Primera corrida de la feria de San Isidro donde lo más positivo ha sido el cartel de «No hay Billetes». Apenas concedió opciones la corrida de los hermanos Lozano. Confirmó alternativa García Pulido. Urdiales dio una vuelta al ruedo en el tercero.
Primera corrida del serial de San Isidro con expectación máxima y lleno de “NO HAY BILLETES” en el coso de Las Ventas del Espíritu Santo, tarde calurosa en lo climatológico, demasiado traje con corbata, exceso de bebidas alcohólicas en las manos de los aficionados no habituales en la plaza y saludos, muchos saludos entre vecinos de localidad que hacía casi un año que no se veían.
Así el ambiente previo muchos de los que lean esta humilde y personal crónica se preguntarán a que viene el título que la encabeza y yo se lo voy a explicar.
Otrora y no hace mucho tiempo decir Alcurrucén, en cuanto a lo que ganadería de toros se refiere, era garantía de posibilidad de éxito para los toreros pero a tenor de lo visto hoy en el ruedo venteño no estaría demás que parte del ganado bravo de esta ganadería pasase una criba importante, se destinase al matadero más cercano para hacer las delicias de los gourmets más exquisitos y empezar una selección más exhaustiva en sus productos de nueva crianza ganadera. Eso en lo que se refiere a “LO QUE ERA Y LO QUE ES” del encabezamiento.
En lo referente a “LO QUE PUDO SER Y NO FUE” es muy sencillo, una terna compuesta por Morante de la Puebla, Diego Urdiales y el confirmante García Pulido era garantía de triunfo a poco que los toros de esta tarde se hubieran comportado como su genérico nombre indica “toros bravos” pero no fue así y el tedio y el aburrimiento se adueñaron del ambiente festivo de los tendidos donde se hablaba más de la gesta del Real Madrid el miércoles pasado que de lo que acontecía en la arena.
Dicho esto y haciendo un esfuerzo pongo a trabajar mi memoria para poder contarles algo de lo que ocurrió esta tarde y a fe que me va a costar decir algo especialmente reseñable pues ya conocemos todos el dicho de “sin toros nada tiene importancia” o la famosa frase de “lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”.
La presentación de los toros que han salido por la puerta de chiqueros en el festejo de hoy eran de presentación aceptable aunque faltos de remate algunos, con tendencia a mansear casi todos, reservones y agarrados al piso los que no ofrecían al menos media embestida que fueron la mayoría, sin humillar y aquel que parecía tener buen embroque salía siempre con la cara por las nubes. Que si, que su árbol genealógico dirá lo que quiera, que si Vistahermosa, que si Murube, que si Parladé, que si Tamarón, que si Conde de la Corte, que si Carlos Núñez, que si para acá, que si para allá, pero que al final los que hoy se han lidiado ni chicha, ni “limoná”. Señores Lozano háganselo mirar por favor.
La terna de matadores estaba compuesta por el sevillano Morante de la Puebla, el riojano Diego Urdiales y el toledano García Pulido que confirmaba alternativa y por lo tanto le correspondió hacerse cargo de la lidia y muerte del primero y sexto de la tarde.
Saltó al ruedo en primer lugar un toro negro bragado fino de hechuras, encampanado y frío. Imposible de torear con el capote, aunque eso si es norma de este encaste, no hace pelea en el caballo y toma la segunda vara con el picador que guardaba la puerta, manso y pensándolo mucho en el tercio de banderillas. En la muleta embiste con cierta claridad en los primeros compases pero no termina de acoplarse el toledano y se amontona la faena quizás por los nervios que pueden atenazar al confirmante que aprovecha un tanto las embestidas en línea recta del animal, la faena no toma cuerpo y mata de estocada desprendida. Ovación y algunos pañuelos en los tendidos que dejaban claro quienes en su D.N.I. pone que son naturales de Castillo de Bayuelas y cercanías.
En sexto lugar García Pulido se hizo presente con el capote ante un toro colorado y con mucho cuerpo que se se queda en los primeros lances pero se muestra reservón y despistado en los siguientes manseando en su encuentro con el caballo en el tercio de varas al salir despavorido y rebrincado de los encuentros con el varilarguero.
En la muleta se nota algo más relajado al matador consiguiendo alguna serie aceptable alargando las embestidas a base de provocar los embroque con la muleta retrasada. Recibe un recado presidencial y tras pinchazo y estocada baja acaba con el burel y ve silenciada su labor.
Al verse alterado el orden de la lidia al ser Morante el padrino de confirmación de García Pulido, lidia al segundo de la tarde, un toro de trapío justito por no decir escaso para la primera plaza del mundo, feote y con poco cuello. En su encuentro con Aurelio Cruz, varilarguero de turno, desmonta al caballero que sufre un fuerte pisotón del caballo y se hace cargo del tercio Pedro Iturralde que no tuvo su tarde precisamente, ni en este ni en el cuarto que le correspondía por turno.
Con la muleta en mano, el de La Puebla inicia un trasteo que el animal admite dormido en sus acometidas, voluntad pone Morante y cierto esfuerzo también pero siempre al hilo del pitón, acorta el matador la distancia y tras un par de naturales y algún trincherazo de bella factura, coge la espada de acero y empieza un mitin importante ya que tras siete pinchazos sin dejar la espada en la anatomía del toro coge el descabello después de recibir dos avisos y acierta con el verduguillo al primer intento. Bronca.
El cuarto es un toro colorado ojo de perdiz cortito de manos y con los pitones vueltos que echa las manos por delante frenándose en el capote. El Presidente de la corrida Don Víctor Oliver cambia incomprensiblemente el tercio cuando el toro aún no había sido parado, tendría prisa el hombre, lidia bien Curro Javier pero en la muleta duró lo que un caramelo en la puerta de un colegio. Una trincherilla, campana y se acabó. Morante lo sabía pues ya cuando cogió la pañosa lo hizo también con la espada de verdad. Estocada baja casi entera y toro a tierra. Pitos.
Llega el turno de Diego Urdiales en el tercero de la tarde, un toro veleto con las manos muy largas y un tanto silleto que disfrutó corriendo la circunferencia del ruedo sin hacer caso a las llamadas con los capotes. Es el único toro de la tarde que aceptó la pelea en el caballo pero no para tirar cohetes aunque menos es nada. Quite por verónicas del riojano para que después del tercio de banderillas Urdiales brinde al público. Aprovecha el matador la poca humillación que el toro ofrece en sus embestidas y a pesar de que las acometidas van siendo cada vez más dificultosas el riojano consigue algunos muletazos sueltos de bella factura, el toro se va apagando y da por concluida una faena de buen profesional recetando una buena estocada que hace que salgan muchos pañuelos en los tendidos aunque no suficientes para la concesión de una oreja por parte del inquilino del palco. Vuelta al ruedo sin muchas discrepancias.
El quinto es un negro listón hecho cuesta arriba que echa las manos por delante en el capote que le ofrece Diego Urdiales, manso, mansísimo en el caballo del que sale saltando despavorido y al que hay que dar muchos capotazos para sujetarlo y eso le hizo llegar al último tercio con muy pocas posibilidades al riojano al que quizás habría que haberle sometido por abajo desde el principio pues el toro no gastó nada de lo que llevaba dentro y además medía cada vez que iba a iniciar una acometida, imposible lucirse. Estocada made in Urdiales tirándose muy derecho y pasando a pesar de que el toro le echa la cara arriba. Silencio.
Y esto es lo que a mi juicio ha dado de si la primera corrida del San Isidro 2.024 y si esto ha comenzado así, difícil será que lo que vaya viniendo en días posteriores no lo mejore.
Destacar que se desmonteraron en banderillas Joao Ferreira y Alberto Zayas tras parear el cuarto y la lidia de Curro Javier en ese mismo toro.
Y esto ha sido todo por hoy bajo mi punto de vista.
Mañana más y mejor.
Crónica: Tomás Mata Menchero
Foto: © Alfredo Arévalo (Plaza 1).
