Aníbal Ruíz consigue uno de sus mayores triunfos en la capital, saliendo a hombros junto a un majestuoso Manzanares.

“Hoy si estabas bonita, hoy estabas radiante. Hoy le volvías a ver la cara a quien lleva siendo uno de los tuyos durante veinte años. Hoy estabas esplendorosa, Puede que no sirva de consueloon tus aglomeraciones en el sol, con tus atascos por las delanteras de tendido, con tus agobiantes vomitorios, pero hoy sonreías y daba gusto verte. Hoy los demás monumentos de la ciudad te miraron recelosos y hoy te dejaste querer por Ciudad Real con una bonita entrada que superaba los tres cuartos. Morante, el aniversario de alternativa de Aníbal Ruíz y el regreso de Manzanares te pusieron preciosa en tu 175 aniversario para cerrar la feria de la Virgen del Prado”

La corrida de Daniel Ruíz podría describirse por su presentación escasa de trapío, unos por terciados como el primero y otros por las caras, sin el remate ni la seriedad y hondura del cuatreño rematado, aunque no olvidemos que en una plaza de segunda los carteles que componen las figuras tienen al toro armónico y sin estridencias. Puede que no sirva de consuelo pero este toro de hoy en Ciudad Real no es diferente al de la gran mayoría de plazas de segunda, por citar alguna de ellas, Murcia, Nimes, Pontevedra, El Puerto, Granada, Toledo y un largo etcétera.

El comportamiento de la corrida fue en principio cumplidor en los primeros tercios, con las embestidas fijadas desde los inicios, como suele desarrollar el toro de origen Jandilla. Tuvieron movilidad, permitiendo varios saludos capoteros y buenos tercios de banderillas. El peto ya es otra historia y ahí pasaron de trámite.

Morante no tuvo suerte con su lote y se topó con dos animales sin fuelle ni posibilidades de triunfo. El primero blandeó ostensiblemente desde que salió al ruedo y poco o nada que destacar del trasteo del torero de La Puebla del Rio. Enterró el acero al cuarto intento escuchando silencio del respetable. Los pitos a Morante hoy eran silbidos que si bien tienen toda la legitimidad, carecen por otra parte de criterio y visión de aficionado.

El cuarto fue un toro más alto y quizá menos hechurado para embestir, adoleciendo de una ostensible falta de fuerzas que dejaron a Morante lógicamente contrariado. En el recibo capotero lo saludó sin desplegar el capote con dos lances por alto, transportándonos a tauromaquias de principios del siglo veinte, para después abrir el compás a la verónica que hizo rugir a los “morantistas”. Tras el encuentro con el picador y los garapullos de “El Lili” y Araujo aquello se había terminado. Conociendo la tauromaquia del sevillano, demasiado aguantó delante José Antonio para irse a por la espada. Un pinchazo y una estocada eran el anticipo de leves pitos y el silencio de la afición ciudadrealeña.

Vestido excelentemente con un terno entre marfil, blanco roto y vainilla, volvió a Ciudad Real el torero de Alcázar de San Juan, el torero de Ciudad Real, el torero que a muchos nos hizo emocionarnos y tragar saliva durante muchos y variados momentos de sus dos intervenciones. Para mi opinión, el triunfo más importante de la carrera de Aníbal en Ciudad Real, resolviendo dos complicadas papeletas en cada uno de sus toros. El primero, un toro guapo de hechuras que ya avisó en el recibo capotero al torero de que fácil no iba a poner eso de embestir con ritmo. Tras el puyazo quitó Aníbal a la verónica dejando una buena media. Buena brega de un incombustible Manuel Castellanos que invitó a romper hacia delante al de Daniel. Tras brindar al público comenzó por abajo en el tercio, flexionando la pierna de salida y dominando por abajo con mucho poderío, haciendo vibrar al tendido por primera vez en la tarde. Suena “Churumbelerias” y aparece una molesta brisa que dificulta la labor de llevar toreado a “Peluquero” que se enfadaba cuando le sometían. Después hubo una tanda preciosa con la izquierda. Emocionaba ver cuajar un toro a Aníbal de nuevo, disfrutándolo y sintiéndolo. Hubo dos pases de pecho tremendos pero uno de ellos en su trazo, terminó en la Puerta de Toledo, Un espadazo muy desprendido en su colocación hacia caer patas arriba al de Daniel, que se iría desorejado al desolladero.

La “perla colorada” en quinto lugar era también guapo de hechuras, con un gran cuello y muy entipado. Le ganó terreno Aníbal con gallardía a la verónica, rematando con una bonita revolera. Cuando lo lleva al caballo por chicuelinas al paso, lo alcanza en el segundo lance, ensañándose con él y resultando minutos interminables hasta que los compañeros son capaces de quitarle al toro de encima. El sangrado por la boca recordaba a aquella puerta de chiqueros con Ponce y El Juli. Con una paliza tremenda, sangrando y con dificultades para respirar, Aníbal pide tranquilidad mientras parean con exposición Castellanos y Ramírez. Apareció la emoción de dominar, del poder, del ganarle la partida, de resolver, de estar muy despierto y de a pesar de todos estos factores encontrar el lucimiento con torería. Las sensaciones en la plaza eran la de la emoción de ver a un hombre entregar el corazón de nuevo por su profesión, por sus sueños. Había que tragar, y vaya que si tragó (si este toro de Daniel lleva otro hierro de los que consideran duros le duplican los méritos de su bravura) poniendo en pie a gran parte del tendido y haciendo rugir los tendidos como hacía tiempo que no rugían. Un toma y daca entre Aníbal y el toro, una batalla que quedará en el recuerdo de todos y una lucha cuerpo a cuerpo que ganó el alcazareño a base de apostar y creer en sí mismo. ¡Qué raza! La estocada casi entera en un sitio sensacional hizo aflorar los dos pañuelos del Presidente en una de las faenas más vibrantes que hemos vivido en los últimos tiempos. Paseó las dos orejas junto a su hijo Aníbal, los cuales se fundieron en un abrazo verdaderamente hermoso.

Lo de Manzanares en la tarde de ayer lo califico de majestuosidad en todo momento, desde la manera de trenzar el paseíllo hasta las formas en la manera de dirigirse a su cuadrilla, de firmar un abanico, de mirar, de andar por el ruedo, de ser compañero con Aníbal, etc…pero lo podría haber calificado de soberbio, de extraordinario…! La manera de recoger a sus dos toros con el capote, tremenda, andándoles con despaciosidad para al tercer o cuarto lance ponerse a torear y acompañar con la cintura soltando una mano en una larga descomunal. El buen hacer de la cuadrilla del alicantino supuso mucho beneficio para un buen toro de Daniel Ruiz. Sensacional puyazo de Paco María como sensacionales Suso y Blázquez con los palos, como Rafael de la Rosa en la lidia del toro. Presagios de cante grande. Comienza con uno de las flores, a modo de quiebro para quedarse colocado y con una suavidad descomunal enjaretarle varias series por ambas manos de auténtica delicia. De las tardes en las que Manzanares se siente y disfruta. “Rebujito” fue un gran compañero de viaje en la preciosa faena de Jose Mari. Lo dosificó en los instantes finales, con acertadas pausas y en los terrenos del 3 lo quiso matar recibiendo en donde cobró un pinchazo en el primer intento para después hacerle un monumento a la suerte de recibir. Dos orejas.

Ante el sexto repitió Manzanares la misma dimensión de torero, contagiado quizá de las emociones de Aníbal. Otra vez a la verónica un manjar para los paladares más exquisitos. El toro muy en Daniel Ruiz, si cabe algo montado, pero muy en el tipo de toro de este hierro. El puyazo de “Chocolate” magnífico, y soberbio Rafael de la Rosa con los palos. El acople de la faena lo consigue José Mari en los medios de la plaza pero la calidad en la embestida del toro no iba a durar demasiado, convirtiéndose en embestidas más simplonas que en los inicios. Las yemas de la mano izquierda otorgaron belleza a la obra. Con la espada lo pincha y lo tumba patas arriba con una media estocada en muy buen sitio. Oreja.

Aníbal Ruíz y Manzanares abandonaron la plaza en hombros, entre una multitud que hoy vivió una fiesta emocionante, variada y entretenida, de las que hacen afición.

Hierro de Daniel Ruiz - España Plaza de toros de Ciudad Real. Última de la Feria del Prado. Tres cuartos de entrada. Toros de Daniel Ruiz, desiguales de presentación. Destacaron el 2º y el 3º, por su encastada condición; y el 6º, noblón.
Morante de la Puebla, división y palmas.
Aníbal Ruiz, dos orejas y dos orejas.
José María Manzanares, dos orejas y oreja.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: ©Manuel del Moral Manzanares