A finales del recién terminado mes de julio, pusimos rumbo a Tirteafuera, pedanía del municipio de Almodóvar del Campo, para presenciar la puesta punto del matador de toros Fernando Tendero en la ganadería de Toros de Mollata que dirige Inés López.

La finca “El Espino” desprende olor a bravo, con un toro fuerte y entipado, los cuales se dejan ver nada más llegar, entre los cientos de traviesas de madera que conformaron las vías de ferrocarril en tiempos pasados. La procedencia Torrealta se delata en su fisonomía, con animales hondos y fuertes, y descolgando los cuellos hasta los pechos con ese tren delantero musculado al mismo tiempo que proporcionado del toro de este origen. Mollata es el hierro de nuestra provincia que más lidia, y esta temporada serán entre siete y ocho corridas de toros las que salten a diferentes ruedos de nuestro panorama taurino. Sin ir más lejos el pasado domingo 28 en Porzuna, saltaron al ruedo cuatro toros que permitieron el triunfo de El Cid y Uceda Leal.

Coincidimos en la llegada con el furgón de cuadrilla del matador de toros de Villarta de San Juan, Fernando Tendero, quien está anunciado en la inminente feria de la Virgen del Prado. Concretamente en la que cierra la feria el lunes 19, ante toros de Las Monjas junto a David Galván y Joaquín Galdós. Le acompañan sus familiares y amigos más cercanos y los toreros de plata Jorge Fuentes, Miguel Ángel Ramírez y Luis Carlos Castellanos. A caballo, su picador Ramón Flores, quien ya calentaba el jaco a nuestra llegada.

Tras el amable recibimiento por parte de la ganadera Inés y de su marido Enrique, pudimos observar el bonito comedor junto a la plaza de tientas, con bonitas y numerosas fotografías, que explican la breve pero intensa trayectoria de este hierro de la familia Colomer. El tentadero tuvo un primer capítulo donde saltó una colorada y utrera vaca que desarrolló un comportamiento muy serio en todas sus vertientes. Desde salida marcó diferentes exigencias a los toreros, a los cuales obligó a hacer las cosas perfectas. No valía ponerse de cualquier manera, ni ensayar novedades. Había que hacerle las cosas perfectas. La puya que Inés pone en el brazo de los picadores es una puya exigente en su castigo, porque exigente es el concepto y criterio de la ganadera, y por ende los animales que saltan a ese laboratorio del ruedo en Mollata lo tienen difícil si no pelean de verdad. Bendita selección que garantiza la calidad en los comportamientos de un toro bravo, encastado y que transmita, como son los matices que quiere poner Mollata al servicio de la fiesta.

A continuación salió un toro cinqueño. Si la vaca puso seriedad en el comportamiento, el de Mollata la puso con solo estirarse y galopar a los cites. Careció de ritmo y continuidad en los primeros tercios pero fue al caballo, empujó, cumplió y fue a más. Tendero se las entendió con el poco a poco, consiguiendo meter en la muleta al animal y ganándole la pelea desde la firmeza que en todo momento le presento el torero de Villarta. Hubo distancias, cambios de terreno para pulir la condición, manejabilidad de las alturas y ese “coqueteo” en las cercanías que se llama simplemente valor. Una estocada arriba al primer intento hacía rodar al de Mollata. La camisa pegada al cuerpo de sudor del torero era solo un apunte al intenso momento de preparación que había realizado. Dios quiera que el próximo día 19 tenga la suerte necesaria para que sus toros le permitan expresarse, ya que Fernando es un torero que atesora una calidad para muchos desconocida.

Al hierro de Mollata le deseamos toda la buena ventura posible, aunque viendo la claridad de ideas y el concepto de selección de su ganadería, es cuestión de tiempo que sus toros vuelvan a protagonizar grandes tardes y rotundos triunfos.

Texto: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares