La foto final, con la sorprendente compañía a hombros del mayoral de Las Monjas junto a los toreros, culminó la triunfalista tarde noche de toros en Manzanares este sábado, tras dos horas y tres cuartos de festejo, excesivosen todo caso. El tiempo, y el triunfalismo. Aunque el pañuelo presidencial asomó a las 19:30 en punto, el primer toro saltó al ruedo a las 19:44 por problemas en la retirada del carro que paseó a la reina y damas por el anillo. Estaría bien que cuando el pañuelo asome, arranque la liturgia de los toreros y las cuadrillas en paseíllo. El coche de caballos también, pero antes.

El reparto de orejas fue idéntico para los tres coletas, pero sin duda el triunfador moral del festejo resultó ser Ginés Marín. Sorprendió el recibo capotero a su primero, con un lance que el genial Rodolfo Rodríguez El Pana dejó patentado como ‘la veleta’, y que cuando se hacía a una mano, como fue el caso, se llamaba ‘el encuentro’. Siguió la variedad capotera tras un puyazo apenas señalado y un quite por chicuelinas rematado con alegre serpentina. Estuvo animoso Marín que se echó de rodillas para salirse al tercio con la muleta. Ya en vertical tiró primero y bajó la mano después con la derecha. El toro quería tablas y ahí se defendió más por el izquierdo, pero un cambio de terrenos a los medios fue clave para sacar el fondo al toro dejándola en la cara y cerrando con remates bonitos, con gusto, y galeristas. Unas bernadinas ajustadas terminaron de calentar al público, que pidió la oreja a pesar de los dos pinchazos y la estocada baja con que finiquitó al animal.

En el sexto, el más serio de la tarde y que no se dejó de salida, dando guerra y manseando en varas y banderillas, apuntaló el inicio de muleta en los medios. Ahí, solos toro y torero, mejoró la previsión del comportamiento del animal, si bien tuvo un pitón izquierdo imposible. Tenía su punto de emoción y aprovechó Ginés el derecho para dibujar algunos muletazos buenos, con firmeza. Ya rajado en tablas se arrimó y calentó al festivo público de Manzanares, que quiso premiarlo con dos orejas, pero que el presidente dejó en una más que suficiente.

El Fandi fue toda la tarde “El Fandi”. Variado con el capote, bullidor en banderillas, y voluntarioso con la muleta. En su primero, escandalosamente escobillado de salida, y en su segundo, de hechuras magníficas, hubo largas cambiadas junto a las tablas como saludo. Molestado por el viento en el que abría plaza sacó algunos naturales meritorios ayudándose con la simulada donde revoloteaban los papelillos, en el tercio de capotes. Molinetes, rodillazos y adornos hicieron el resto para generar la petición tras más de media estocada. A su segundo, de nobleza extrema y buena condición, pero falto de fuerzas tras el exigente tercio de banderillas, le recetómás suavidad de la habitual en la muleta del granadino. Estuvo templado Fandi, pero con el toro muy a menos hicieron falta unas manoletinas para arrancar la segunda tras un pinchazo, una casi entera, y digno es destacarlo, un golpe de descabello perfecto, haciendo la suerte con belleza, con torería.

López Simón, nuevo en esta plaza al igual que Ginés, se encontró con un colorado anteado de nuevo absolutamente escobillado de ambas puntas. Era triste ver ese toro (esos toros) con los pitones absolutamente destrozados, muy triste. Estuvo variado de capa, llevando por chicuelinas al paso al caballo. Le tragó de inicio para afianzarlo por el derecho, pero había poco fondo en el animal. Por el izquierdo apuntó más sosería aún, permitiendo únicamente algún muletazo sin ligazón. Acortó distancias con el toro muy a menos para exprimirlo, y cortó su primera tras una buena estocada.

El quinto de la tarde, algo más montado que sus hermanos y protestado no se sabe muy bien por qué, cantó su condición de manso en los primeros tercios, sembrando el desconcierto entre las cuadrillas. Con la muleta en la mano Alberto eligió el terreno entre las dos rayas para ponérsela y ver qué pasaba. Y lo que pasó es que el toro se quedó, y terminó siendo el que más emoción tuvo. Eso sí, hasta que se rajó, que no fue demasiado tarde. Cerrado ya en tablas apuró las embestidas, dejando aún algún derechazo bueno. Apurado en las bernadinas finales, dejó otra buena estocada en la que se rozó la tragedia, pues el pitón del toro dibujó su trayectoria en el cuello de Simón, enseñando lo que pudo ser y afortunadamente no fue.

Crónica y fotos: Álvaro Ramos Golderos

FICHA:

Plaza de Toros de Manzanares, menos de media. Se lidiaron toros de Las Monjas desiguales de presentación, desarrollando nobleza en general, pero escasos de casta y poder. Los dos primeros aparecieron en el ruedo con los pitones totalmente escobillados.

El Fandi: estocada casi entera (oreja) y casi entera tras pinchazo (oreja).

López Simón: oreja y oreja tras dos buenas estocadas.

Ginés Marín: dos pinchazos y estocada baja (oreja), y estocada (oreja con fuerte petición de la segunda).