El mal uso de los aceros limitan la tarde a tres orejas. Curro Díaz cuaja una tarde de mucho compromiso sin espada, Escribano aprovecha su buen lote y realiza dos faenas de muchos kilates y Carlos Aranda sale airoso de su importante compromiso con mucha responsabilidad y donde se le exigió en exceso.

Por Tomás Mata Menchero

Tarde de continente y contenido por debajo de lo esperado. Gran expectación había alrededor de la corrida de esta tarde en la plaza de toros de Daimiel con motivo de la Feria y Fiestas de esta localidad en honor de la Virgen de las Cruces y más aún cuando el cartel anunciado había despertado gran interés entre los aficionados pues tanto los toros anunciados de Adolfo Martín como la terna compuesta por Curro Díaz, Manuel Escribano y el paisano Carlos Aranda que hacía su presentación como matador de toros en el coso daimieleño. Era como para presagiar y disfrutar de una gran tarde de toros, pero todo quedó en esfuerzo por parte de la terna para poder sacar el mayor partido de un encierro que si bien no fue como se esperaba, en cuanto a comportamiento se refiere, tampoco fueron alimañas ni mucho menos pues quizás la nota predominante de los animales fue su nobleza, su justeza de fuerzas e incluso su tendencia a irse con cierta frecuencia a terrenos querenciosos en dirección a las tablas rehuyendo en ocasiones la pelea. De esta guisa la solvencia la planteaban e incluso llegando a lucirse en ciertos pasajes, eso sí con cuenta gotas, pues pocas embestidas de calidad y repetidoras ofrecieron “los Adolfos”, solo los esfuerzos de los toreros y la generosidad del palco hicieron que la tarde no pasase en blanco.

La estampa de los pupilos de D. Adolfo Martín, que presenció el festejo desde el tendido, era impresionante con una conformación córnea pavorosa e incluso demasiado playeros lo que dificultaba lo que vulgarmente se dice “que cupieran en la muleta” por eso lo de que continente y contenido pues continente había pero contenido escaseó, eso en cuanto al encierro. Con respecto a los toreros pues algo parecido, de sobra es sabido que toreros como el jienense Curro Díaz, el sevillano Manuel Escribano e incluso el debutante en su pueblo Carlos Aranda tienen continente como para solventar todo tipo de papeletas pero tampoco sacaron a relucir todo su contenido y eso que en todo momento estuvieron por encima de sus oponente.

Dicho esto vamos con la corrida.

Abrió plaza un cárdeno, estampa espectacular, como toda la corrida, y con un comportamiento un tanto irregular, al que Curro recibe con verónicas de buen trazo para recibir el animal un puyazo con la cara abajo tras el cual el diestro solicita el cambio de tercio y transcurrido sin pena ni gloria el tercio de banderillas inicia el diestro de Linares su labor muletera sin probaturas y sobre la mano izquierda aceptando el animal con la cara ciertamente humillada y facilitando el diestro las acometidas ayudando al toro sin exigirle. Cuando Curro le obliga algo más el animal muestra tendencia a irse a los terrenos de chiqueros. La faena se basa principalmente sobre la mano zurda pues el pitón derecho no ofrece garantía alguna y a medida que avanza la faena se desvanece el interés del toro por embestir pues a pesar de que los embroques son buenos, al final de los muletazos el burel sale siempre con la cara por encima del estaquillador. De estocada corta acaba Curro con el animal que tras el arrastre saluda una ovación desde el tercio.

El cuarto es un toro tremendamente playero y cornalón con el que el matador jienense no puede lucirse con el capote por la falta de entrega del animal, en el caballo empuja solo con el pitón izquierdo y mejora su condición al acudir por segunda vez al caballo aunque en banderillas espera muchísimo a los banderilleros que cubren el expediente sin pena ni gloria. Ya con la muleta otra vez basa Curro su faena sobre la mano izquierda pero que el animal a pesar de tener buenos embroques afea las embestidas saliendo siempre con la cara alta al final de los muletazos. Se muestra Curro muy seguro y muy por encima de las condiciones del astado e incluso logra algunos muletazos con la mano diestra de trazo más que estimable pero el borrón llega con la espada pues el acero cae bajísimo, un sartenazo feo que da con el toro en tierra por lo que recibe silencio del respetable.

Buen recibo capotero el de Manuel Escribano al segundo de la tarde, un animal justito de fuerzas que tras pasar por el tercio de varas midiendo mucho el castigo opta el sevillano por coger los palitroques con los que no estuvo mu acertado que digamos. Ya con la muleta el diestro muestra la solvencia que atesora con este tipo de encaste y tras un par de series con la mano diestra se cambia la muleta de mano y consigue al natural unas tandas muy meritorias con la mano baja volviendo de nuevo sobre la diestra y aunque el toro no responde igual consigue algunos muletazos que llegan a los tendidos a base de colocación y temple. De pinchazo y estocada caída acaba Escribano con su oponente y tras fallar con el descabello en primera instancia el toro se echa recibiendo el matador una ovación.

Al quinto toro lo recibe el de Gerena con dos largas cambiadas en el tercio y una serie de verónicas de gran valor, mal el picador en el tercio de varas ya que previamente a meter las cuerdas marró en dos ocasiones colocando la puya a ambos lados del morrillo. Con las banderillas parece ser que no es hoy el mejor día de Escribano pues tampoco estuvo muy acertado en esta ocasión. Ya con la muleta construye el matador una faena de buena estructura e improvisación muy del agrado del público aprovechando las aceptables embestidas que el toro le ofrece por el pitón izquierdo a base de cruzarse con el animal y de uno en uno consigue exprimir al toro aunque este le pone en aprietos cuando trata de torear con la derecha pero la faena tiene mucho mérito. De estocada entera un tanto caída acaba con el animal y desde los tendidos se solicitan los trofeos que el palco atiende generosamente concediendo no un apéndice si no dos un tanto excesivos pero la gente de Daimiel es así de generosa.

Con un terno precioso nazareno y oro hizo esta tarde su primer paseíllo como matador de toros Carlos Aranda en su pueblo natal y al que le correspondió en primer lugar un toro de buenas hechuras al que el torero recibió por verónicas de buen trazo una vez que desplegó el capote para posteriormente poner al toro en suerte en el caballo en el que el animal recibió un puyazo fuerte y otro después de salir en dirección al picador que guardaba la puerta.

Con la muleta no es nada claro el animal pero Carlos parece entenderlo a base de insistencia aunque quizás preso de ciertos nervios se le nota un tanto tenso y eso que la faena es limpia aunque falta de cierta ligazón unas veces por la incierta embestida del animal y otras por la falta de colocación o de terrenos elegidos y eso que para la condición que tiene el toro, el trasteo del torero local está por encima de las condiciones del animal ya que aunque sea de forma intermitente consigue pases de cierta importancia. Ya con el acero pincha dos veces antes de cobrar una estocada entera en la suerte natural pues los pinchazos vinieron al ejecutar los intentos anteriores en la suerte contraria cosa que bajo mi punto de vista no era la mejor. Arrastrado el toro recibe una ovación que el torero saluda desde el tercio.

El cierra plaza es un animal imponente y con cara de mayor al que Carlos recibe de capote con la rodilla genuflexa ganando terreno antes de acudir al caballo. En banderillas el toro corta de forma escandalosa y una vez cambiado el tercio y tras brindar su labor con la muleta a sus paisanos, inicia el daimieleño una faena en los medios con ciertos altibajos pero más despaciosa y meritoria que la de su primer toro consiguiendo algunos muletazos de buen trazo y suavidad e incluso en algunos llega a desmayar la figura. El toro no es fácil pero el torero resuelve con cierta solvencia los problemas que el burel le plantea y aunque la faena es un tanto deslavazada no deja de tener importancia y así se lo reconocieron sus paisanos cuando tras cobrar una estocada un tanto perpendicular dio con el toro a tierra y sacaron los pañuelos solicitando la oreja y que el palco concedió.

Tarde interesante para los aficionados y eso que tanto el continente como el contenido ha estado por debajo de las expectativas despertadas.

Puerta Grande para Manuel Escribano, oreja para Carlos Aranda y ovación a la profesionalidad y buen hacer de Curro Díaz es el balance definitivo de la tarde.

Y esto ha sido todo lo que a mi juicio ha acontecido esta tarde en Daimiel.

Mi próxima crónica será desde Madrid y el la Feria de Otoño, hasta entonces un saludo a toda la afición manchega.

Agradecer  la empresa Tauroemocion como ha atendido a los medios y que el patio de cuadrillas y el callejón, haya estado limpio para poder trabajar. Gracias Verónica por tu trabajo.

Plaza de toros Daimiel (Ciudad Real). Tres cuartos de entrada. Corrida de toros de la ganadería de Adolfo Martín. Bien presentados y exigentes para los toreros. 

Curro Díaz, ovación en ambos.

Manuel Escribano, ovación y dos orejas.

Carlos Aranda, palmas y oreja.

Crónica del festejo: Tomás Mata Menchero

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares

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