Tarde importante en Almodóvar del Campo con Puerta Grande de Ventura y Tomás Rufo, en un festejo donde la polémica estuvo servida con el Palco Presidencial.

Segunda de feria en Almodóvar del Campo, con gran ambiente en los tendidos y mucho público, que acudió al hilo de un cartel muy atractivo, con todo un maestro del toreo a caballo como es Diego Ventura y dos toreros jóvenes en los que están puestas las miradas de todos los aficionados. El festejo comenzó con un respetuoso minuto de silencio para el recordado Manolo Gijón, propietario de la cuadra de picar conocida tanto en la provincia como por toda España, y vecino además de la localidad. Un  homenaje que incomprensiblemente no se realizó en el primer festejo que se celebró en la feria quedando enmendado así el error inicial.  En la memoria de todos los que tuvimos la suerte de conocer al bueno de “Manolo”, su recuerdo estuvo bien presente durante toda la tarde.

Abrió plaza Diego Ventura, enfrentándose a un animal francamente impresentable de Hermanos Serrano con los pitones mutilados. Dos rejones de castigo dejaron al “astado” muy apagado, todo lo tuvo que hacer el de la Puebla del Rio llegándole mucho en los embroques con Nómada y Velásquez buscando provocar así las embestidas. El alto voltaje llego al final,  culminado con brillantez y con las cercanías en un soberbio par a dos manos y  con las cortas al violín a lomos de Guadiana. Fue ovacionado tras una fuerte petición que el presidente no atendió tras pinchazo y trasero rejón de muerte.

En el cuarto de la tarde llego el lio gordo con Ventura, con el que transmitió la emoción de sus grandes tardes. Ya de salida, en los primeros compases supo medir bien al astado con el caballo Joselito, después llegaron los quiebros ajustadísimos a lomos de Fabuloso en batidas en las que disminuyo el ritmo para propiciar embroques perfectos, de esos que provocan la emoción en el tendido. Mención aparte, lo logrado con Bronce, con el que conquisto y se adueñó de todos los terrenos de la plaza. Bronce en Almodóvar se convirtió en oro, dejándose llegar mucho los pitones, sorprendiendo por su expresividad, todo un espectáculo percibir como se crece, como quiere quedarse en la cara de los toros, dejarse ver, provocar, dominar, torear y ejecutar las suertes sin la cabezada, dejándole hacer al caballo, dándole unas alas Diego Ventura que el de capa baya aprovecha para volar. Toda esa gran creación fue rematada con un fulminante rejón de muerte que le trajo a sus manos los máximos trofeos.

El segundo de la tarde que le correspondía a Pablo Aguado tuvo que ser devuelto a los corrales por su evidente flojedad y para más inri partirse un pitón durante la lidia. Salió en su lugar, un sobrero de Juan Pedro Domecq que fue noble y con el que consiguió series muy logradas por ambos pitones. Mostrando esa pinturería barroca, propia de un torero sevillano, con expresividad y con un evidente gusto y pellizco. Lástima que no lo refrendara con los aceros, ya que la espada cayó baja, y aunque se le pidió la oreja con fuerza finalmente no se le concedió.

En el quinto, Pablo Aguado tuvo a un toro muy venido a menos en la muleta. Había que llevarlo muy a media altura sin obligarlo mucho y dándole sus tiempos. Aún con la condición del toro, consiguió pasajes importantes con muletazos lentos, cadenciosos, y templados rememorándose ese toreo clásico que tanto gusta. Su labor, la remato igual que la inició, con ayudados por alto y tras una estocada caída llego la polémica de la tarde. La alguacililla le otorga dos trofeos erróneamente y el Presidente obliga a rectificar, ya que solo había concedido una oreja, en ese momento el torero muy contrariado tiró los trofeos con desprecio sobre el albero. Un mal gesto, de rabia que no beneficia a un torero, con el consiguiente enfado monumental del público con el palco presidencial, al que le llovieron improperios por doquier. Dicho sea de paso, la ubicación de la Presidencia en este coso es francamente mejorable ya que no resulta muy visible y  puede dar lugar a situaciones de confusión.

Tomás Rufo, se encuentra en un momento extraordinario, y así quedó patente en el coso de las Eras de Marta, dejando claro cuál es el sitio quiere ocupar en la Fiesta. Comenzó apostando fuerte con un sobresaliente recibo capotero, y un vibrante inicio de rodillas en la muleta. Todo lo hizo muy en torero, corriéndole muy bien la mano, con dos series de naturales lentos, encajados y eternos que hicieron crujir a la plaza. Desplegando su artillería, su torería  frente al noble astado de Román Sorando. Pinchazo y efectiva estocada le sirvieron para pasear las dos orejas jaleadas con mucha fuerza.

En el que cerraba el festejo, un toro de Juan Pedro Domecq que no llego a romper, muy encogido y con poco acometividad al que el torero de Pepino tuvo que poner lo que le faltaba, poniéndose entre los pitones en una labor de entrega total. Cerró su actuación con manoletinas y tras la eficaz media estocada se le pidió con rotundidad la oreja, petición que no fue atendida por el Presidente, lo que volvió a derivar, como se pueden imaginar, en otra bronca considerable y generalizada.

Crónica y galería fotográfica: © Juan Domínguez.

Foto portada: © Toros de la Merced

Ficha del festejo:

Plaza de toros de Almodóvar del Campo. Segunda de feria. Corrida Mixta. Más de tres cuartos de entrada en tarde agradable de temperatura.

Se lidiaron astados de Hermanos Serrano para rejones, Román Sorando, Juan Pedro Domecq (2º bis) y ultimo, desiguales de presentación y de buen juego en líneas generales.

Diego Ventura, ovación con saludos tras petición y dos orejas y rabo.

Pablo Aguado, ovación con saludos y oreja con bronca al palco presidencial por no conceder la segunda.

Tomas Rufo, dos orejas y ovación tras fuerte petición.

Se guardó un minuto de silencio por el recordado D. Manuel Gijón Moreno en fechas del primer aniversario de su fallecimiento.

Se desmonteró en el quinto, el torero de plata Iván García de la cuadrilla de Pablo Aguado.