Cuando en el toreo se espera un acontecimiento con especial interés, suele ocurrir un desenlace propio de estos casos, que es la total decepción y el desastre más absoluto. Por no ir más lejos y metiéndonos en la faena, la tarde de hoy en Ciudad Real ha resultado ser un estrepitoso desastre propiciado por el vulgar y penoso comportamiento de una mansa, floja y descastada corrida de Fuente Ymbro.

La tarde se presentaba bochornosa y desde luego que lo fue en todos los aspectos. De la piedra brotaba ese calorcito gracioso que contienen los tendidos de nuestra querida plaza, que provoca esa sensación tan agradable que es cuando presientes el sudor debajo de las prendas de vestir, que dan colorido a unos tendidos que cubría hoy el público en tres cuartos de su aforo.

La pareja de alguaciles se hacía presente en el ruedo capitalino con ese retraso de diez minutitos ya habitual en el relojito de la plaza. Minutitos que dan cancha a ese rezagado venido del vermut o del Bar España, con algún vinito de más. En el cartel, garantía de disposición por parte de un Juli en proceso de sumar festejos y un Perera, el cual atraviesa un buen estado de forma. A ellos dos, se sumaba la presencia del gran maestro de Chiva, Enrique Ponce, el cual hacía un nuevo paseíllo en nuestra plaza, donde goza de un cariño “fraterno y eterno” diría yo, con el amable público de nuestra Ciudad Real. De ese cariño surgió el resultado de su actuación, que se saldó con una nueva salida a hombros para el torero valenciano.

La corrida comenzó con un inválido de Fuente Ymbro, que actuó de telonero en su comportamiento hacia sus hermanos de camada y el cual recibió Ponce con algún capotazo “de altura”, debido al estado de salida ya del torito que inauguraba nuestra feria. La cosa transcurrió en los derroteros de la invalidez con un torero haciendo de “enfermero” y unos peones ayudando a incorporarse al pobre animal. A pesar de todo ello, el torero recibió las palmitas de esos tres cuartos de público amable donde los haya como son mis paisanos.

En el segundo de su lote, el torero de Chiva, tiró de su repertorio más utilizado y tras un recibimiento anodino, y una suerte de varas por desgracia innecesaria hoy comenzó ese dialogo de Ponce con Ciudad Real que suele terminar en rotundo éxito para aquellos que los apéndices y las puertas grandes son lo importante en una corrida de toros. Aquellos seguidores del maestro valenciano al que ensalzaban en foros y tertulias estos años anteriores, veían como se arrodillaba ante el toro en los terrenos del siete, provocando al público, y tirando de recurso de manera sorprendente cuanto menos. Entró a matar y dejo una estocada que hizo rodar fulminantemente al Fuente Ymbro y los pañuelos en los tendidos eran una realidad carente de criterio y de personalidad de público que tiene al final lo que se merece. Para colmo, el Sr. Presidente otorgó la segunda oreja como si aquello hubiera sido un derroche de torería ante un toro encastado, o al menos que se tuviera en pie.

Del Juli, poco que destacar, ante un lote de animales moribundos con más intenciones de probar la superficie del terreno que de acometer con fiereza y vender cara su vida.

Quiso el torero de Velilla agradar al respetable con mantazos y bruscos toques que tras algún molinete y algún derechazo sin colocarse arrancó por primera vez a la banda de música que actúa en Ciudad Real, la cual suena bien, pero a destiempo siempre. Por ejemplo entre toro y toro sería una bonita manera de amenizar tardes como la de hoy.

En el segundo de Julián más de lo mismo. Un desecho de animal sin poder, con las fuerzas mínimas para salir a la plaza y darse dos vueltecitas y poco más. Parece mentira que en esta ganadería se corran y ejerciten tanto los toros, para que cojan fondo y resistencia para la lidia que les espera. No sé yo si en lo de Adolfo Martín, José Escolar, La Quinta o Dolores Aguirre llevaran a cabo este tipo de modernas prácticas.. “creo que no”. En definitiva, otra pantomima de lidia sin picar (cambiando el tercio de varas sin ver al toro Sr. Presidente) a la que Julián quiso poner el acento del triunfo de los llamados figuras de hoy en día, ante la versión más vulgar del toro comercial del sistema actual.

El torero de Badajoz Miguel Ángel Perera se hacía presente en nuestra feria tras la pasada comparecencia en la que las cosas rodaron algo mejor. Con la vitola de torero valiente que pisa terrenos comprometidos volvía a formar parte de nuestra feria taurina sin llegar a alcanzar los deseos esperados.

Hablar de su actuación sería una pérdida de tiempo para los que leen esta crónica, porque el comportamiento de sus “enemigos” marcó las pautas de una tarde que esperemos no se repita más. Perera anduvo dispuesto y queriendo toda la tarde como suele ser habitual en el torero extremeño. La desesperación del torero se vio reflejada en los pitos del público hacia sus oponentes en el arrastre. Pienso que a este torero habría que verle con corridas más duras donde hiciera gala del valor seco que posee, y donde se le viera poder someter y dominar a toros encastados. Creo que sería un revulsivo para el escalafón y para el propio Miguel Ángel.

Por resumir la tarde, podemos hablar de una de las tardes más bochornosas en el aspecto ganadero de nuestra plaza de toros. El comportamiento del publico volvió a ser amable hasta la saciedad queriendo lo mejor para los de luces. La presidencia anduvo a disposición del guión, incluso en los cambios de tercio que nos privan a los aficionados de ver pares de banderillas magníficos como presagiábamos en varios toros esta tarde. Y como final de estas letras, quisiera expresar mi deseo a nuestro crítico taurino de Cargando la Suerte Juan Carlos Naranjo, su pronta recuperación para que vuelva a estar en este barco de información taurina, desde aquí, mucho ánimo Juan Carlos.

La segunda de feria nos dará tregua por ser de rejones y nos calmará esta desidia y decepción que nos provocan demasiado a menudo festejos como el de hoy.

Por VICTOR DORADO