Como cada año el Ateneo Taurino Manchego organiza el acto que de alguna manera pone en los aficionados del mundo del toro el pistoletazo de salida a una nueva feria de la Virgen del Prado. Ésta vez el elegido para pronunciar el pregón ha sido Juan Luis Huertas Díaz, un ciudadrealeño de pro, con sangre torera en sus venas así como persona reconocida en el mundo cofradiero de nuestra ciudad.
El festejo comenzó a eso de las nueve de la noche y el marco incomparable del patio del museo López Villaseñor, era testigo de un nuevo lleno en sus tendidos para presenciar dicho acto taurino. El “despeje de plaza” lo hizo Francisco Manuel Jaime Sevilla, describiendo al pregonero con cariñosas palabras, y en el palco de autoridades, Antonio Espadas (presidente del ateneo) acompañando a la concejala de festejos Frasi López con las figuras del pandorgo y dulcinea completando el cartel.
Tomó Juan Luis el atril, desplegó sus hojas como el torero que abre el capote y comenzó a torear por verónicas de oratoria en prosa, naturales convertidos en versos, rimas con mucho valor y momentos de exaltación saliendo de la cara muy torero.
¿Qué tienes bendita fiesta? Que a mí me tienes atrapado… fueron palabras del primer fragmento del pregón, dejando sus intenciones claras desde el primer minuto, que no eran otras que las de disfrutar de tan bonito momento. Con la mirada emocionada puesta en el pregonero, Mariana, su madre, compartía el momento del recuerdo a su padre, Juan Huertas, Chamaco II, torero de la tierra de los años 50-60, que no llegó a ser matador de toros pero que forma parte de nuestro historial taurino y al que Juan Luis dedicó unas emotivas palabras.
No faltó el recuerdo a quien fuera su gran amigo y compañero de oficio delante de los pasos como capataz, Juan Carlos Naranjo. Como también al añorado y siempre recordado Reina Rincón.
El pregonero continuó la lidia de manera poderosa, muy metido en el compromiso de triunfar de manera rotunda y ensalzó la figura del toro bravo, dándole la importancia tan principal que éste ocupa en la fiesta como patrimonio nuestro. Y a sus criadores, otorgándoles los méritos reconocidos de quien mantiene hoy en día una ganadería de bravo. Formó un cartel soñado donde no faltaba ningún torero de la tierra, ni de oro ni de plata, sin faltar los novilleros, rejoneadores y aficionados que dejaron sus esencias sobre alguno de los ruedos. Dicho cartel lo remató de pitón a rabo en un pase de pecho interminable con el sello de Reina Rincón.
A continuación vino Aníbal Ruiz a quien dedicó una parte del pregón con motivo de su retirada, llegando a preguntar durante el fragmento, ¿Por qué te vas ahora, torero?, destacando el momento y el poso de veteranía que ofrece el torero de Alcázar en la actualidad. De ahí al toreo a caballo, que también tuvo su lugar en el pregón, y definió el arte y el embrujo como expresiones que se pueden entender viendo a Morante de la Puebla torear. Con José Tomas declaró su admiración más autentica hacia la figura de un torero que emociona especialmente al pregonero.
Para finalizar y a la voz de ¡Ya llega la feria! ¡Ya está aquí la feria! Desgranó las combinaciones que la empresa MaxiToro ha confeccionado este año y repasó uno por uno los actuantes en ella con remates y adornos, a modo de epilogo de la faena.
Un pregón magnifico, con la personalidad y el sello de Juan Luis Huertas, y con la emoción del que transmite una pasión sin tapujos y sin pelos en la lengua como dejó claro ante las presiones anti taurinas y ecologistas, a las que puso en su sitio con la muleta muy baja, en una tanda que también resultó soberbia.
La prolongada ovación final de todo el respetable fue el termómetro del resultado de un pregón que no dejó a nadie indiferente y que marcará a buen seguro un antes y un después en la historia de éste acto. Para terminar ésta crónica decir que cuando ya había finalizado el pregón y faltando pocos minutos para las once de la noche, el pregonero entraba presto al interior de la catedral, directo a la que tuvo constante presencia en la palabra del pregonero durante todo momento. ¡Viva la Virgen del Prado, y enhorabuena Juan Luis!