moscas, aunque al final las nubes y el viento fueron los únicos que no quisieron perderse este festejo en el empedrado coso taurino de la calle Don Víctor. En los tendidos un tercio de aforo cubierto, por un público como casi siempre dispuesto al triunfo de los toreros si el comportamiento y juego de los toros lo permite, pero claro, como en tantas ocasiones ocurre en esto de los toros, los animales desarrollan el comportamiento que son capaces de desarrollar en función a veces de vaya usted a saber la verdadera explicación de ese misterio de la bravura.

Los de Castillejo de Huebra decepcionaron por completo, sin llegar a romper hacia delante, faltos de transmisión para los toreros, costándoles un suplicio embestir y en general haciendo que la tarde terminara pesando mucho. Los siete lidiados fueron arrastrados por unos mulos impresionantes, que son santo y seña de esta localidad en sus fiestas en honor a su Virgen de las Viñas.

Abrió plaza para el rejoneador Juan Manuel Munera un toro de “El Madroñal” (misma procedencia, Murube-Urquijo) suelto y abanto, matices en su comportamiento que tras sentir los hierros de los rejones de castigo y de las banderillas desarrolló en mansedumbre, embistiendo a oleadas y sin permitir que los encuentros de las cabalgaduras de Munera tuvieran demasiada relevancia. El joven rejoneador albaceteño tiene una base de equitación en su manera de montar que es de agradecer. Intenta poner en un sitio comprometido a los caballos por una vía de sometimiento de jinete bueno, que le debería llevar a ocupar los puestos del rejoneo donde se torea de frente, se bate al pitón contrario y se clava al estribo en las principales ferias del calendario taurino. Los arreones del Murube y la falta de ritmo en sus embestidas pusieron difícil comprobar el buen nivel de la cuadra de Munera, pero reitero que sus formas albergan esperanzas para que este hombre funcione. Las dos orejas (por cuenta del presidente la segunda y sin demasiado peso) le servirán en lo estadístico y quedamos expectantes por verle ante una embestida de mayor calidad en los trancos que le permita mostrarnos su evolución.

Tras 45 minutos desde el comienzo del festejo (acumulaciones de retrasos que se deberían evitar) comenzaba la corrida de a pie para tres debutantes en esta plaza. Fernando Tendero se las vio con el peor lote de los que saltaron al ruedo tomellosero. Su primero, un autentico buey, que anduvo haciéndose el moribundo por el ruedo y que obligó a Tendero a inventarse un trasteo que no por la falta de transmisión y mansedumbre estuvo exento de riesgo, ya que estos bueyes se guardan dentro las fuerzas para buscar el momento de cazar a la presa. Pasó por los engaños al paso, a cámara lenta, haciendo tragar al de Villarta, que estuvo muy digno con el toro. El gazapeo del manso obligó al torero a tirarse a matar cazándolo por la vía de la habilidad de manera eficaz, arrancándole una oreja que premió el respetable por la tenacidad y esfuerzo realizado. Ante su segundo, mas de lo mismo. Empezó a quedarse debajo del percal de Fernando en el saludo capotero, comenzando a querer decir que eso de embestir con profundidad y transmisión con el no iría. Expuso Jorge Fuentes en banderillas ya que toda la corrida apretó hacia los adentros y no vino franca a los engaños en ningún momento. Con la muleta inició su faena el manchego flexionando la rodilla que carga la suerte con torería. Fue de lo poco que pudo hacerle el torero a su lote. Después intentó citar con verdad al natural y en los medios sin llegar a obtener el lucimiento buscado. Cuando no hay raza para embestir por abajo y hasta el final no hay embestida buena, si no hay embestida buena no puede haber ritmo ni codicia con la que el torero pueda templar y mandar. Lo que si había eran cabezazos y excusas de manso que hacían imposible ver las intenciones de Tendero. Los fallos con los aceros anularon las opciones de arrancar de nuevo esa oreja que le hubiera permitido compartir el triunfo de sus compañeros.

El extremeño José Garrido se encuentra en un gran momento, confirmando las grandes sensaciones causadas estas dos pasadas temporadas donde sus importantes actuaciones en plazas como Bilbao, Madrid y Sevilla lo colocaron en la mas interesante actualidad. Con el capote anda sensacional y lo demostró en Tomelloso en el recibo a su primero a la verónica, abrochando la media a pies juntos en los medios, o en el quite a su segundo por garbosas chicuelinas. A pesar de la corta trayectoria el oficio de Garrido es considerable y supo buscarle las vueltas a sus dos enemigos. Tiene valor suficiente para dejárselos llegar cerca y domina también los terrenos de las cercanías, como demostró en su segundo trasteo. Ante dos toros sin demasiadas opciones de triunfo desplegó todo su repertorio, que une la pureza y lo barroco en su manera de coger los trastos, de citar, de reunirse con los toros, así como el despliegue de raza y arrojo que pone echándose de rodillas en la larga cambiada a su segundo, al que también comenzó de muleta con las dos rodillas en tierra, se apretó con él en las cercanías y se lo paso cerca por manoletinas para acto seguido pasaportarlo de un volapié extraordinario. Repertorio y actitud la de Garrido que llegan a reunir muchos recursos en su tauromaquia, y que en tardes como la de ayer le sirven para seguir sumando triunfos.

El toledano Álvaro Lorenzo viene de reventar la puerta grande que pone en figura a los toreros, la de Madrid, y le llega en una juventud plena de facultades que nos obliga a seguir muy de cerca a este torero. Castellano en sus formas, de expresión muy vertical, pero de compás abierto y de una calidad exquisita en su manera de realizar las suertes. En su primero tuvo una actuación de menos a más sin conseguir acople con un capote que suele manejar muy bien. En banderillas estuvo bien Sergio Aguilar (torero mas de oro que de plata) y en el segundo par, cabe destacar el gran quite de riesgo efectuado por Miguel Ángel Ramírez al compañero de la cuadrilla de Lorenzo. En la muleta tuvo Lorenzo siempre intenciones de torear bien a pesar de la embestida sin codicia del toro, el cual se desplazó mejor por al pitón izquierdo en varios naturales enganchados desde delante que llegaron pronto a los tendidos. A modo de broche a su faena citó a pies juntos con la muleta plegada soltándole la franela al morro en el cite para traérselo toreado atrás en bellos pasajes al natural. El fallo con el descabello dejó sin trofeo al toledano. Ante el que cerraba festejo realizó una faena basada en la media distancia donde con la mano derecha obtuvo brillantes momentos. Tuvieron importancia los derechazos mandones de Lorenzo, que lo intentó también con la zurda sin éxito, ya que por aquel lado no era lo mismo. Sonando Manolete de fondo volvió a la derecha para dejar buenos muletazos con empaque y belleza que rubricó con un espadazo algo trasero que le valió para desorejar al ultimo de Castillejo de Huebra.

Más de tres horas de festejo que hizo que la tarde pesara demasiado, con retrasos acumulados sobre todo por las dos veces que el camión de riego salió a aplacar el polvo del duro piso de plaza de Tomelloso, así como por la mansedumbre del comportamiento de la corrida con la que apechugaron los toreros resolviendo la papeleta con actitud y profesionalidad.

Plaza de Toros de Tomelloso. Un tercio de entrada en tarde nubosa y ventosa por momentos.

Se lidiaron siete toros, uno de El Madroñal para rejones, sin ritmo, y deslucido y seis de Castillejo de Huebra para la lidia a pie, muy deslucidos, desiguales de presentación, desrazados, desclasados y sin fuerzas.

Juan Manuel Munera: Dos orejas.

Fernando Tendero, de blanco y oro con remates negros: Oreja y palmas.

José Garrido, de blanco y azabache: Palmas y dos orejas.

Álvaro Lorenzo, de grana y oro: Silencio y dos orejas.

Munera, Garrido y Lorenzo salieron a hombros por la puerta grande.

Crónica: Víctor Dorado Prado.

Foto: © M. del Moral.