“El Cid”, Luque y Fortes se repartieron ocho orejas de un buen encierro de la familia Gallego, que permitió momentos muy importantes de brillantez y lucimiento por parte de los tres integrantes del cartel para disfrute del respetable».

“El Ojailen”, aparte de llamarse ayer “Prisionero” y llevar el numero 66 resultando excepcional en su comportamiento y permitiendo un toreo al natural apoteósico de “El Cid” es un pequeño rio de la cuenca del Guadalquivir que al juntarse con el Fresnedas y el Montoro forman el Jándula y que por su cercanía con la “Finca Pulido” da nombre a este joven hierro ganadero con el que “los Gallego” andan empeñados en hacer sonar fuerte por el panorama taurino.

Ayer en Socuéllamos lidiaron la tercera corrida de la camada del presente año y fue a la postre una de las más interesantes hasta el momento de su corta trayectoria. Corrida bien presentada, con volumen y con seriedad en las caras, mostrando los pelos castaños y colorados de la procedencia “Las Ramblas” así como la nobleza y la clase como principales virtudes. Por encima del interesante encierro destacó un gran segundo toro, serio en su comportamiento, encastado y enclasado al que quizá le faltó un tranquito más para ser sobresaliente, así como un cuarto toro extraordinario que hizo soñar una vez más a “El Cid” con la mano izquierda y por ende a todo el que lo pudo presenciar. A este cuarto se le pidió con fuerza la vuelta al ruedo, negada por un palco presidencial mal asesorado y poco decoroso en su vestimenta (la corbata y la chaqueta son de obligado cumplimiento, puesto que así lo marca el protocolo y porque usted es el máximo responsable de un espectáculo donde ahí abajo se están jugando la vida unos señores, por cierto que visten de corbata), detalles que conforman los protocolos y liturgias sagradas en las plazas de toros, siendo lo más grave la falta de criterio a la hora de ese mal que afecta a la mayoría de los palcos de nuestra provincia que no es otro que ese de: “no sé donde aprieto y no sé donde aflojo” con eso que se llama reglamento y que se supone que debo aplicar correctamente en función de lo que allí abajo suceda por el bien del espectáculo.

Tras el paseíllo la Asociación Cultural Taurina de Socuéllamos entregó una placa a Vicente Ruiz “El Soro” en reconocimiento a su trayectoria, y por su asistencia en la misma mañana a una tertulia taurina organizada por dicha asociación donde “ El Soro” compartió con los aficionados una agradable charla.

El torero de Salteras de amplio bagaje en su haber y de sobra conocido por nuestros lares demostró ayer durante toda la tarde que el temple y la colocación, son importantísimas llaves mágicas para poderle extraer a los animales las condiciones y virtudes que estos posean en sus embestidas. Al “primero bis” que sustituyó al devuelto que abrió plaza y que parecía afligido por alguna lesión interna, le recetó un tratamiento de alturas y tiempos que el animal fue agradeciendo durante la faena permitiéndole incluso gustarse, llegar al tendido y cortarle la oreja. Lo verdaderamente destacado de la labor de Manuel Jesús vino en el toro de la merienda. Un “Prisionero” herrado con el 66 que emprendió su libertad de morir embistiendo en bravo, en noble, en enrazado, en querer coger por abajo los engaños, manteniendo un ritmo, yendo a más y ofreciendo al torero de Salteras embestidas para que soñara de nuevo al natural. “Prisionero” parece que vino a explicar a sus criadores, que merece la pena, que la locura de vivir para y por el toro bravo tiene su recompensa, cuando en los medios se unen toro y torero de esta manera y agradeció con el hocico por la arena que su selección y su genética están trabajadas por un buen criterio y por engrandecer ese tesoro tan bello que es la bravura de este singular animal. Los maestros Antonio Sánchez Puerto o Vicente Ruiz “El Soro” presentes en el tendido aplaudieron con sinceridad el momento. Momento en el que sonaron peticiones de indulto, producto de la pasión con la que se vivía la faena, que tras la estocada se convirtieron en aclamar una vuelta al ruedo, negada por el asesor del presidente como antes hacía referencia de manera injustificada. Las dos orejas tras la estocada en lo alto fueron el premio que paseó “ El Cid” obligando a salir en su compañía a Enrique Gallego, quien junto a su hermana Macarena comienzan a hacer realidad lo que hace aproximadamente una década parecía un sueño.

El toro que hizo segundo de la tarde fue junto a este cuarto el más destacado de los seis, con una seriedad en toda su lidia y una fijeza que mantuvo unidas a una embestida no exenta de clase y nobleza. Daniel Luque lo cuajó de principio a fin, bajando los humos del brío de la salida con un capote prodigioso que dejó la media más torera y majestuosa de la tarde. En la muleta hubo un comienzo con poderío de Luque, indicando al rabón toro del Ojailen por donde tenía que deslizarse. En el ecuador del trasteo el torero optó por el sometimiento en la corta distancia y el dominio tan rotundo del que hace gala el torero de Gerena, terminando por Luquesinas que es ese final de faena tan personal en él, y que llega con fuerza hasta lo más alto del tendido ya que si el toro lo permite, existe ligazón y continuidad para elevar y calentar el asunto del epilogo. La estocada fulminante ponía la firma ante “Intranquilo” que se fue ovacionado en el arrastre al mismo tiempo que Luque recogía el doble trofeo. El quinto fue precioso de hechuras y fue el toro por el que alguno apostamos en las previas, pero no permitió tanto y se agarró un poquito más al piso. Luque le arrancó otro apéndice por la vía del esfuerzo y la entrega.

El malagueño “Fortes” arroja “emociones fortes” nunca mejor dicho, porque no se deja nada en el tintero. Se olvida del escenario, del público, de la categoría de la plaza, de la repercusión, y se adentra en un escenario propio con el mismo, que transmite ese miedo en el tendido, de cuando un torero se la juega. Con la encerrona en su “Malagueta” a la vuelta de la esquina, salió dispuesto en su primero como si los contratos dependieran de hoy. Comenzó la faena con las dos rodillas en tierras, exponiendo mucho, alargando el muletazo y ligando con la barriga por delante de los pitones. Faltó duración en el Ojailen y las plantas del malagueño se afianzaron en la cercanía para arrebatarse en la corta distancia sin perder la torería ni la expresión tan erguida y arrogante que Fortes saca a relucir con toda la naturalidad. El final por Bernadó y la estocada a pesar de caer desprendida hicieron asegurar la puerta grande con el doble trofeo. El que cerró plaza bajo la amarilla iluminación del peculiar coso de Socuéllamos no quiso pelea y fue quizá el que menos permitió. Poco pudo hacer Fortes con el serio castaño, salvo cazarlo con solvencia.

Una interesante tarde de toros en la que vimos un toque importante de atención de los toros del Ojailen que pastan en el Valle de Alcudia, patrimonio de nuestro campo bravo, por donde pasa un Rio corto que le da nombre a una ganadería, que a buen seguro y al contrario de su Rio, será larga y dará mucho que hablar en la próxima temporada y que ayer nos permitió ver un espectáculo que hoy he redactado en esta crónica terminado con el placer que supone decir esto de: ¡los tres matadores abandonaron la plaza a hombros, en una tarde en la que se divirtió mucho la afición manchega!

 

Plaza de Toros de Socuéllamos. Media entrada. Tarde agradable de verano.

Se lidiaron toros de la ganadería de “Toros del Ojailen” bien presentados, el primero devuelto por falta de fuerza. Destacando el enclasado segundo y el extraordinario cuarto al que se le pidió la vuelta al ruedo. 1º bis y tercero nobles y 5º y 6º más deslucidos.

“El Cid” de azul pavo y oro: Oreja y dos orejas

Daniel Luque, de blanco y oro: Dos orejas y oreja

“Fortes” de barquillo y oro: Dos orejas y ovación.

El ganadero Enrique Gallego dio la vuelta al ruedo junto a “El Cid” a la muerte del cuarto. Los tres toreros salieron a hombros por la puerta grande.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares