En esta ocasión fue en el día de todos los Santos cuando ya de manera tradicional Alcázar de San Juan puso el broche a la temporada ciudarrealeña. Esa bendita locura de sentirse torero es el motor, la tracción y la ilusión que mueve a todos los que hacen posible este festival. Desde su organizador, Oscar Castellanos, hasta sus colaboradores, pasando por todos los que conforman el entorno de quienes tienen las agallas de tirar hacia delante, unos desde la condición de profesionales, y otros desde la de aficionados prácticos desean soñar y vivir en torero.

Sueñan y viven en torero durante todo el año, porque no cabe duda que aquellos que deciden anunciarse en un festival taurino, independientemente de su posición laboral o social, encierran bajo su piel espíritu de torero.

Esta decimosexta edición del festival se celebró bajo un bonito día de sol y luz que a medida de que “Lorenzo” fue tapándose terminó Noviembre diciendo “aquí estoy yo para hacer que os abriguéis”. La plaza registró una bonita entrada de más de un cuarto de aforo.

Al término del paseíllo recibió un reconocimiento el matador de toros Alberto Aguilar, por su reciente despedida de los ruedos y presente en Alcázar por el acompañamiento artístico que desempaña hacia “Lalo de María”.

Salió en primer lugar un eral de San José para su criador José Antonio Carretero, que aprovechó la nobleza y la buena condición del animal. Carretero logró tardes de triunfo en el coso alcazareño en tardes para el recuerdo como así inmortaliza algún azulejo en el patio de caballos. El grandísimo subalterno que es hoy en la actualidad uno de los abanderados del toreo de plata más puro dejó constancia de su oficio y saber estar ante la cara de los toros. Puso el broche a su faena con un toreo de cercanías donde el sentido del temple y la tauromaquia castellana y seria hicieron que aquello pareciera demasiado fácil. Oreja.

Oscar Castellanos es el verdadero artífice de todo esto y a día de hoy hombre de confianza de uno de los toreros más considerados y reconocidos por las más exigentes aficiones taurinas, como es Curro Díaz. Lidió un novillo de su hierro de “Las Cuadrillas” con el que aprovechó mediante el brindis para pedirle matrimonio a Leticia (su novia) y a los que desde estas líneas deseamos la mayor felicidad del mundo hacia dicho enlace. El colorado eral que despachó el alcazareño no tuvo intenciones de embestir humillado para permitir a Oscar lucirse. Tuvo que lidiar y bregar buscándole las vueltas al animal para imponerse y conseguir sacarle muletazos. Oreja.

El francés “Lalo de María” hijo de la rejoneadora María Sara, mostró su concepto ante un animal con el hierro de “Guadalmena” que desarrolló una movilidad y humillación muy interesantes. Duró mucho el eral embistiendo a la muleta del espigado y joven torero galo, que se emborrachó de toreo apurando demasiado los tiempos pero disfrutando mucho con el comportamiento del de Guadalmena. (Palmas)

El alumno de la escuela taurina de Alcázar, Guillermo Soto tuvo como “enemigo” a una “criatura” de añojo que se quedaba demasiado chico para el novillero. La desventaja del animal por la además acusada falta de fuerzas fue lo más deslucido del festival.

Desde México se presentaba en España como aficionado práctico Alejandro Aceves, que evidenció un gran nivel por las formas y maneras de pisar el ruedo, tratándose de alguien que no es un profesional. Además de su comportamiento durante toda la tarde se enfrentó a un eral de “El Ventorrillo” (el más serio de los que salieron por toriles) que exigía oficio y asentamiento de plantas, y vaya que si se las dio el mejicano. Muy firme con el capote y colocándose en el sitio con la muleta obtuvo los mejores pasajes artísticos del festival. Naturales largos, muletazos profundos y sobre todo lo que más sorprendía la confianza con la que dominó la enrazada embestida del eral. El epilogo además calentó los tendidos cuando ligó  por ambos pitones pasándose la muleta por detrás para después enterrar el acero en el sitio. Dos orejas y rabo para Aceves y vuelta al ruedo al gran novillo de “El Ventorrillo”.

En sexto lugar actuó quien es el Director de este portal Manuel del Moral, y a quien todos conocéis de sobra. Triunfador en varias ocasiones de este festival y el cual con los valores que contiene su persona metió en Alcázar de San Juan un gran número de seguidores y amigos para verle hacer lo que más le gusta, que aparte de disparar con su objetivo y regalarnos verdaderas obras de arte fotográficas, es torear. El jabonero que lidió de la familia Gallego, con el hierro de Javier Gallego tuvo un comienzo templado y permitió a Manuel estirarse a la verónica y gustarse con una bonita media. Brindó su faena a Ramón Muñoz de Cuerva en un emotivo brindis por la gloria del siempre añorado Francisco Muñoz de Cuerva. En la muleta el jabonero por aquello de la diversidad de encastes (Veragua) pronto aprendió las carencias técnicas de nuestro director al que puso las cosas difíciles ya desde la segunda tanda. Manuel de manera muy meritoria lidió y mató a su oponente para de manera muy digna sentirse orgulloso una vez más de haberse vestido de torero. (Oreja)

Jesus Sánchez lidió un animal de Alejandro Vázquez que no fue nada fácil y con el que tuvo complicado lucirse. Aun así consiguió bellos pasajes al natural, provocando la embestida  y ajustando eso tan difícil que es cogerle a los animales las alturas y las distancias. Con mucho mérito también tuvo Jesus Sánchez ocasión de saborear lo difícil que es torear.

El resultado de los trofeos fue en el de mejor faena para el mejicano Alejandro Aceves, el de mejor novillo para el eral de “El Ventoriillo” y el de mejor brega para el buen torero de plata “Jorge Fuentes” que estuvo sensacional durante toda la tarde y mejor par de banderillas Alberto Román.

De esta manera termina la temporada en Ciudad Real, congregando cada edición a más aficionados de diferentes partes, en un festival que esperemos siga poniendo el broche al calendario taurino de nuestra tierra por siempre. ¡Enhorabuena a todos!

Crónica: Víctor Dorado Prado

Fotos: © Ernesto Naranjo / © Iván Rodriguez / © Francisco Moreno