A hombros Antonio Ferrera y Emilio de Justo, que se gustan a placer en Alcázar de San Juan. Oreja del sexto obtuvo Roca Rey.

Gran ambiente despertó la tarde de Alcázar, con la traducción en sus tendidos de una gran entrada, rozando el lleno del aforo permitido. De justicia felicitar a empresas como Tauroemoción, que evolucionan positivamente junto a la era digital, las peculiaridades de los nuevos consumidores (aficionados jóvenes) y sobre todo, con “la pelea” que suponen las normas restrictivas de aforos, protocolos, conductas y demás “gañafones” que nos sigue dando en la muleta, la dichosa crisis del puñetero covid.

Entremedias de dicha vorágine circunstancial del momento están los profesionales, los ganaderos sufriendo la mundial, los de arriba del escalafón haciendo el esfuerzo, los modestos sin apenas oportunidades, y la tauromaquia quebrando adversidades con festejos por los pueblos de mi Españita, como por ejemplo Alcázar de San Juan, «Corazón de La Mancha», por donde hoy pasaron las figuras.

La corrida de Daniel Ruiz, variada de hechuras y comportamiento facilitó el triunfo de los extremeños Ferrera y De Justo, con un segundo toro rebosante de calidad, clase y ritmo, así como el bravo cuarto, premiado con la vuelta al ruedo. Los cinqueños primero y tercero fueron los más deslucidos, curiosamente con mucha similitud en el comportamiento a la defensiva y sin entrega de ambos.

Extremadura parece en los últimos años, el nido de donde los toreros salen mejor capacitados para emprender altos vuelos. Algunos como Antonio Ferrera saborean ya las mieles del oficio que dan los años y en su caso atraviesa un momento dulce de su carrera, donde cada tarde persigue saciarse a través de un concepto muy personal, variado, fresco y distinto a lo común.

En Ferrera no hay patrones, sino desvelos de quien ofrece rienda suelta a lo que su interior le dicta. Al que abrió plaza le adelantó la pierna ganando terreno a la verónica. Al caballo lo llevó por delantales donde la puya quedó caída, provocando mucho derrame a “Mantero” el cual lo acusaría sin entrega en la muleta muy a la defensiva.

Con las dos rodillas en tierra recibió a “Emperador” lidiado fenomenal por Jose Manuel Montoliú. En el comienzo, los trazos de líneas rectas también fueron rodillas en tierra, para seguir centrando la embestida, cogiendo distancias y haciendo que el toro rompiera cada vez más adelante y con mejor ritmo. En la tercera tanda lo apretó Ferrera por abajo, tanda que metió al público de lleno en la faena, y donde “Emperador” fue demostrando a más, el buen fondo. Los adornos de inspiración al comienzo de cada tanda, el trajín de la música (banda sin asesoramiento de aficionado en sus intervenciones a destiempo) permitieron al toro recuperaciones entre tanda y tanda que le dieron un plus de oxígeno para sus riñones, su cuello y su raza. La petición de indulto fue importante y triunfalista, con los típicos momentos de incertidumbre al montar el torero la espada. El buen criterio del palco presidencial con D. Javier Rubio al frente y D. Vicente Caravaca en el asesoramiento aguantaron dicha petición, obligando a Ferrera a entrar a matar. Y vaya que si entró, en corto y por derecho, dejando una grandísima estocada. Petición leve de rabo desatendida y pañuelo azul para “Emperador”.

Emilio de Justo lleva consigo la llave maestra del toreo, la que abre todas las puertas, la del sistema, la de las aficiones, la de las plazas, la de los ganaderos, la de los aficionados, la llave que te abre las puertas de la gloria como figura del toreo. ¿Lo es? ¿Son etiquetas que ponemos los aficionados bajo criterios muy personales? Pues no lo sé, juzguen ustedes mismos y valoren al torero de Torrejoncillo como crean conveniente, pero en mi opinión es a día de hoy quien lleva el “maillot oro de la general del toreo”

Hoy no tuvo ningún puerto de montaña el extremeño, aunque en el toro, ni hay enemigo pequeño, ni hay tarde intrascendente o donde aliviarse, cuando eres uno de los lideres a batir y los objetivos te miran con el zoom de la tan necesitada competencia entre los de arriba.

Al guapo segundo lo rescató de una extrema flojedad en los primeros tercios, siendo un “profesional de fe” en el devenir de una embestida que por la vía de la paciencia, las alturas que no exigen y una gran temple curativo, llegó a ser capaz de cuajarlo por abajo, incluso apretándolo al natural con las dos manos, ya que con la diestra precisamente realizó un final de faena monumental. Adelantando la pierna contraria, muy erguido, con la majestuosidad de una escultura de Benlliure, con el temple de un quejío de Caracol, con la belleza de un drama poético de Lorca, y dejando un aroma a torería de un “Emilio de Gusto” al que el toreo tiene reservado el sitio de los elegidos.  Con la espada lo ve clarísimo y ataca con una pureza portentosa. Dos orejas de ley.

Al quinto lo saludó a pies juntos sensacional. Saludaron montera en mano “Morenito de Arles” y Pérez Valcarcel, así como debió saludar Antonio Ferrera por dos extraordinarios quites de riesgo en el primer y tercer par, a una mano, oportuno y torerísimo. Al comienzo mandón con la muleta le sobrò quizá algo de ataque, llegando a reunirse sensacional con el toro a partir de la tercera tanda, donde apareció el toreo al natural, hundido en la arena, metiendo los riñones y tirando de él hasta donde la naturalidad lo permite. De nuevo un espadazo de categoría en su ejecución, y algo desprendido en su colocación. Oreja tras fuerte petición de la segunda.

Roca Rey anduvo aseado ante el deslucido tercero. El peruano pareció abstraído de la tarde, difuminado por el triunfo de sus compañeros y apareciendo en cierta manera en el sexto, ante un manejable toro de Daniel Ruiz al que ya con el capote recetó verónicas enlazadas con chicuelinas y serpentina. Prosiguió en el quite queriendo enganchar al personal por afarolados y caleresinas. Pareció quererse ir el de Daniel tras el desorden de la lidia, donde varió la velocidad en varios momentos en los que se quiso desentender. Andrés le dejaría la muleta en la cara, muy puesta, muy por abajo, muy por donde los toros o embisten, o se rajan y el de Daniel optó por aguantar repitiendo en varias tandas en las que Andrés fue por momentos, el Andrés que vino la gente a ver. El pinchazo previo a la estocada dejó el premio en un apéndice para un Roca Rey que pareció hoy seguir viviendo y gozando, ese sueño torero del día anterior en la goyesca de Ronda.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares

Foto de portada: © Jesús Monroy

Plaza de Toros de Alcázar de San Juan. Casi lleno del aforo permitido. Tarde de calor.

Se lidiaron toros de Daniel Ruiz, variados de presencia y comportamiento, justitos de motor y transmisión. El cuarto fue premiado con la vuelta al ruedo. Calidad y clase en la muleta tuvieron segundo y quinto y manejable el sosito sexto. Primero y tercero los más deslucidos.

Antonio Ferrera, de azul rey y oro: Ovación y dos orejas

Emilio de Justo, de Esperanza y oro: Dos orejas y oreja.

Roca Rey, de negro y oro: Silencio y oreja.

Ferrera y De Justo salieron a hombros por la puerta grande.