Con la resaca de una Semana Santa pasada por agua en sus días más señalados, quisieron las nubes dar un respiro para la celebración del festejo taurino que compone cada año la vecina localidad de Carrión de Calatrava dentro de sus fiestas en honor a la Stma. Virgen de la Encarnación.

El día festivo este año en la región y las ganas siempre de toros que tiene nuestra Mancha, propició que se palpara un gran ambiente que se tradujo en los tendidos, con más de tres cuartos de aforo cubierto del recinto portátil.

Cabe destacar la presencia en los tendidos de Paco Núñez, presidente del PP y candidato a la junta en las próximas elecciones, encabezando a varios representantes mas de su partido como la alcaldesa de la localidad Ana Mª López, la candidata a Las Cortes del PP de Ciudad Real, Lola Merino, o los diputados provinciales Adrián Fernandez (alcalde de Malagón) y Diego Ortega y Úrsula Luque responsable de asuntos taurinos del Partido Popular en la región, todos ellos demostrando que aunque no se trate de una plaza de primera ni de segunda, sino de cuarta categoría, apoyan sin tapujos ni complejos la tauromaquia y con ello las tradiciones que forman parte de nuestro “adn” manchego y español.

De lo acontecido en el ruedo podemos describir como muy escaso, casi nulo, el contenido ganadero ofrecido por el hierro de Iñigo Garzón, a quien animamos para continuar luchando por sus sueños, que con toda seguridad no tienen nada que ver con el comportamiento que sus cuatro toros dejaron en Carrión.

Ya saben que cuando el principal protagonista de la fiesta no se hace presente, lo demás viaja entre lo vacío, lo sobrante, lo excesivo e incluso lo inútil. Ante los cuatro animales estuvieron dos toreros a los que La Mancha quiere como algo suyo, y los cuales habrían protagonizado una gran tarde a poco que los de Garzón hubiesen puesto algo más de su parte.

Victor Puerto anduvo firme durante toda la tarde, dando muestras lógicas de superioridad ante dos enemigos vacíos de todo. Su primero, montado en su fisonomía, gacho de pitones y sin apenas fuerza lo recibió Puerto de rodillas. El “buen aire” que siempre ha tenido el percal de Puerto, inadvertido, porque había que “cuidar”. Con la muleta tres cuartos de lo mismo ya que aquello estaba cogido con alfileres y el temple y las alturas consiguieron simplemente pasarlo por allí varias veces. Una buena estocada le llevó el primer trofeo a sus manos. Su segundo pareció atisbar algo más de fuelle en los inicios, quedándose agarrado pronto al piso e impidiendo aquello tan bonito que es hacer el toreo. Tuvo pulcritud la actuación de Víctor, que comenzó la faena con un airoso molinete donde se veían los deseos de disfrutar. Se sucedieron los pases sin la profundidad ni el trazo deseados por el torero, que se fue tras la espada al segundo intento cobrando una nueva estocada que le hacían cortar otra oreja.

Aníbal Ruíz venía de cortar un rabo en Tomelloso unos días atrás, a un extraordinario toro de El Ventorrillo, dejando patente que el diestro alcazareño sigue en un estado de forma perfecto para afrontar cualquier envite. Con dos largas de rodillas comenzó el saludo capotero a un toro que en breves minutos y tras salir del caballo de Ignacio Sánchez donde se quedó mucho tiempo pasó a ser un auténtico buey, desclasado y sin gas para acudir a los engaños. La tauromaquia de Aníbal se nutre de muchos recursos, y uno de ellos es la raza del torero cuando el enemigo requiere que el de luces tenga que ponerlo todo. Se arrimó Aníbal para deleite del tendido marrando el triunfo con el acero y quedándose su primer capítulo en una calurosa ovación recogida por el matador desde el tercio.

El cuarto y último de la tarde fue el “Rey Tuerto” en ese país de los ciegos. De salida acometió permitiendo que Aníbal echara los vuelos a la verónica para lancearlo con gusto y abrochar una airosa media, rematando con la revolera. Tras el picotazo del picador hubo suavidad y mando en el capote de Jorge Fuentes. La faena de Aníbal tuvo comienzo de ir a por todas, echando las dos rodillas en tierra de nuevo y donde la repetición del de Garzón le dejó ligar varias tandas una vez erguido y entre las rayas. Se lo fue pensando cada vez más el animal, echando poco a poco la persiana con formas bruscas de embestir, de protestar y de propiciar embestidas sucias en su trazo y exentas de ritmo para que una vez acopladas las distancias y los terrenos hubiese aparecido el toreo encajado y con empaque que pone de acuerdo a todos. El pinchazo hondo en la yema y el descabello fueron suficientes para premiar con dos orejas la labor de un torero, por el que no pasan los años del desgaste, al contrario, cada vez se le ve más fresco y más capaz.

A hombros por la puerta grande, sí, bravo por los de luces y su dignidad, pero para el aficionado, una tarde donde pudo haber y no hubo, o pudo ser y no fue, al no existir esa materia prima fundamental que es la bravura enrazada en el toro.

Plaza de Toros portátil de Carrión de Calatrava. Tarde nubosa. Tres cuartos de entrada.

Se lidiaron toros de Iñigo Garzón, desiguales de presencia y juego, faltos de fuelle y sin gas los tres primeros y algo más enrazado el cuarto.

Víctor Puerto, de blanco y oro: Oreja y oreja.

Aníbal Ruíz, de azul y oro: Ovación y dos orejas.

Los dos toreros salieron a hombros. 

Actuó de sobresaliente Enrique Martínez «Chapurra».

Crónica: Víctor Dorado Prado.

Fotografías: Manuel del Moral.