Sobresalió el jerezano David Galván con su labor ante el cuarto de Los Eulogios. Emilio Huertas no tuvo fortuna con la espada y Joaquín Galdós desorejó a su lote por la vía del esfuerzo, con un gran ambiente en los tendidos de Valdepeñas con motivo de sus fiestas del vino.

Se anunciaba en el cartel un “desafío ganadero” que viene a ser lo que conocemos en el toro como un mano a mano, pero de ganaderías. En este caso Los Eulogios y Toros del Ojailen. En general no hubo ningún toro a destacar por su comportamiento en la corrida, pero sí que hubo matices en cada hierro que podría dejar dicho desafío en un “empate técnico” que quizá se resuelva el próximo domingo en Valencia de Don Juan (León) donde se vuelven a enfrentar del mismo modo. Los del Ojailen carecieron de fuerzas y transmisión, con un primer toro de buna condición, noble y embistiendo con calidad, un segundo toro rajado al que no se le pudo exigir, y un tercer toro que tampoco terminó de romper y simplemente se dejó. Por el otro lado Los Eulogios echó tres toros, más fuertes de presencia a los que les faltó raza y condiciones de bravo. El cuarto tuvo “su guasa” y midió mucho al torero faltándole desplazarse con claridad, un quinto toro que se agarró al piso, y dudó acobardado de ir hasta el final, y un sexto toro manso de libro, que no pasaba por los percales y fue vulgar en la muleta.

David Galván es un torero de los que viene pisando con sobrada firmeza los ruedos que pisa, con actitud, con un valor seco y con una tauromaquia dominadora que a buen seguro terminará por ser reconocida y valorada como merece. Ante el primero dejó un buen recibo capotero con una larga engarzadas con chicuelinas. Quitó recordando de nuevo a Chicuelo y remató con una larga muy bella de trazo y expresión. La faena no llegaría a alcanzar los vuelos necesarios para causar la emoción en los tendidos porque no había enemigo delante. La falta de fuerza obligó al jerezano a tirar de técnica y emplear las alturas para evitar el derrumbe. Con un espadazo casi entero y un descabello iba a cortar la primera oreja.

Ante el cuarto vinieron los momentos de mayor nivel de la tarde. Tras un cuarto de hora para arreglar el estrepitoso estado del piso de plaza, bacheado, desnivelado y con exceso de arena en algunas partes, salió el primero de Los Eulogios que hacia cuarto. Serio, bastote de hechuras y enseñando las puntas por delante. Comportamiento serio el de este toro por el camino del genio, del probar, del medir y del exigir a un torero que iba a resolver el asunto con nota. En los primeros tercios hubo desajustes en todos los sentidos pero al llegar a la franela de Galván todo iba a cobrar ese sentido de la emoción tan necesario cuando ahí abajo hay un toro con cierto peligro al que hay que dominar y consentir. Comenzó el torero flexionando una pierna pegado a las tablas, sacándoselo a los medios con criterio y con dominio. El toro, indefinido durante toda su lidia comenzó a probar con brusquedad por donde podía hacer presa. Galván muy bien colocado y consintiendo miradas y gañafones puso el temple a disposición del de Los Eulogios para que eligiera embestir por donde el torero que quería, ¡si o si! Fenomenal disposición que tendría como recompensa varias embestidas al natural de su oponente cuando ya la pelea la tenia media ganada el diestro. La estocada trasera y desprendida tras un pinchazo hacía exagerada la concesión de la segunda oreja a una labor muy interesante del joven matador.

Emilio Huertas pechó con un lote complicado para el triunfo. Su primero fue el segundo del Ojailen que se rajó muy pronto y que no tuvo fuerzas para apretarle. En los primeros tercios poco que destacar. El caballo un trámite y fue en los palos donde hubo lucimiento por parte de José Otero y David Casanova que se saludaron montera en mano. En la franela se vivió un capitulo sin demasiada brillantez, aunque lo intentó Huertas al natural aprovechando lo poquito de su enemigo. Una tanda con la diestra y un cambio de mano como remate elevó el tono de la faena poco antes de que terminaran toro y torero en los terrenos de toriles con el animal ya muy agarrado al piso. Un pinchazo y una estocada arriba le iban a valer para obtener un trofeo.

En quinto lugar salió el toro de mejores hechuras de la tarde. Colorado, algo acapachado de pitones, bajo, con remate y presencia sobrada de plaza de segunda. Pero como suele pasar en estos casos, la genética es caprichosa y no se entiende con la morfología, resultando un animal de un comportamiento completo de matices negativos que hacían muy complicado estar delante de el con lucimiento. Acusó cobardía de embestir hacia delante y romper queriendo coger los engaños hasta el final, llegándose a pegar una media parada antes de llegar a los percales, que en el caso de Otero consiguió por un momento desplazar y llevar largo, pero fue un espejismo. A caballo Ramón Flores dejó un puyazo de libro, dándole los pechos al animal y poniendo el hierro donde mandan los cánones, echando el pecho en la vara y sin tapar la salida, quitándole el palo cuando lo ordenó el matador y aguantando el apretón del de Los Eulogios. Fenomenal tercio de varas el protagonizado por el de Villamanrique que debió ser más aplaudido si en el tendido hubiera habido más aficionado. Antes de comenzar la faena, José Otero sufrió una caída por el mal estado del piso de plaza, haciendo la croqueta con muchas facultades físicas y de valor que le libró del percance. Brindó la faena Huertas a Luis Carlos Castellanos, subalterno que ha actuado varias veces en su cuadrilla, hijo de D. Carlos Castellanos Muñoz, gran taurino, al que en la misma mañana el Ayuntamiento de la localidad rindió homenaje descubriendo una placa “in memoriam” al ejercer en vida de presidente y asesor del coso vinatero reconociendo su labor de divulgación y defensa de la tauromaquia. Tras el brindis, la faena sería una batalla permanente con la condición de un animal que no quiso embestir con franqueza en ningún momento. El esfuerzo de Huertas no iba a tener premio porque la espada salió haciendo guardia en un primer intento afeando mucho la labor del torero de Santa Cruz de Mudela. En terrenos de toriles si cobró una buena estocada con el ambiente ya enfriado en los tendidos obligándole a saludar desde el tercio.

Joaquín Galdós es un torero jovencísimo, con la alternativa tomada este año, que madura a gran velocidad y quien tiene cualidades y expresión de otro torero perteneciente a esta nueva hornada que viene a intentar conseguir la dura pero muy necesaria tarea de renovar el escalafón superior. Al primero de su lote que fue uno castaño del Ojailen lo intento suavizar con el capote ya que mantenía una embestida rebrincada la cual atemperó con la puya Luis Miguel Leiro. A la muleta no llego con el galope de banderillas el toro, dificultando ver la capacidad tan temprana del peruano. Todo a media altura, sin nada que destacar en lo artístico pero con mucho que valorar en la actitud del torero. La estocada caidita y la oreja del festivo publico valdepeñero al esportón. El que ponía fin al festejo salió con la bandera de la mansedumbre por delante, sin querer pelea, queriéndose ir de allí, distraído y con la más absoluta de la informalidad que da la falta de raza. Gran labor de brega de Raúl Adrada que lo intentó sujetar y romper encelándolo con un capote firme y de oficio. Sin dar un duro por el resultado del trasteo, Galdós a base de tiempos, confianza y exposición consiguió trajinar al manso. Inteligente el chaval y muy firme lo enjaretó en un trasteo lleno de actitud y exposición firmado con una estocada válida para arrancarle la oreja que le permitía acompañar a hombros a su compañero.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares

Plaza de Toros de Valdepeñas. Tres cuartos de entrada. Tarde de bravo calor.

Se lidiaron toros de “Toros del Ojailen” (1º,2ºy 3º) correctos de presencia y de comportamiento bajito en lo referente a fuerzas y transmisión. Buena condición del primero por su calidad que destacó entre los tres. Y tres de “Los Eulogios” (4º,5º, y 6º) con algo más de trapío pero de comportamiento desrazado en líneas generales. El que permitió más al torero fue el cuarto.

David Galván (Rosa palo y oro): Oreja y dos orejas

Emilio Huertas (Gris perla y oro): Oreja y ovación.

Joaquín Galdós (Gris perla y oro): Oreja y oreja

Saludaron montera en mano tras parear al segundo, José Otero y David Casanova. Destacó en los del castoreño Ramón Flores, tras un sensacional puyazo al quinto.