En plena temporada taurina, el campo bravo no cesa en su actividad. Los tentaderos se suceden en Pinos Bajos y de nuevo la vacada del pantano de Gasset metía siete vacas a su laboratorio de bravura, que es la añeja plaza de tientas y que va camino de cumplir un siglo de historia.

En ésta ocasión los toreros encargados de llevar a cabo el tentadero fueron Curro Díaz, habitual ya por Pinos Bajos. El de Linares atraviesa un gran momento y justifica con creces su presencia en carteles de las ferias importantes de esta segunda mitad de temporada. Le acompañaron Fernando Tendero, que ultima su preparación de cara a la feria de la Virgen del Prado, donde está anunciado el próximo día 19, y el novillero con caballos Carlos Aranda, que este domingo se presenta en Madrid y que a día de hoy ocupa el segundo puesto del escalafón novilleril.

Las vacas tuvieron el denominador común del buen juego. Llevamos tiempo acudiendo a varios tentaderos en Pinos Bajos y es de justicia reconocer que con un gran esfuerzo y con los recursos justos para ello, Felipe y Jose Luis están dando con la tecla de que la ganadería se encuentre en gran momento. Cuesta ver una vaca que decepcione; el comportamiento está bastante definido y los matices de bravura que buscan comienzan a ser una base en el comportamiento de las hembras.

Al caballo que hoy montó Oscar Castellanos (por lesión del habitual Ignacio Sánchez) acudieron las siete vacas en repetidas ocasiones. Algunas con mayor clase al llegar al peto y otras con menos, unas partiendo del galope y otras sin ese impulso del tranco, pero todas ellas fueron las veces que se les pidió.

De los toreros cabe señalar la grandísima calidad del concepto de Curro Díaz, el cual te puede emocionar fácilmente a través de su toreo el cual transmite hasta erizarte la piel por momentos. Técnico en su primera vaca, formidable en su segunda y roto de inspiración en una última erala, cuando ya la noche se hacía presente en Pinos Bajos. Fernando Tendero llega a su compromiso en la feria de la capital muy preparado físicamente y demostrando ante sus dos vacas que a poco que un toro le vuelva a embestir será capaz de cualquier cosa. El más joven de la terna fue Carlos Aranda, que tiene su debut en Las Ventas a la vuelta de la esquina. El daimieleño apuesta por el toreo clásico y erguido y por su trayectoria durante la presente temporada tiene en la mano este domingo, marcar un antes y un después en su vida como torero.

De nuevo enhorabuena a la familia Marín, por el estado en el que se encuentra su ganadería, a la que esperamos ver pronto lidiar una corrida de toros, donde ese misterio tan enigmático de la bravura se haga presente bajo la divisa roja y negra de Víctor y Marín.

Texto: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares