NAVALÓN CIERRA A HOMBROS LA FERIA DEL REGRESO

Marco Pérez perdió el triunfo por la espada y Cristian González tuvo muy pocas opciones con su lote en una desrazada novillada de Albarreal

Muchos años atrás el bueno de Juan Pérez Serrano escribió, con esa gracia que también tenía toreando, que mi siempre recordado amigo José Manuel Castro ‘El Monaguillo’, joven novillero por entonces, no había estado “ni bien ni mal, sino todo lo contrario” en su actuación. Al Monaguillo le escuché aplicar esa enrevesada sentencia decenas y decenas de veces cuando la situación a ello invitaba, y hoy soy yo quien me siento invitado a usarla. ¿Que cómo estuvo la novillada? Ea, pues ya lo saben…

Tres fueron las orejas que paseó Samuel Navalón en el último capítulo de la Feria Taurina de Ciudad Real, y que le sirvieron para alzarse como triunfador de una novillada que había despertado mucho interés entre la afición de la provincia, pero que sin embargo no se vio refrendado en la asistencia de público. Y para colmo tampoco sirvió la novillada de Albarreal, ayuna de raza casi en su totalidad.

Digo casi, porque hubo un novillo que quiso cogerla, sin ser un dechado de bravura, pero queriendo seguir las telas hasta el final, algo que vista la tarde, no era poco. Fue el cuarto, al que Navalón recetó una buena media en el saludo y que brindó a César Jiménez, presente junto a su familia en el tendido y sin las cámaras de CMMedia. Fue bonito el homenaje a Julio Robles en el recibo de rodillas en los medios, comenzando después a torear con pulcritud por el derecho. Pero pronto se puso por el izquierdo, el de más calidad. No terminaba de permitir la ligazón, pero hubo naturales buenos, largos, encajado el valenciano. Faltó, quizás, buscar una rebaja de la velocidad, pero al volver al derecho se demostró que por ahí también era bueno. Ya a menos hubo un par de sustos y unas luquesinas que calentaron el ambiente antes de irse detrás de la espada para dejar una buena estocada que le aseguraba la puerta grande.

A su primero le había cortado una en una faena diferente, menos reunida y ajustada, ante un novillo más soso que iba y venía diciendo más bien poco. Tiró de ofició y recursos para cerrar con manoletinas y una estocada por la que también pidieron la segunda oreja, quedándose el premio en una. Ya se sabe que la segunda es del presidente, y así lo consideró. Personalmente lo consideré igual.

Marco Pérez tiene imán, tiene esa cosa especial que te invita a estar pendiente de él no sólo en sus novillos. Y tiene, esto ya lo sabe todo el mundo, el toreo metido en la cabeza y en el corazón. Pocas veces se hace un silencio (de expectación) como el que cubrió la plaza en el inicio de su primera faena de muleta. Lo había toreado bien de capa por faroles, verónicas, navarras y serpentinas. Pero el silencio del inició de muleta se rompió rotundamente con un trincherazo de los que piden una pintura. Sin embargo las esperanzas albergadas se fueron deshaciendo al comprobar cómo el novillo soseaba, siempre a menos. Tenía cierta calidad, pero no había intención de seguirla. Tocó arrancar los muletazos a base de colocación, inteligencia y valor, sacando del pozo un sorprendente y magnífico circular en el cierre de faena. Estaba la gente con él, pero marró con la espada y el descabello. Y creo que le hubieran pedido las dos. Se enfadó consigo mismo Marco Pérez, pero nada que ver con el cabreo en su segundo. El motivo era el mismo, había fraguado una faena de triunfo frente a un novillo con más kilos y menos cara, pero que no hizo sino protestar cada vez que se sintió podido por Marco. Estuvo muy listo, con la virtud de brillar especialmente en los remates de las series. Se metió entre los pitones y al público en el bolsillo, pero estuvo apenas a un minuto de que el animal volviese vivo al corral, atascándose con el descabello. Afortunadamente se echó, pero el triunfo se había esfumado. No obstante, gustó Marco Pérez en Ciudad Real.

Cristian González fue todo voluntad en sus dos novillos. Eso es innegable, como innegable es que está menos hecho. Brindó su primero a Manuel del Moral, pero el animal fue siempre con la cara por las nubes. Buscó ayudarlo con las alturas, empujándolo a embestir más largo con firmeza, pero sin el acople necesario para calentar el ambiente. El animal no le ayudó lo más mínimo a la hora de matar y la estocada resultó muy tendida y trasera. En el segundo intento una casi entera fue suficiente, pero no hubo premio.

El que cerró plaza fue malo, a pesar de lo que pudo parecer en el capote de Mario Campillo en banderillas. Ahí, con inercia, pareció tener recorrido. Pero fue mentira. En corto y obligado por Cristian, el novillo fue otro. Y ahí es donde se ve la bravura y el fondo de casta de los animales, cuando hay que ir hasta el final sin la inercia de la carrera. Cristian lo intentó con más fe que resultados, terminando su trasteo sin eco después de un evidente esfuerzo. No se confió con la espada y sólo pudo sentir el cariño del público al marcharse andando.

Y así acabó esa feria que en cuanto a calidad artística, como dirían Juan Pérez Serrano y ‘El Monaguillo’, no estuvo ni bien ni mal, sino todo lo contrario, y cuya celebración corrió tanto peligro que una vez echado el cerrojo podemos calificar de milagrosa. Pero no es cosa buena ni aconsejable agarrarse a los milagros por aquello de que son precisamente eso, milagros, y sería deseable no dejar de atajar el asunto del futuro de la plaza para evitar situaciones tan lamentables como las vividas en las últimas semanas en torno a la Plaza de Toros de Ciudad Real, la de la capital provincial.

Crónica del festejo: Álvaro Ramos.

Galería fotográfica: © Jesús Monroy.

Ficha del Festejo:

Plaza de Toros de Ciudad Real. Cuarto y último festejo de la Feria Taurina 2024, con un cuarto de plaza en los tendidos. Se lidió un encierro de Albarreal sin ningún exceso en la presentación, pero desrazado en líneas generales salvo el cuarto novillo, el de mejor juego.

Samuel Navalón: oreja con petición de la segunda y dos orejas.

Marco Pérez: ovación con saludos y vuelta al ruedo.

Cristian González: palmas a la disposición en ambos.