Ciudad Real demostró su musculatura taurina casi llenando los tendidos del coso capitalino en una clara demostración de que la fiesta de los toros es sin duda el espectáculo que mas público e interés congrega en un mismo recinto durante sus ferias y fiestas en honor a la Virgen del Prado.

 La tarde comenzó con un precioso paseíllo a los sones de “Gallito” que al llegar a las tablas se detendría para guardar un respetuoso y majestuoso minuto de silencio en memoria de Dña. Consuelo García Balaguer, esposa del cirujano D.Rafael Ruiz Ruiz y por D. Felipe Fernández Gómez, mulillero jefe de esta plaza durante 45 años, recientemente fallecidos.

Tras los momentos del colorido inicial y del “run run” de expectación que expresaban los tendidos, se dio paso al espectáculo que iba a tener como nota negativa el pobre juego ofrecido por seis animales con el hierro de “El Vellosino”, desiguales de presencia, con animales que bajan de la línea conseguida años atrás en trapío, faltos de motor, y que apenas mostraron virtudes de toro bravo en su comportamiento. Simplemente una corrida que se dejó, en los límites de fuerza, raza, y celo ante el castigo y las lidias de los tres matadores anunciados.

Lo más destacado de la tarde lo protagonizó José María Manzanares, quien reaparecía en Ciudad Real tras varios años de ausencia, y a quien los manchegos iban a tratar con un cariño especial durante toda la tarde. Al primero de su lote le endosó varias verónicas de empaque y gusto, meciendo los brazos. Tras ser picado en terrenos cercanos a la querencia, Rafael Rosa saludó montera en mano tras dos buenos pares de banderillas. En la muleta fue José Mari haciendo la embestida de un animal, que requirió de la receta del temple para sujetarlo en pie mientras duró. Por el pitón derecho y ya con acople en la embestida, surgieron momentos a media altura de esa expresión única que pone el de Alicante y que llena de empaque todos los rincones habidos y por haber en una plaza de toros. Con media estocada y el golpe certero del descabello iba ser suficiente para la oreja del regreso.

Lo más importante de la tarde y que supo a mas a verdad, fue la lidia del quinto que explicó con detalle a la afición de Ciudad Real, qué es un manso de libro en los primeros tercios. Unas protestas surgidas del desconocimiento pedían la devolución, cuando la mansedumbre es una condición del animal y no un defecto morfológico o físico que requiera el pañuelo verde, y que dicha mansedumbre también tiene su lidia como pudimos ver. En los primeros tercios se agarró al piso y no quería ver a nadie, ni percales ni petos y mucho menos la afilada pirámide de la puya, lo cambió Manzanares apenas sin picar. Cuando el ruedo quedó despejado y se citaron en los medios toro y torero, surgieron esas embestidas con fondo de raza cuando nadie daba un duro por aquello. Vibrante fueron las primeras tandas, donde apretó “el amigo” con la cara humillada por el sometimiento de un Manzanares que apostó y la dejó puesta una y otra vez para ligarle varios derechazos que llegaron arriba pronto. Cuando hay emoción y surge el toreo, todo cambia, todo parece brillar con más fuerza. Por el lado izquierdo y menos viable del animal, también se puso Manzanares para robar una tanda de naturales por abajo revestidos de torería. Arreó y apretó Manzanares demostrando la capacidad de su momento, la expresión corporal tan efímera, y el brutal sitio con la espada que saca a relucir todas las tardes. Las dos orejas, de ley.

El Juli hacia su noveno paseíllo consecutivo en la feria de la Virgen del Prado, en un coso convertido en particular feudo de un torero que siempre cumple con el compromiso como si fuera la primera vez. Las figuras están ahí arriba por algo y en el caso de Julián no cabe duda de que tarde tras tarde deja patente su profesionalidad y sus ganas de ganarle la pelea a todo el que le acompañe. En esta caso su lote no iba a posibilitar que su franela mandara con fuerza por abajo, como gran virtud de su tauromaquia así que el temple y la suavidad en los cites iba a ser la nota predominante de sus dos actuaciones en la tarde. Al primero le cortó una oreja de las de poco peso tras simplemente un aseado trasteo que tuvo su mayor nivel cuando por el lado derecho y a media altura consiguió alargar un recorrido basto y sin entrega del Vellosino que abrió feria y plaza. En su segundo oponente iba a dejar Julián los más destacado de su labor con un quite que tuvo ritmo y compás como la buena soleá, con cadencia y un ritmo sensacional. Por Chicuelinas en dos ocasiones para después hacerlo con el capote invertido en “Cordobinas» por Chicuelo” ajustadas y preciosas, rematadas por abajo a cámara lenta. En la muleta el trasteo no tuvo la importancia necesaria por la falta de fuerzas del Vellosino, que coqueteaba con el límite de fuerzas y los derrumbes. En cercanías logró subir de tono una faena premiada con dos orejas del siempre dispuesto y cariñoso público manchego tras recetar una trasera y desprendida estocada.

Alejando Talavante se dejó sin picar el primero del lote en vistas de la falta de fuelle que estaba sacando la corrida. El que hizo tercero tuvo el defecto de llevar la cara alta en todo momento sin llegar a entregarse con profundidad por abajo ni querer coger “los chismes” que tanto Trujillo en la brega como el propio matador intentaron romper hacia delante. A pesar de todo ello consiguió el extremeño sacar agua de un pozo en sequía, que acabó obedeciendo en varias ocasiones al natural, de manera profunda y hasta el final. Reacciones sorprendentes de los animales que solo toreros en un gran momento como el caso de Talavante son capaces de conseguir. La oreja de una tarde encarrilada en un positivo ambiente iría a parar a manos del extremeño tras una estocada desprendida.

Para cerrar plaza tuvo enfrente el torero a otro manso que no quiso pelea de ningún tipo. El de Badajoz, arreado por el triunfo de sus compañeros comenzó la faena rodillas en tierra, para poner caliente “el kiosco”, pero allí no habría más enemigo. En la segunda tanda bajó la persiana el del Vellosino y final del cuento. Sin enemigo Talavante hizo un mal uso de la espada que le privó de acompañar a hombros a sus dos compañeros de cartel.

Lo que no cabe duda es de que Ciudad Real volvió a reunir en torno a 7.000 personas en un recinto llamado plaza de toros, con un ambiente extraordinario, donde la gente se divirtió y donde lo que queda claro es que la fiesta de los toros no puede sentirse amenazada por un grupo de personas que piden su abolición desde la más absoluta ignorancia y el desconocimiento. La tauromaquia en Ciudad Real, ¡señores de Psoe/Ganemos que lanzan enmiendas como dardos envenenados para acabar con esto! hoy les ha dado un repaso importante y les ha vuelto a demostrar que la realidad es que 7.000 almas, el pueblo, la gente, los ciudadanos, los jóvenes, los más o menos aficionados, todos dijeron ¡Basta! y todos dijeron ¡Si a los toros en Ciudad Real!

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: Manuel del Moral 

Plaza de Toros de Ciudad Real. Casi lleno. Tarde calurosa.

Se lidiaron toros de “El Vellosino” de presencia desigual, y un comportamiento falto de bravura y motor.

El Juli (Verde pizarra y oro): Oreja y dos orejas.

José María Manzanares (Azul Rey y oro): Oreja y dos orejas.

Alejando Talavante: (Azul Rey y oro): Oreja y palmas.

Saludaron montera en mano Rafael Rosa y Juan José Trujillo tras banderillear a segundo y sexto.

El Juli y Manzanares salieron a hombros de la plaza.