En mitad de una tarde tan gris en el ruedo, como en el cielo, surgió “Hervorón”. Un gran toro de Millares, al que se le premió con la vuelta al ruedo, que le sirvió a El Cid para salir por la puerta grande de Alcázar de San Juan. Daniel Luque y Alberto López Simón pasearon una oreja respectivamente de dos lotes carentes de casta.
La suerte en los sorteos tiene un nombre, Manuel Jesús, apodado El Cid. Ayer, en Alcázar de San Juan, el caprichoso azar le volvió a dar la oportunidad de resucitar de su prolongado letargo. Le puso ante él mejor ejemplar de una descastada corrida de Millares. “Hervorón”, herrado con el número 33, saltó al ruedo en cuarto lugar. Justo cuando dejó de llover. El público andaba ya mosqueado por el poco contenido de la primera mitad del festejo. Ya desde los primero tercios dio señales de su calidad. Metía la cara con franqueza y codicia, aunque a la salida de los lances buscaba la esclavina. Se le cuidó en varas. Apenas un picotazo. Tras el fugaz paso por el jaco, el toro olvidó la manía de elevar la testuz y fue ganando en profundidad. El quite por verónicas del de Salteras así lo dejó claro. Anduvo un tanto perdido El Cid hasta que descubrió el secreto que encerraba “Hervorón”. Mano baja y mando. Había que estar firme con una animal que apenas había sangrado y embestía con calidad no exenta de transmisión. Cuando Manuel Jesús le ofreció la pañosa arrastrada, el animal empujaba hasta el final. El trasteo tuvo sus dientes de sierra. Buenos muletazos con la diestra entreverados con trapazos. Menos acople hubo por el izquierdo. Ni torero ni toro se templaron, por lo que El Cid volvió a montar la muleta con estoque simulado para volver a subir el volumen de su faena. Hasta tal punto se entregó el personal con el diestro que hubo un conato de petición de indulto. Afortunadamente, reinó la cordura. El hecho de que la espada quedó desprendida no impedimento para que los pañuelos aflorasen y la presidenta acompañase al respetable con dos blancos y el azul. Vuelta al ruedo para el de Millares. En el abreplaza, El Cid se topó con un pastueño y simplón oponente que le permitió gustarse con su legendaria zurda. Hubo naturales que recordaron a aquellos que le catapultaron a lo más alto del escalafón. Labor pulcra y sin apreturas.
Había ganas de ver a un Daniel Luque más maduro y con un toreo más asentado que en años atrás. El de Gerena no tuvo lote para lucirse en uno de sus puntos fuertes: el capote. Sólo un quite por chicuelinas ante su primero y poco más. Este animal, de naturaleza noble, no admitió que se le obligase, por eso Luque lo llevó siempre a media altura y sacando el tiralíneas. Nada relevante a excepción de tres naturales tres en los que sí pudo bajarle la mano. Lo demás, plano e insustancial. El epílogo por luquecinas le sirvió para cortar una oreja. De las más baratas que se han dado en el generoso coso alcazareño, puesto que el bajonazo con el que finiquitó a “Peleón” fue bochornoso. Ante el quinto abrevió. Un animal a la defensiva que desde los primeros tercios, pronto evidenció que estaba vació de bravura. Topó en los capotes y soltó con violencia la cara en la muleta.
En las antípodas de la suerte de El Cid encontramos a López Simón. El peor lote, con diferencia, de la tarde. El que hizo tercero fue un animal tan mal presentado, como descastado. Brusco sin acometividad ni calidad. A todo esto hubo que sumarle la aparición de la lluvia y el viento. López Simón lo intentó pero sin eco en unos tendidos más preocupados por resguardarse, que de lo que acontecía en el ruedo. Poco cambiaron las cosas en el sexto. Casi en penumbras se le dio lidia y muerte a un manso de libro, que ya en banderillas se refugió en las tablas. El de Barajas supo sujetarlo por momentos en la muleta. Siempre dentro de las líneas de picar. La gente tenía ganas de descubrir a ese torero del que todos hablan y que ha abierto dos veces la puerta grande de Madrid esta temporada. López Simón tiró de dignidad y compromiso para intentar meterse en los terrenos del toro y tirar de él pese a su mansedumbre. Cruzado y apoyando su peso sobre los riñones, pudo encelar a “Bandido” y sacar algunos naturales de bonita estampa. Hubo más torero que toro. Rajado del todo, cobró una buena estocada que le sirvió para no irse de vacío.
Con el negro zaino de la noche en Alcázar como telón de fondo, salió a hombros El Cid gracias a cruzarse en su camino con “Hervorón”. Única nota de color de una tarde que siempre osciló en la escala de grises.
FICHA DEL FESTEJO
Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Único festejo de feria. Se lidiaron toros de Manuel Ángel Millares de desiguales hechuras. Algunos sospechosos de pitones. Manejables, pero de escaso contenido a excepción del bravo 4º, de nombre “Hervorón” y herrado con el número 33, al que se le premió con la vuelta al ruedo. Menos de media plaza en tarde nublada, en la que hizo su acto de presencia la lluvia durante la lidia del tercero.
– El Cid, de grana y oro, estocada delantera, dos descabellos (oreja); estocada caída (dos orejas).
– Daniel Luque, de caña y oro, bajonazo horrendo (oreja); estocada trasera (silencio).
– Alberto López Simón, de azul rey y oro, pinchazo hondo, estocada tendida y dos descabellos (silencio); estocada tendida y desprendida (oreja).

Crónica: Pedro L. Calvillo

Fotos: Iván Rodríguez