Ante una corrida de Adolfo Martín, un magistral Enrique Ponce abrió cartel junto a Curro Díaz y Morenito de Aranda quienes compusieran hace un año la terna de la trágica tarde para homenajear de la mejor de las maneras el eterno descanso de un héroe llamado Víctor Barrio.
En los medios del ruedo de Teruel destacaba en blanco, con su montera calada y su perfil de torero la silueta del rostro de Víctor Barrio. Sobre las rayas de picadores rezaba ese “Eterno Víctor Barrio” tantas veces recordado por todo el mundo del toro. Hoy ante una plaza prácticamente llena la emoción de su recuerdo fue la tónica predominante de un festejo que nos mantuvo los sentimientos a flor de piel y que este portal taurino no ha querido pasar por alto de manera extraordinaria al encontrarnos fuera de nuestros territorios manchegos donde no solemos cubrir la información de manera habitual. Sirva con este humilde espacio nuestro más sentido homenaje y recuerdo hacia el torero y toda su familia, hacia sus amigos y en general hacia todo el mundo del toro que de una forma u otro hoy se hizo eco de lo acontecido en el coso turolense.
Tras un paseíllo con todos los profesionales desmonterados, se hizo el silencio, donde irrumpió la guitarra flamenca que daba entrada a la voz de Inma Vilchez, quien vestida de luto sacó en su voz el compás y el recuerdo a Víctor Barrio en forma de sevillana torera que arrancó con un: “España entera te llora” y finalizó con un quejío que rompía los entresijos del alma diciendo: “Siempre eterno Víctor Barrio, siempre en nuestros corazones”. Las caras de los toreros, en especial de Curro y Morenito con el dolor del recuerdo queriendo asomar en forma de lagrima y tras tan emotivo momento, la ovación del respetable sacó a saludar al tercio a los tres matadores, quienes elevaron su montera al cielo en el saludo. ¡Esto es el toreo, emoción, verdad, pureza, dolor, reconocimiento, belleza, grandeza y sobre todo, sentimientos!
La tarde en lo acontecido en el ruedo estuvo marcada por una corrida de Adolfo Martín discreta de comportamiento, sin grandes virtudes, sin esa raza y empuje del toro de Albaserrada, pero si con ese punto de interés de algunos toros por humillación y movilidad que a Ponce y Morenito permitieron expresar sus tauromaquias, sobre todo con la franela. Como suele ser ya habitual por desgracia, los tercios de varas inadvertidos y la presencia de los grises dejando mucho que desear en tarde de tanta importancia por la efeméride recordada. Feos de pitones en su mayoría incluso con una imagen deplorable en las defensas de alguno de ellos.
La corrida, por encima del juego de los de Adolfo tuvo la maestría de Ponce, en una faena a su primero injustamente reducida a un trofeo por el palco, que a veces parecen gustarse en esa suerte del no saber donde aprieto y donde aflojo. Lo recibió el maestro valenciano queriendo a la verónica, pero la embestida humillada tenía agilidad a la hora de reponer y quedarse debajo, complicando los primeros tercios hasta que Ponce cogió muleta, espada y montera, se dirigió a los medios, brindó al cielo a su compañero y se dispuso a dirigir a “Dirigido” que hasta ese momento vendía caro el trazo de sus embestidas. Ahí apareció la suavidad en los toques, la colocación perfecta, el asentamiento, la despaciosidad y las formas sutiles de Ponce para hacer que “Dirigido” se deslizara en la muleta primero por el derecho y después por el lado izquierdo en varios naturales que por momentos nos transportaron a México, donde tantas veces Enrique ha convertido el coso de Insurgentes en un manicomio por torear tan despacio y con tanta belleza como a este primero de Adolfo hoy en Teruel. El abaniqueo marca de la casa como rúbrica y la plaza en pie precedieron a una estocada casi entera en buen sitio que fulminó al de Adolfo en una obra que debió ser premiada con dos orejas. ¡Mal el presidente! pero bueno, Dios no le otorga a todo el mundo la sensibilidad necesaria para entender las cosas como se debe.
Ante el segundo del lote Ponce volvió a madurar las opciones del cárdeno a quien Mariano de la Viña ayudó a romper hacia delante, pero la cara a media altura d mitad de lance hacia delante no presagiaban muchas opciones de triunfo. Una faena larga, como suele llevar a cabo el maestro de Chiva que contuvo torería y de nuevo la despaciosidad y compás que ha conseguido elevar en su tauromaquia el valenciano hasta unos límites insospechados que hacen bonito y bello a lo normal, gracias a una naturalidad y una expresión de torero que no deja a nadie indiferente. Faenas largas que si analizas y saboreas se hacen cortas. Esta vez la espada quedó arriba en un pinchazo hondo que tras dos descabellos le sirvieron para cortar otra oreja.
Curro Díaz tuvo el peor lote del encierro de Adolfo, con el cual poco pudo hacer el torero de Linares. Su primero lo brindó a Morenito con el que vivió aquella aciaga tarde y su segundo al cielo. Curro es un torero transparente porque es muy puro y se notó la contrariedad en su rostro porque hoy fue una pena no encontrarse con ese animal que le permitiera pegar veinte muletazos como los que el torero jienense sabe interpretar de manera tan personal, quizá de los toreros más puros y barrocos del momento, que hoy no tuvo material. Su primero basto y brusco en sus embestidas al igual que en su conformación morfológica y su segundo, dormido, sin entrega y falto de clase y raza que le hicieran querer coger los engaños, una pena.
“El moreno” como suelen llamarle a Morenito de Aranda venía de matar seis de Adolfo en solitario en Burgos y durante toda la tarde se le vio muy compenetrado con todas las reacciones tan inesperadas de este encaste con el que parece entenderse el torero burgalés a parte de la disposición y entrega que ofreció en todo momento. Emocionado desde el paseíllo, con el rostro a veces incluso contenido por el recuerdo, Morenito llevó a cabo dos trasteos que tuvieron mucha personalidad, mucha entrega y muchísima firmeza. Es un torero que compone con facilidad una expresión siempre en torero puro que persigue los caminos del toreo caro para abrirse paso y que alguna puerta grande en Madrid no hace mucho tiempo aun no le han servido para ocupar quizá algún puesto más alto en las ferias. Recibió al primero con verónicas a pies juntos y dos medias para cerrar el saludo muy torero. Andrés Revuelta y Pascual Mellinas brindaron en banderillas y saludaron montera en mano con la reverencia también del toreo de plata hacia el cielo que hoy tenía el nombre de Víctor Barrio. En la muleta se vio a un Morenito valiente, abandonado, exponiendo y por momentos como a su primero arrastrando “la pañosa” por abajo en naturales sueltos de mucha belleza engarzados con cambios de mano y remates por bajo que son gran parte de la identidad en la tauromaquia del moreno. El empaque y la belleza del trasteo ante su primero que brindó al cielo y la firmeza ante el más serio del encierro que cerró plaza que brindó a sus compañeros de cartel le sirvieron para cortar una oreja a cada uno de ellos tras sendas estocadas algo desprendidas en una tarde de Morenito llena de detalles con la torería como predominio en su argumento.
El reglamento aragonés que exige el doble trofeo a un mismo toro impedía la puerta grande para Ponce y Morenito, pero quizá hoy no era la tarde de los flases de las cámaras y los clamores de la puerta grande, hoy era la tarde de abandonar el ruedo como hicieron los tres toreros juntos con sus cuadrillas detrás, con la humildad y el señorío que hoy demostraron tres pedazos de toreros embriagados por la emoción, que tragaron saliva en muchos momentos porque hace un año perdieron a un compañero en ese mismo ruedo. Un torero que hoy estará muy feliz de saber que su pérdida significó engrandecer a la tauromaquia y bañar de oro el respeto y la verdad que contiene el toreo, como único espectáculo artístico donde la vida y la muerte conviven de manera real y su plaza de Teruel se vistió de gala para homenajear su recuerdo.
¡Víctor Barrio, descansa en paz por siempre torero!

Plaza de Toros de Teruel. Casi lleno. I Aniversario del fallecimiento de Víctor Barrio en esta plaza.
Se lidiaron toros de Adolfo Martin, feos de pitones, desiguales de presencia y comportamiento, deslucidos segundo y quinto, cierta clase con humillación del primero y discretos el resto en su juego.
Enrique Ponce (Grana y oro): Oreja y oreja
Curro Díaz (Azul marino y oro): Palmas y ovación.
Morenito de Aranda (Rosa y oro): Oreja y oreja.
Saludaron montera en mano Andrés Revuelta y Pascual Mellinas tras parear al tercero.
Los tres toreros abandonaron juntos el ruedo, a pie.

Crónica: Víctor Dorado