Desorejó al cuarto Miguel Tendero que se llevó el mejor lote. Gómez del Pilar con oreja en ambos le acompañó a hombros. Cristian Escribano sin lote, obtuvo un trofeo del segundo.

Tarde para aficionados la de Valdepeñas, no solo por la imponente presencia de la corrida de Conde de Mayalde, sino por la capacidad, profesionalidad y hombría con la que afrontaron la tarde los tres toreros que conformaron la terna, así como sus cuadrillas de hombres a pie y a caballo, ante una corrida con trapío para dar y regalar.

El toro de primera en plazas de tercera hoy con el hierro de Conde Mayalde en Valdepeñas, y el toro de tercera para Morante, Juli y Manzanares en Palencia. ¿Lo seguimos llamando “el circunstancial momento del campo bravo por la crisis y el exceso de animales” para justificarlo? ¿O lo llamamos “injusto despropósito que ya pasaba, pasa y seguirá pasando” para ver la triste realidad?

A fin de cuentas, por el chiquero del señero coso vinatero aparecieron seis del Conde de Mayalde, donde destacaron un buen primero, boyante y noble, así como el sexto, aunque sin ese ritmo y transmisión del que abrió plaza, y un muy hondo y grande por donde lo miraras cuarto, el cual regaló embestidas cadenciosas y enclasadas a la franela de Miguel Tendero.

El albaceteño tuvo en su primero, la oportunidad de torear por abajo, de apretar a su oponente, ligando muletazos de mano baja y quizá exigiendo en los inicios demasiado. Algo más de tiempos entre las series del comienzo, quizá hubieran dosificado al buen Mayalde, que por cierto fue el más bonito, armónico y hechurado del encierro. La espada le privó a buen seguro de algún “despojo”.

En el cuarto episodio del festejo, Tendero recibiría al castaño enorme, que de salida hizo albergar pocas esperanzas, de que aquella mole aguantase mucho su romana y la basteza de su condición morfológica. ¡Pues lo que son las cosas! por abajo iba a obedecer con un fondo de temple a los cites de Tendero, encontrando el albaceteño perfectamente las alturas y los huecos necesarios para reunirse con “ese tren” o “ese barco”. Reunirse, templarlo, gustarse, disfrutarlo y en ciertos momentos torear al ralentí, a esa velocidad a la que se torea de salón, llegando mucho al respetable. Tras la espada se fue derecho el de Albacete, para dejarla “en el sitio”. Dos orejas.

Gómez del Pilar volvió al ruedo valdepeñero, donde ya el pasado año obtuviera un sonado triunfo, así como en los años anteriores. El idilio de Gómez del Pilar con Valdepeñas volvió a continuar por la senda triunfal, debido a una gran tarde sin un lote propicio, de este sensacional torero. Demostró durante todo momento su capacidad lidiadora, de buen compañero, de profesional. Ante su primero se hizo presente Del Pilar, con las dos rodillas en tierra, al igual que el comienzo de su faena. El dominio que tiene ante los toros este torero requiere de animales que se muevan y que le permitan “apretarse” con ellos; en cambio a este primero, que buscó los adentros y le faltó entrega lo sometió pronto, llegando a acobardarlo por la vía de esa tremenda firmeza.

Ante el sexto pudo redondear su tarde el madrileño de nacimiento y toledano de adopción. La brega de Rafael Gonzalez dejó un último lance para llevárselo al burladero que le ordenó su matador, soltando una mano, y el cual evidenció las justitas pero buenas facultades del toro para colocar la cara. Brindó este toro a sus dos compañeros, en un detalle que en dicho instante se tradujo en miradas de respeto, de admiración y en definitiva, de Toreros, ¡qué bonito!

Del Pilar, muy asentado, instrumentó un trasteo que, sin llegar a obtener altos vuelos, dejó de nuevo esa “difícil facilidad” de poderle a los animales por la vía de la firmeza, del asentamiento y de esa buena colocación que le permite su gran depósito de valor. Los momentos finales al natural con la diestra, dejándose llegar los pitones a la banda, elevaron las ovaciones de manera justa y reconocida por parte del respetable. A pesar de utilizar el verduguillo, obtuvo un trofeo por la disposición, entrega y conjunto de un triunfo más de Gómez del Pilar en Valdepeñas.

El lote más desagradable y con menos opciones se lo llevó un torero al que apetece mucho ver, ya que al igual que Gómez del Pilar, posee Cristian Escribano unas capacidades que deberían sonar con mayor frecuencia en los carteles de las ferias. El toledano pudo cortar una oreja a su primero, que desconcertó en su manera de acudir a los cites, con un peligro sordo, digno de mención, el cual se fue agravando durante su lidia. El esfuerzo y la estocada de efecto rápido hizo que Valdepeñas sacara los pañuelos, una oreja.

En el quinto saludaron montera en mano Raúl Cervantes e Ignacio Martin, tras exponer mucho en banderillas. Raúl Cervantes tras perder pie en la cara tras un comprometido primer par, se asomó de nuevo al balcón en terrenos de toriles, dejando uno de esos momentos de las tardes de toros, donde el riesgo, el arrojo, la vergüenza torera, la profesionalidad y la emoción provocan cerradas y sentidas ovaciones.

Rajado desde los inicios y acobardado el toro, poco permitió a Escribano más allá de mostrar de nuevo su buen oficio y capacidad de torero a tener muy en cuenta y al que sin duda, merece la pena seguir esperando.

¡Mis respetos a todos cuantos se ponen delante de un animal bravo! Desde el aficionado práctico con una becerra, hasta el mejor de los toreros, así como a las figuras, que están ahí por algo (obvio), pero que hoy estoquearon una de Garcigrande en Palencia que fue “la hija” de la corrida de Valdepeñas con la que estuvieron enormes tres VALIENTES, tres PROFESIONALES, tres HOMBRES, tres TOREROS como Miguel Tendero, Gómez del Pilar y Cristian Escribano, acompañados por sus cuadrillas de toreros de plata maciza de ley… ¡algo falla! o mucho peor, ¡algo sigue fallando!

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares

Plaza de Toros de Valdepeñas. Media entrada del aforo permitido. Tarde calurosa.

Se lidiaron toros de Conde de Mayalde (procedencia Domecq-Contreras) de imponente presencia seriedad y trapío. Destacaron el buen primero, el enclasado cuarto y el noble sexto. El resto muy justos de raza, sin entrega y deslucidos.

Miguel Tendero, de lila y oro: Ovación y dos orejas.

Cristian Escribano, de verde y oro: Oreja y silencio.

Gómez del Pilar, de nazareno y oro: Oreja y oreja.

Miguel Tendero y Gómez del Pilar salieron a hombros por la puerta grande.