Manuel Escribano, Rubén Pinar y Victorino Martín salen a hombros del coso daimieleño. Andando se fue Román, sin espada ante su lote.

Define la Real Academia Española sobre el verbo “surcar” en su segundo punto: Hacer en algo rayas parecidas a los surcos que se hacen en la tierra.Pues así embistió “Diligente” de Victorino Martín, lidiado en segundo lugar por el albaceteño Rubén Pinar, provocando la faena y el momento de la tarde.

“Diligente” surcó el “sueltecito” piso de plaza daimieleño, por donde hicieron el paseíllo con algo de retraso Escribano, Pinar y Román. El minuto de silencio in memoriam por las víctimas del covid ya habitual, y el himno de nuestra «Madre Patria», fueron atendidos con solemnidad y orgullo por los tres cuartos del aforo permitido que lució Daimiel.

La corrida del que es figura indiscutible de los ganaderos, fue variada de presencia, con la tónica general de la seriedad sin estridencias, es decir, el toro entipado, musculado y con el trapío marca de la casa. Toda la corrida cinqueña. Dicen que en la variedad está el gusto, y así tradujo la corrida sus comportamientos. Los honores de la vuelta al ruedo recayeron sobre el gran segundo, “Diligente” al que incluso le pidieron el indulto. Quinto y sexto también tuvieron entrega, así como el primero, aunque algo más incierto, siendo los más deslucidos tercero y cuarto, que resultó “un prenda”.

A la salida de la plaza destacó el nombre de Rubén Pinar entre los corrillos de aficionados. Rotunda, maciza y sensacional la tarde del albaceteño. Muy suelto, muy despejado de mente y muy firme se vio al Pinar de las grandes tardes. “Diligente” quizá lució la cara y las hechuras menos bonitas del encierro, al contrario de sus embestidas, las cuales ya desarrolló en un inicio de faena precioso del albaceteño.

Sonó “Cielo Andaluz” como banda sonora del toreo al natural. Pinar arrastró “la pañosa” de manera templada, muy despacio y acompañando un trance de belleza que “Diligente” trazó con su hocico surcando (literal) la arena daimieleña. Lo cuajó por ambos lados al natural, ya que la diestra también acompasó sin ayuda en el epilogo. La estocada arriba y la resiliente manera de pelear su vida de bravo hasta el último momento, fueron los ingredientes de una puesta en escena francamente bella, efímera y única como son las emociones que genera solo este espectáculo.

Al bajísimo de hechuras que hizo quinto, lo recibió Pinar tremendamente confiado, y ya de salida, con las dificultades que suelen dar estos toros, lo llevó fenomenal, de manera templada. Recibió uno de los buenos puyazos que se dieron en la tarde, en este caso el que dejó en la yema “Puchano”. El comienzo de faena de Pinar, abrumador, viéndolo muy claro y llevándolo a los medios con torería, para después dejársela bien puesta para tirar de él, aunque el ritmo y recorrido de este quinto no tuvieron esos finales por abajo que otorgan rotundidad a los muletazos. Se lo llevó entre las rayas, con ayudados flexionando la pierna que carga la suerte, rubricando con el de pecho, mirando al tendido. La espada de nuevo le funcionó de manera eficaz, llegando a desorejar de nuevo a su oponente.

Manuel Escribano anduvo en profesional con la lidia de sus dos toros. El oficio y capacidad técnica del torero de Gerena son indiscutibles. El que abrió plaza no terminó de definirse por un aparente buen pitón izquierdo que después varió por básicamente, aquello de las dificultades que plantea la bravura encastada, y la personalidad del toro de esta casa ganadera. Se la jugó por el lado derecho un entregado Escribano que dejó varios naturales profundos y mandones. La media estocada fue suficiente para agarrar el primer trofeo del sevillano.

Ante el cuarto tuvo Escribano que ponerse el mono de faena, el de interpretar los problemas que suelen presentar los de Victorino complicados, esos que conforman el “catálogo de las alimañas” y que no pueden faltar a la cita. “Un prenda” que embistió de lado, sin entrega y a la defensiva, detrás de la mata y con un peligro sordo que quizá no fue del todo visto por el tendido. A este le recetó un soberbió par de banderillas, con el que cerró el tercio. El esfuerzo de Escribano vino por la honestidad y profesionalidad, queriendo ir hacia delante con el toro, a sabiendas que la recompensa podía ser, que lo atrapara. Dicho esfuerzo fue recompensado por el público, pidiéndole una oreja tras la estocada entera “en el rinconcito de Ordoñez”

Román se fue de vacío por ese bastión tan importante que es el acero en tardes donde uno no debe quedarse atrás. Su primero se desentendió de todo en los primeros tercios, para después pegar un giro radical en su comportamiento y ponerse a embestir con cierta franqueza en la muleta. Sin llegar a ese toro de nota de Victorino, pero valiendo para apretarse con él y “estar”.

En el sexto encontró el valenciano mayores vías de triunfo, con el que cerraba la tarde. A este lo toreo a caballo “Chocolate” recetando dos buenos puyazos, así como “Lipi” lo templaría de manera soberbia, llevándolo y haciéndolo romper hacia delante de manera sensacional. Brindó Román su faena al buen torero cordobés Jose Luis Moreno. A la franela llegó “Milenario” con un punto de sosería, que quizá fue el hándicap por el cual su faena no se fuera a los vuelos de la emoción. Firme y bien colocado Román consiguió sin continuidad muletazos sueltos por ambos lados que tuvieron trazo. Con la espada de nuevo erró, perdiendo las opciones de quizá obtener sendos trofeos con su lote.

Cuando la bravura regala tardes de interés, donde el aficionado se va con los bolsillos llenos de contenido, con las expectativas generadas cubiertas, con la satisfacción de ver torear, y con la sensación de no haberse aburrido en ningún momento, todos salimos ganando, porque gana la fiesta brava, o nacional, o del pueblo, o como quieran llamarla, gana la tauromaquia y en tardes así se renuevan ilusiones, se riegan las tierras de la afición y además, y lo más importante, se siembran nuevas semillas de nuevos aficionados que después de la tarde de hoy, a buen seguro y no tardando mucho, repetirán.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: @ Manuel del Moral Manzanares

Plaza de Toros de Daimiel. Tres cuartos de entrada. Tarde de calorcito y bochorno.

Se lidiaron toros de Victorino Martin, desiguales de presencia, pero con trapío y seriedad todos ellos. Destacó por su bravura, entrega y humillación el segundo “Diligente” premiado con la vuelta al ruedo.

Manuel Escribano, de azul perchel y oro: Oreja y oreja.

Rubén Pinar, de purísima y oro: Dos orejas y dos orejas.

Román, de blanco y plata: Ovación y palmas.

Escribano, Pinar y Victorino salieron a hombros por la puerta grande.