Entretenido festival, con dos novillos de vuelta, que posibilitaron el triunfo de Víctor Puerto y Aníbal Ruíz. Una oreja paseó el novillero local Jonathan Anaya.

Poco más allá de las cinco, sonaba en Malagón el himno nacional, que de manera frecuente viene siendo la antesala de una tarde de toros, lo cual nos parece fenomenal. Poco antes, nuestra selección española de baloncesto se proclamaba campeona del mundo ante Argentina, en un partido donde el dominio y la raza española, abrían la puerta grande del mundial celebrado en Pekín, ¡bravo por los nuestros!

Es de justicia previamente, destacar al torero alcazareño Aníbal Ruíz, no solo por su triunfo y su actuación, sino también por su grandísimo esfuerzo durante toda la mañana para que el festejo se pudiera celebrar, dadas las dificultades climatológicas de los días previos y el estado del ruedo. Desde las 7 de la mañana el propio Aníbal achicó agua y trabajó codo con codo junto al personal de servicio del ayuntamiento de la localidad. Lo fácil hubiera sido refugiarse en una suspensión y aquí paz y después gloria, pero a las cinco de la tarde el piso presentaba un aspecto formidable, ¡enhorabuena!

Dicho esto, los novillos de El Ventorrillo tuvieron una presencia desigual y un comportamiento notable en líneas generales. Destacaron el segundo, que faltándole una chispa de fuerza, fue un “super clase” y el quinto, que sin tener la calidad del segundo embistió siempre por abajo y hasta el final, manteniendo un nivel muy alto durante toda su lidia. Primero, tercero y cuarto con más carencias en sus comportamientos y de buena condición el sexto.

Víctor Puerto dejó destellos de su torería en sendos capítulos. Mantuvo una constante lucha técnica con su primero, al que quiso corregir defectos. Informal y queriendo arrebañar el del Ventorrillo, no era el propicio para que Víctor desplegara la belleza de su tauromaquia. A la verónica lanceó al cuarto, novillo que llegó sin demasiado ritmo a la muleta de un voluntarioso Puerto. Algún muletazo a diestras a cámara lenta en los compases finales ponían el broche al esfuerzo. Dos orejas.

Aníbal se hizo presente ante el segundo clavando las rodillas en tierra con tres largas cambiadas ajustadísimas, para después “darle fiesta” hacia los medios por chicuelo y rematar un arrebatado saludo capotero. A por todas el de Alcázar como siempre. Suavidad de Jorge Fuentes en la brega. Con la franela comenzó de la misma guisa, con las dos rodillas en tierra. Ya erguido buscó largura y el ritmo del animal, consiguiendo ligar por la vía del temple. El del Ventorrillo era para engancharlo con los vuelos y no obligarlo demasiado, y así hizo un templado Aníbal. Dando tiempos y enjaretando varias series de un novillo de nota, por fijeza, prontitud, tranco y clase en la manera de acudir a los cites. Con la espada encontró hueso arriba varias veces, perdiendo los trofeos. Vuelta al ruedo al novillo.

En quinto lugar salió un novillo fuerte, con cuajo de utrero, al que recibió con gusto a la verónica. Tras el buen saludo capotero, Manolo Castellanos trazó las líneas correctas por abajo y Jorge Fuentes y Miguel Angel Ramírez dejaron buenos pares. El brindis de su faena, al operario con el que por la mañana se “batió el cobre”  achicando agua para poner aquello practicable ¡gran detalle! El del Ventorrillo tuvo seriedad en el comportamiento, sin rehuir en ningún momento y yendo a más. Aníbal por el lado derecho sobre todo encontró la reunión necesaria para que las series tuvieran enjundia. Por parte del novillo, trazo, recorrido, duración, fijeza y casta; Por parte del torero, temple, ajuste,  largura en sus derechazos, ligazón tirando mucho de él, y torería enrazada de un Aníbal, que tras veinte años de alternativa, plantea su labor en un festival como si estuviera en cualquier plaza, ante una corrida de toros, sencillamente vaciándose. Y se vació en este quinto con el acero, enterrando la espada en la yema. Máximos trofeos y vuelta al novillo.

El novillero sin caballos local, Jonathan Anaya cortó una oreja de su primer oponente, que requirió mucho más oficio de quien tuvo delante. El acierto al primer intento con la espada y el calor de sus paisanos le llevaron a su mano la oreja. Ante el sexto, de buena condición, no supo Anaya encontrar el acople necesario, debido a su falta de rodaje y su escasa técnica. Bastante fue con salir ileso en una tarde, donde volvió a disfrutar de vestirse de corto ante sus vecinos, familiares y amigos.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares

Plaza de Toros de Malagón. Media entrada. Tarde nublada donde apareció por momento la lluvia.

Se lidiaron novillos de El Ventorrillo, desiguales de presencia, con dos novillos destacados, segundo y quinto, premiados con la vuelta al ruedo. Primero tercero y cuarto algo más deslucidos aunque manejables y de buena condición el sexto.

El mayoral de El Ventorrillo, Enrique Sánchez acompañó a Aníbal en la vuelta al ruedo, tras la muerte del quinto.

Víctor Puerto, Silencio y dos orejas.

Aníbal Ruíz, ovación y dos orejas y rabo.

Jonathan Anaya, oreja y silencio.