Deplorable y sangrante fue la imagen, que en términos generales ocurrió, en el que a priori era una de los carteles de mayor expectación de la temporada, en la provincia de Ciudad Real.

Con veinte minutos de retraso hacían el paseíllo sobre “la playa” del ruedo de Tomelloso, Padilla, El Juli y Talavante, acompañados de sus correspondientes cuadrillas, hundiendo las toreras manoletinas casi al completo en la arena, al igual que los cascos de caballos de picar y mulas de arrastre. El lamentable estado del piso contrastaba con la bonita entrada que la afición de Tomelloso ofreció como respuesta al numerito que montó ayer la empresa Taurolidia.

Decir que este medio informativo quiere siempre aportar y ver el vaso medio lleno a estas alturas, sobra, pero en días como el de ayer resulta imposible otorgar aspectos positivos a lo acontecido. Ninguna afición se merece la penosa y sangrante presencia de los dos primeros toros que saltaron al ruedo ayer. Sin pitones, desmochados y feísimos de hechuras. Llevaban el hierro de El Vellosino, ganadería predilecta del que dicen ser primera figura del toreo, Julián López “El Juli”. El madrileño junto a Padilla, escogieron tres de este hierro y uno de García Jimenez (Matilla), inválidos y repito, insultando a la tauromaquia en general la sola presencia de los mismos en el ruedo. Talavante con algo más de decoro y dignidad lidió dos de Cuvillo, que tuvieron algo más de vida en su comportamiento, sobre todo el tercero.

Por destacar “lo menos hiriente” de la tarde siendo realistas, fue la labor del extremeño Alejandro Talavante con su lote de toros de Núñez del Cuvillo, lo más relevante. Su primero, que a pesar de las dificultades que entrañaba el piso, también para los animales, consiguió moverse y aguantar durante la lidia con cierta transmisión. Esto permitió que Talavante exhibiera su estado de forma. Está a otro rollo, se le ve entonado y muy serio, quizá a día de hoy la figura que junto a Roca Rey más expectación genera. La mano izquierda es uno de los tesoros de su tauromaquia y junto a su expresión erguida si hay enemigo, surge la profundidad y el toreo. Un par de tandas hubo con enjundia y lo demás fueron buenos pasajes, quizá incompletos por esa desidia constante de ver a toro y torero queriendo, pero luchando ambos por mantener el equilibrio ante semejante desastre de ruedo. Resultó prendido de manera fea al entrar a matar, recibiendo un puntazo del que fue atendido en la enfermería tras pasear las dos orejas.

Las actuaciones de El Juli y Padilla, respetando siempre el riesgo y la exposición que alguien contrae cuando se pone delante de un animal bravo, no merecen ser descritas en el sentido artístico de las mismas, ya que como hacía mención al principio, lidiaron animales que jamás deberían haber saltado a una plaza de toros para su lidia. Llevaron a cabo y fueron responsables de un auténtico engaño al aficionado, digno de la más auténtica repulsa, y por consiguiente susceptible de denuncia. ¿Por qué a esos dos charoleses (1º y 2º) no se les analiza su integridad? La fiesta no merece ni se puede permitir el lujo de semejante bochorno ante un público, que religiosamente pagó su entrada y en el caso de ayer en Tomelloso, casi llena los tendidos. Debería ser ejemplar la sanción para los ganaderos, para el empresario y para ellos, que son al fin y al cabo quien dirige esta mentira que ayer se produjo en la localidad tomellosera. Por sucesos como el de ayer nos arrepentiremos seguro algún día no muy lejano.

El título de la crónica hace mención a los “beach clubs” que no son chiringuitos ni restaurantes, son lugares en la costa, originales y acogedores en los que simplemente estar, sin preocuparse de nada más ni mirarse el reloj. En estos lugares quisiéramos pasar todos los días del verano “los de a pie” sintiendo como nos enciende la luna en las noches de música y magia del idioma de las musas. Ayer en el tendido de Tomelloso pareció no importar lo que allí abajo sucedía. El vino, la zurra, los bocadillos, el jolgorio y el no importarles lo demás, hacen que “los maestros” se encuentren con uno de esos “beach club” que forman parte de sus temporadas y los cuales rentabilizan de manera rotunda. Lluvia de orejas, todos a hombros, ¡Está todo pagado! ¡Que siga la fiesta!

Plaza de Toros de Tomelloso. Más de tres cuartos de plaza. Calor soportable.

Se lidiaron “toros” de El Vellosino (1º, 2º y 5º) impresentables, vulgares, inválidos y descastados, “otro” de García Jimenez (4º) vacío y deslucido, y dos toros de Núñez del Cuvillo (3º y 6º) de los que destacó el tercero por movilidad y transmisión.

Juan José Padilla, de azul marino y oro: Dos orejas y silencio.

El Juli”, de corinto y oro: Dos orejas y dos orejas.

Alejandro Talavante, de lila y oro: Dos orejas y silencio.

Los tres matadores salieron a hombros por la puerta grande de la calle Don Víctor.

Este medio tuvo que pasar por caja al negarsele la entrada a nuestro redactor por carecer de acreditación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: ©Manuel del Moral Manzanares