Una formidable tromba de agua provoca la suspensión en el ecuador del festejo en Daimiel. Carlos Aranda corta el único trofeo de la tarde.

El hombre compone, Dios dispone y no sólo el toro, todo lo descompone. Esta vez descompuso la tarde el agua caída sobre Daimiel, la población de las brujas, impidiendo que el festejo se pudiera celebrar en su totalidad.

Los dos toros lidiados de Dña. María Loreto Charro tuvieron diferente comportamiento. Dejándose ambos, pero con mucha mejor condición el que abrió plaza. En tercer lugar salió un novillo de Collado Ruíz, cubeto y falto de trapío, que ya con el ruedo en mal estado desarrollo un deslucido comportamiento.

El Cid no pudo despedirse de Daimiel como hubiera deseado, ya que el de Salteras se encuentra en el año del adiós, y en verdad dejó pasajes de calidad de su toreo. Templó por ambos lados a “Orador” que embestía con despaciosidad de manera algo intermitente. Se gustó Manuel ante la noble embestida y marró con la espada el más que probable triunfo. ¡Ay la espada Manuel!

El lidiado en segundo lugar tuvo escaso contenido en su manera de acudir a los cites. Emilio de Justo, uno de los toreros de la temporada, puso de manifiesto su sitio, su firmeza y su relajación ante la cara de los toros, para limar las asperezas y aguantar con torería la áspera y espesa embestida. Por el lado derecho hilvanó varios derechazos profundos, a las escasas embestidas que le ofreció el de Charro. Tras varios pinchazos en la yema cuando comenzaba a llover, consiguió descabellar y escuchar palmas de consolación.

El novillero Carlos Aranda era de nuevo arropado por sus paisanos, a los cuales tiene esperanzados, tras una temporada donde está toreando con frecuencia, destacando la oreja cortada en Madrid el pasado 11 de agosto. El novillo que le correspondió no tuvo una presencia digna para una plaza como Daimiel, que siendo de tercera categoría siempre se ha intentado cuidado la presencia y seriedad del toro. Muy gacho y casi cubeto, aunque con buenas hechuras el de Collado Ruiz. Aranda le presentó siempre los engaños con verdad y queriendo componer una postura muy erguida, que define su tauromaquia en gran medida, y que no tuvo la profundidad deseada por la falta de recorrido del novillo. Mejores inicios que finales hacían que a aquello le faltase algo. Para colmo el agua, y para colmo el barrillo del albero, y el desconcierto en el tendido para buscar refugio. Ante todas las circunstancias adversas, Aranda estuvo por encima, del novillo y de los obstáculos ambientales. El espadazo al tercer intento le llevaron un trofeo a sus manos, poniendo prácticamente el broche a una tarde donde el agua, (que gran falta nos hace) o las brujas que la mandaron, fueron las protagonistas.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares

Plaza de Toros de Daimiel. 2-9-19. Más de media entrada. Tarde de tormenta y lluvia torrencial.

Se lidiaron toros de Dña. María Loreto Charro, correctos de presencia, noble el primero y desclasado el segundo. Y un novillo de Collado Ruiz Hnos. falto de presencia y deslucido.

El Cid, de sangre de toro y azabache: Ovación

Emilio de Justo, de azul marino y oro: Ovación.

Carlos Aranda, de grana y oro: Oreja.

Se desmonteró “Morenito de Arles” tras parear al segundo.

En el ecuador del festejo llegó la suspensión, al encontrarse impracticable el ruedo por la incesante lluvia.