En la vida de las personas el matiz de la personalidad es un hecho diferenciador que otorga a cada cual un estilo, un modo de ser, actuar o vivir por lo que se nos conoce y por donde se nos califica de uno u otro modo. Pues igual le ocurre a todo, incluido las plazas de toros. Almagro con su día grande en honor a San Bartolomé y su centenaria historia taurina ha significado siempre en la provincia de Ciudad Real un coso taurino muy personal a la par de importante. Los carteles de campanillas en los que las figuras del momento componían una terna ante un hierro de cierta garantía eran lo habitual en Almagro hasta hace no más de diez años. Joselito, José Tomas, Enrique Ponce, Manzanares, El Juli, por citar algunos de ellos, eran los mimbres de unas campanillas que resonaban en la capital, moviendo al aficionado con gran expectación. A día de hoy y tras varios “jaleos políticos” movidos por las corrientes sociales que buscan la inestabilidad de nuestra fiesta ha deparado en un Almagro llamémoslo “diferente”.

Las únicas campanillas que se mantienen de aquella categoría en esta plaza las sigue conservando su banda de música, a la cual da gusto escuchar, el “chulo de banderillas” Iluminado Ureña, casi treinta años ejerciendo dicha labor a la perfección o también las campanillas que sonaron en el enganche que paseó a las guapas damas de las fiestas o al buen tiro de mulas que arrastró la deslucida corrida de “Camino de Santiago” y a los dos remiendos de El Ventorrillo, que otorgando mas categoría al escenario por su presencia tampoco terminaron de embestir con claridad. Del hierro titular salieron cuatro toros de mala presencia, delgados, feos de hechuras y con un comportamiento que tan solo tuvo nobleza como virtud más destacada, sobresaliendo el tercero que se movió con más alegría y clase que sus hermanos. Los del Ventorrillo que remendaron la corrida lidiados en cuarto y quinto lugar no rompieron a embestir como las hechuras hacían presagiar. El cuarto fue a menos sin querer romper hacia delante y el quinto que era un “dije” de hechuras le faltó ese tranco de clase que tiene esta ganadería.

Durante la presente temporada, Francisco Rivera Ordoñez “Paquirri” mantiene con la tauromaquia un discurso de despedida, no sabemos si definitiva o temporal de los ruedos. Ayer en Almagro lució un terno parecido al de aquel día de 1.995 en Sevilla, donde tomara la alternativa arreando e irrumpiendo con la raza de los “Rivera” y el gusto de los “Ordoñez” en un “coupage” que presagiaba, que allí había torero. Pasados veintidós años de alternativa y con cuarenta y tres años de edad ha decidido abandonar los ruedos con una temporada en la que un buen número de festejos darán debida cuenta de su adiós. “Paquirri” como así le gusta anunciarse en los carteles es un torero que viste mucho en un cartel de toros, pero en mi opinión dicha capacidad de vestir un cartel de toros alcanza mayores cotas cuando la terna la completan dos figuras del toreo, consiguiendo además que ese poso de elegancia Ordoñez aparezca con mayor naturalidad y donde además creo que el torero se encuentra mucho mas con su tauromaquia y consigo mismo. En carteles como el de ayer, el martinete, el adorno y el desplante de rodillas de cara a la galería necesitan ser argumentos para justificar una labor que al final queda inerte de valor artístico. Sin ir más lejos, la manera de comenzar la faena al quinto, flexionando una pierna, con la muleta rastrera y el tronco erguido rezumaban esa torería enclasada de Francisco que también pudimos ver en el trincherazo marca de la casa. Lo demás, mucho para allá y para acá, pero eso ya es otra melodía diferente. Una oreja de este toro quinto fue el premio obtenido en la tarde donde quizá Francisco actuó por última vez en nuestra provincia.

El mejor lote de la tarde fue a parar a manos de un López Simón más fresco tras su cambio de apoderamiento, ya que el desanimo y la apatía en el rostro del torero de Barajas parecen haberse convertido en una expresión mucho más centrada y metida, como por ejemplo en ambas faenas en la tarde de ayer. Ante el chico tercero sacó a relucir sus armas capoteras y muleteras, saludando a la verónica a pies juntos y después quitando por chicuelinas. Aprovechó las opciones de sus dos enemigos, en la movilidad de su primero y en la clase de su segundo hasta que se apagaron. En las cercanías tuvo temple en ambos toros para torear en redondo y dejarse llegar los pitones a la cadera. Brindó su segundo a “Paquirri” para llevar a cabo una faena asentada y bien estructurada ante las condiciones del toro, pero un mitin con el acero dejaron el triunfo sin redondear en una tarde donde la puerta grande estaba asegurada al igual que el año anterior, por donde se fue con cuatro y un rabo.

Juan José Padilla en su primero se mostró animoso como es habitual en el jerezano. Quitó por navarras al débil primero, con el que banderilleó invitando a “Paquirri” al que a la postre brindaría la faena. Se aguantó el de “Camino de Santiago” y se desplazó por el lado derecho ofreciendo lo justo para que “el pirata” ondease su bandera paseando la oreja tras una estocada algo contraria. Ante el cuarto hubo poco contenido a destacar ya que el del Ventorrillo no tuvo claridad en el viaje y había que esperarle y tragarle demasiado. Padilla sin confiarse ni tampoco querer bregar con el toro lo despachó con solvencia de media estocada muy eficiente.

En resumen, una tarde que no pasará a la historia de la tauromaquia en Almagro, tan solo si cabe la despedida de Francisco será el dato a recordar y engordar las efemérides de una plaza donde ya no suenan las campanillas de aquel gran ambiente taurino de la ciudad encajera. “Paquirri” es y será un torero de los que perfectamente podría vestir un cartel de los que han caracterizado siempre a la que apodaron como “Maestranza de la Mancha”, por su nombre, sus apellidos, su raza de Rivera y su elegancia de Ordoñez, pero eso sí, con dos figuras del toreo que completen la terna para ver al Francisco de la verónica a pies juntos o la que flexionaba la pierna, para ver al Francisco del quite de Ronda, para ver al Francisco de muleta fina, muleta que remata por abajo las series, componiendo carteles de toros, y en definitiva al Francisco que con su concepto vestiría perfectamente un 25 de agosto en Almagro.

Plaza de Toros de Almagro. Media entrada en los tendidos. Tarde de calor.

Se lidiaron toros de “Camino de Santiago” feos de presencia, delgados y sin trapío. 1º blando, 2º un buey, 3º con movilidad y cierta calidad, y 6º alto y largo que embistió con clase pero sin duración. De El Ventorrillo fueron 4º y 5º mejor presentados, con movilidad pero sin terminar de embestir con franqueza ni calidad.

Juan José Padilla, de rosa y azabache: Oreja y palmas

“Paquirri” de grana y oro: Silencio y oreja

López Simón de grana y oro: Oreja con petición de la segunda y silencio.

Se demonsteró tras parear al tercero Domingo Siro.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares