Una corrida muy deslucida de Albarreal, con un festivo público en los tendidos, fueron la tónica dominante de un festejo, en el que salieron a hombros Paco Ureña y Antonio Linares

Interesante sobre el papel, el festejo que Taurina de Buendía presentaba hoy en localidad vinatera de Socuéllamos, con motivo de sus ferias y fiestas patronales en honor del Stmo. Cristo de la Vega.

Con un ostensible retraso de veinte minutos, dio comienzo un festejo que tuvo como prólogo la entrega de una placa, al periodista de Canal Toros, David Casas, el cual había sido invitado por la mañana a presentar y moderar una charla taurina bajo el lema “De toros y otras artes”.

Tras el citado retraso del comienzo (cada vez, por desgracia, más frecuente) salió al ruedo el primero, de una corrida de Albarreal vacía de contenido, viniéndose abajo muy pronto, llegando al último tercio sin pena ni gloria.

El lote de Finito tuvo un primero bobalicón, que no decía nada y con el que Finito “anduvo por allí”. Ante el cuarto si pudo Juan mostrar ciertos pasajes de la clase que encierra su concepto. Apuntó maneras el toro en el capote de Rafael de la Rosa, donde pareció deslizarse por el lado izquierdo con cierto recorrido. El brindis de su faena a Paco Ureña. Después en la muleta, no quiso romper hacia delante. Faltó raza y bravura para emplearse, acusando además el animal, el defecto o dificultad de echar la cara abajo, amagando el escarbar en los instantes previos al cite, desluciendo mucho la obra de un inspirado Finito que dejó numerosos destellos de su calidad. Al no existir la ligazón ni el ritmo, el trasteo se redujo en su contenido artístico, privándonos de lo que pudo ser y no fue. El fallo con la espada además, dejó su balance sin trofeos, recogiendo tras acabar con su segundo, una cerrada ovación desde los medios, al desestimar el torero de Sabadell la petición de dar una vuelta al ruedo.

Paco Ureña fue Paco Ureña. El torero de Lorca no levanta el pie de un acelerador donde parece encontrase cómodo el murciano, sea en la plaza que sea y siendo las fechas que son. Su primero parecía reparado de la vista, haciendo extraños desde el inicio y haciendo dudar tanto a Ureña como a su lidiador Curro Vivas. A la franela llegó con poca movilidad el toro, con el que Ureña estuvo firme y astuto, para enjaretar al tendido con la cercanía, las manoletinas del cierre y la buena estocada que le ponían en las manos el doble trofeo.

El quinto ya salió apretando hacia dentro por el pitón izquierdo y sin compás en su embestida, casi termina rebañando el percal que le había presentado Ureña con gusto a la verónica. Falto de clase el de Albarreal, se movió algo más que sus hermanos, pero soltando la cara, protestando cuando era obligado por la franela del lorquino, el cual se la presentó sin arrugas de ningún tipo en su verticalidad. Es de agradecer la dignidad de un torero, que con la puerta grande asegurada de su primero, en una plaza de tercera categoría y en pleno agosto (con un número a tener en cuenta, de contratos firmados en ferias importantes de la temporada) de la cara de esa forma. Sin salirse de su tauromaquia, demostrando el valor que lo define y yéndose tras la espada muy derecho, hasta el punto de salir casi prendido de la ejecución. De nuevo dos orejas.

El casi paisano Antonio Linares (natural de la localidad vecina de Tomelloso) fue el segundo triunfador numérico del festejo, tras desorejar a su primero. Un toro guapo, rozando la perfección en sus hechuras, y sin duda el de mejor comportamiento de los seis. Linares lo recibió de rodillas con la larga cambiada en el tercio, para después lancearlo de manera vistosa hasta los medios. En la muleta faltó aquello de “pronto y en la mano” ya que cuando Linares quiso apretar, era tarde y se había acabado el guapo castañito de Albarreal. Al de Tomelloso quizá le sobraron alardes hacia el tendido, que conectó rápido durante toda la tarde por aquello de “jugar en casa”. Quizá no era necesaria tanta demanda al tendido. Con treinta muletazos buenos desde inicio, entre el tercio y los medios, habrían bastado para poner de acuerdo al personal sin tanto reclamo. El cierre por bernadinas, para después cobrar media estocada en buen sitio tras un pinchazo y un golpe con el verduguillo que no impidieron la concesión del doble trofeo.

Al que ponía fin a un festejo de tres horas de duración  lo recibió el torero de Tomelloso con lances a media altura, sin prolongar el recorrido, sino recogiéndolo en una especie de delantales. En la muleta no se alcanzaron grandes cotas artísticas, resultando de nuevo un trasteo muy de cara a la galería, llevándose el toro a terrenos de la querencia donde encontró el calor del público de sol, para calentar “un kiosco” ya de por si facilón el de Socuéllamos. Con la espada intentó la suerte de recibir, con la mala fortuna de atravesar haciendo guardia al sexto y marrando varias veces con el descabello. Volveremos a ver de nuevo a Antonio Linares, en Tomelloso el próximo día 28 del presente mes de agosto, donde está anunciado en un atractivo cartel con Morante de la Puebla y Cayetano, que sustituye a Roca Rey, ante una corrida de Torreherberos.

La noche se dejó caer sobre la arboleda que rodea este particular coso taurino, donde hoy Paco Ureña volvió a demostrar sin apenas oponentes, que ser triunfador de San Isidro no significa comer de ello durante la temporada, aliviándose y regulando, sino todo lo contrario, con el pie del acelerador “en la tabla” cada tarde, reivindicándose y demostrando una dignidad como torero, que es de reconocer.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de Toros de Socuéllamos. Dos tercios de entrada en los tendidos. Tarde de mucha calor.

Se lidiaron seis toros de Albarreal, correctos de presentación, pero sin fuelle ni motor para llegar al último tercio en condiciones de provocar emoción en sus embestidas. “El rey en el país de los tuertos” fue el tercero. Se dejó también el sexto y apuntó calidad el cuarto sin llegar a romper hacia delante.

Finito de Córdoba, de negro y azabache: Silencio y ovación.

Paco Ureña, de gris y oro: Dos orejas y dos orejas.

Antonio Linares, de espuma de mar y oro: Dos orejas y palmas.

Ureña y Linares salieron a hombros por la puerta grande.