“Fandi” Galdós y De Miranda salieron a hombros ante una interesante corrida de Julio de la Puerta. Los tendidos supieron vibrar con toros y toreros, así como divertirse y sonreír a los sones de “la chica ye-ye”

Brotaron a las siete de la tarde los acordes del Himno Nacional, con los que se hicieron presentes los toreros, en una plaza que presentó un aspecto formidable, ya que registró un lleno del aforo permitido, y que a día de hoy se establece en nuestra región al 75%

Tras un sentido minuto de silencio por las victimas del covid y por Dña. Mari Pepa García-Corona, matriarca de la casa ganadera de D. Julio de la Puerta fallecida el pasado día 3, se deshizo el paseíllo para que el granadino “Fandi” recogiera una placa homenaje a sus 20 años de alternativa, por gentileza de la Asociación Cultural Taurina de Socuéllamos.

Celebró el coso de la arboleda, el trigésimo quinto aniversario de su inauguración, y para ello hubo un hecho destacable y muy importante para la salud actual del sector. En los tendidos se apreció una cantidad mayoritaria de gente joven, lo cual es un factor tremendamente positivo y muy necesario. La charanga entre toro y toro favoreció el desarrollo del festejo por la vía del entretenimiento, la diversión y un gran ambiente como tónica general ¡qué alegría!

Para dicho éxito del espectáculo, desarrollaron un interesante comportamiento los toros de D. Julio de la Puerta, muy correctos de presencia, provocando el triunfo de los toreros. Destacó por la continuidad, duración y buen fondo, el segundo, premiado con la vuelta al ruedo, y el cuarto, que tuvo un punto extra de clase en su manera de embestir.

“El Fandi” propuso sobre el ruedo de Socuellamos toda su artillería de argumentos, los cuales domina a la perfección para saber aplicar y medir. Ante el primero anduvo muy técnico, tragando las desconcertantes embestidas del que abrió plaza, ya que parecía perder el objeto, desparramando continuamente la vista a uno y otro lado, sin permitir el estar a gusto de Fandila.

Con el cuarto ofreció una lidia total, marca de la casa en el de “graná” ya que lo cuajó fenomenal en banderillas llevando el deleite al tendido, para después formarle un lio con la franela. Supo corregir ciertas “interferencias” y supo templar por abajo esas dos o tres embestidas que hacia repitiendo el animal, consiguiendo que por ambos pitones el trasteo tuviese enjundia y profundidad. Los tramos finales de las embestidas eran enclasadas, dotando de belleza la reunión entre toro y torero. Con la espada le asestó un formidable volapié en toda la yema, obteniendo casi del tirón por parte de la presidenta los máximos trofeos.

Joaquín Galdós tuvo en su primer oponente todo un derroche de belleza morfológica por las hechuras del de Julio de la Puerta. Una pintura, un tacazo, colocado de pitones, con cuello, con su dorso recto, con su remate apropiado por detrás, y para “colmo” con franqueza en su manera de embestir, con mucho fondo y con seriedad en el estilo que tuvo el animal de acudir a los cites. Galdós muy entonado a diestras, obtuvo series logradas y bien engarzadas. Por el lado izquierdo, que no había tanto compás en el toro, se dificultó el que allí apareciera el entendimiento total y por ende el toreo a través de la conjunción. El espadazo entero en buen sitio hacía asomar la pareja de pañuelos blancos, además del azul, que otorga el honor de la vuelta al ruedo al toro.

El quinto salió de inicio embistiendo a lo bruto, con las manos, como la mayoría de sus hermanos, ya que la corrida no se dejó en los percales. Galdós brindó a la familia De la Puerta, por la reciente perdida de Dña. Mari Pepa, matriarca de esa casa ganadera, repleta de muy buenos jinetes de la vaquera, así como de grandes garrochistas.

Los desajustes del ritmo inicial en el toro los agarró Galdós, cuando mandó callar a la música, en una última tanda por el lado derecho, resultando la de mayor calado. De nuevo el acierto con el acero le hacían obtener el doble trofeo.

El onubense David de Miranda tuvo menos suerte con el lote, ya que el chorreado tercero puso más excusas de cara a la entrega. Sintiéndose podido por el buen asiento de zapatillas que gasta De Miranda, se entretuvo en soltar la cara al final de cada viaje. Y hubo viajes, porque también hubo duración y movilidad, pero precisamente fue solo eso, la movilidad del que simplemente pasa. El de Trigueros ofreció quietud y disposición al respetable, y le metió bien la mano con el acero, para arrancarle la oreja.

Ante el sexto también tuvo que hacer el esfuerzo de ponerse y ponerle. Ponerse en el sitio que acostumbra este torero, con su concepto de firmeza y valor asentado, y ponerle argumentos a la escena y a los desacompasados trazos del que cerraba plaza.

Al tirarse a matar fue prendido por el muslo de fea manera, quedando debajo a merced, con los pitones viajando peligrosamente por espalda, hombrera y axila, un palizón. Maltrecho se repuso De Miranda hacia la cara del toro, el cual tardó en doblar, a pesar de llevar la espada hasta la empuñadura. Oreja de nuevo al onubense.

Una tarde la de Socuéllamos que te hace albergar esperanzas. Principalmente por la diversión y entretenimiento que se apreció en el público, de igual manera, por el buen desarrollo del festejo, el triunfo de los toreros, las caras de felicidad en todo el mundo y porque, como quedó demostrado hoy en Socuéllamos, la gente quiere toros, la afición está ahí y las plazas se llenan, solo es cuestión de encontrar la fórmula y el equilibrio para que acudan.

Si alguien lo duda, si algún empresario no lo quiere ver, si ciertos movimientos políticos ladran en contra, la charanga de hoy lo explicó con claridad entre toro y toro: “no te quieres enterar, ye-ye”.

Plaza de Toros de Socuéllamos. Lleno del aforo permitido. Tarde agradable.

Se lidiaron toros de D. Julio de la Puerta, bien presentados y variados en su comportamiento, siendo común en ellos la duración, así como la bravura del segundo, premiado con la vuelta al ruedo, la clase del cuarto y la colaboración de primero (a pesar del defecto de la vista) tercero y quinto.

“El Fandi” de grana y oro: Oreja y dos orejas y rabo.

Joaquín Galdós, de caña y oro: Dos orejas y dos orejas.

David de Miranda, de buganvilla y oro: Oreja y oreja.

David de Miranda fue atendido en la enfermería de una cornada envainada en el muslo derecho, siendo asistido por el equipo médico, se trasladó para pruebas más exhaustivas en el Hospital de Villarrobledo.

 Crónica: Víctor Dorado Prado.