Su Majestad el Rey Felipe VI volvía a presidir en el Palco Real la corrida de Beneficencia de Madrid.

Una gran ovación recibió S. M. EL Rey cuando asomó en el Palco Real para presidir la corrida de hoy, ovación que se volvió a repetir tras escuchar, con el público en pie, los acordes del himno nacional.

En los chiqueros esperaba una corrida de Alcurrucén que era todo un muestrario de capas en su pelaje y que harían las delicias de quien pudiera utilizarlas como alfombras en su casa.
No sólo fueron variados en eso sino que también lo fueron en su comportamiento, mansos algunos , justos de casta , peleando lo justo en el tercio de varas el que llegó a hacerlo, apenas tuvieron aviesas intenciones, tampoco complicaron mucho a los toreros en cuanto a agresividad se refiere y de calidad la justa para ir, venir y medio pasar el que quiso gastar algo de clase que también hubo alguno. Si esto es lo que los Lozano han seleccionado minuciosamente para esta extraordinaria corrida, no quiero pensar lo que se habrá quedado en el campo, yo estoy seguro de que entre todo lo que tendrán los hay mejores seguro pues por cantidad no será. Alcurrucén siempre ha sido sinónimo de garantía en sus toros pero está vez o han fallado eligiendo, o se han equivocado, o se han dejado los mejores en los cercados.

Con vestidos de estreno para la ocasión hicieron el paseillo tres toreros que habían despertado mucha espectación en los aficionados, siendo estos Morante de la Puebla, El Juli y Ginés Marín cuyos primeros toros de sus respectivos lotes brindaron protocolariamente a D. Felipe VI.

Morante contó con el primero de la corrida con un toro que no hacía albergar esperanzas de triunfo a tenor de lo que vino haciendo a lo largo de su lidia, tal es así que se fue al toro muleta en mano con la espada de verdad desde el inicio y que yo estoy seguro de que si no hubiera brindado al Rey aún habría abreviado más. Mató con decoro y a esperar el siguiente.
Con el cuarto de la tarde fue otro cantar, en este Morante estuvo en la dimensión de Morante para delirio de sus seguidores y con cierto recelo para los que no lo son. Inició la faena con ayudados por alto enganchados todos y de repente como si de otra película se tratase se echa la muleta a la izquierda y se pone a torear templado, conduciendo las embestidas vaciándolas atrás, con la diestra hace lo mismo haciendo que la faena se mantenga en un punto muy alto. Remates por abajo que son pinturas. Es cierto que a Morante no se le puede pedir que se cruce al pitón contrario al iniciar las series pero tiene la virtud de traerselos para adentro y pasárselos cerca aunque no tenga que gastarse mucho en tintorería, esa es la verdad. La faena en su cómputo global alcanzó unas cotas que para otros son inalcanzables por la naturalidad y lentitud con que ejecuta sus acciones . Espadazo entero caído y sueltecito quedándose en la cara sin cruzar que necesita del descabello, petición fuerte y oreja para el de la Puebla.

El Juli vino dispuesto a rematar con un triunfo lo que había realizado en sus comparecencias anteriores y con su primero, un bonito toro berrendo en negro, realizó una faena templada en ocasiones y de colocación un tanto perfilera en otras, pero en líneas generales con muletazos de buen trazo ejecutados con aseada limpieza. Cuando todo estaba hecho y había rumores triunfalistas, la espada no viajó certera, todo se vino al traste y como recompensa recibió una fuerte ovación.
Con el grandullón quinto, que brindó a Emilio de Justo, Julián puso todo de su parte para rubricar su buen paso global por Madrid pero el toro se vino abajo totalmente y ahí se acabó. Se atascó El Juli con la espada pinchando hasta en cuatro ocasiones. ¿Qué pasaría si cambiase su forma de ejecutar la suerte suprema?, podría probar a ver que pasa.

Ginés Marín llegó a Madrid esta tarde con otra disposición y mejor color de cara que la última vez. Suyos fueron los mejores pasajes de la tarde con el capote sobresaliendo los lances de salida a su primero, unas chicuelinas en el toro anterior en su turno de quites y una larga cordobesa preciosa para colocar al toro en suerte. Inició su labor muletera de forma torerísima pero poco después el toro echó la persiana y dijo que ya no embestia más. Cobró Ginés una estocada trasera que necesitó de dos descabellos.
El que cerró plaza era un manso huidizo que en el último tercio eligió los terrenos de chiqueros y allí se fue Ginés a plantear faena. Dos series tratando de sujetar al toro y este sale de allí como alma que lleva el diablo se da una vuelta por el anillo para volver al mismo sitio. Faena de mérito por exposición y temple, siempre por los adentros rematada con bernadinas muy ceñidas. Espadazo tendido que el toro tarda en acusar y esa tardanza en doblar enfrió al público haciendo que la petición de oreja se fuera diluyendo quedando en minoritaria, recogiendo el jerezano una ovación desde el tercio.

Poco por destacar del resto.
Yo he echado de menos que en los brindis al egregio personaje del palco, la montera no viajara por los tendidos hasta llegar al receptor del brindis, imagen tradicional en las corridas de Beneficencia de siempre.
Eso es todo por hoy.
Mañana más y mejor.

Tomás Mata Menchero

Aficionado y abonado del tendido 7

Fotos: © Las Ventas Plaza 1