Morenito de Aranda sale a hombros de un festejo pobre de contenido, donde El Fandi (oreja y oreja) prefirió irse andando junto a Hermoso de Mendoza.

El festejo mixto que este año presentó Carlos Zúñiga, hacía albergar pocas esperanzas de que la corrida de toros de Alcázar, con motivo de sus fiestas locales, resultara del todo atractiva para que el coso alcazareño, fuera como otros muchos años fue, uno de los referentes en nuestra temporada taurina de la provincia. Por el ambiente, por el nivel de la localidad, por la idiosincrasia de sus fiestas, por la historia de su plaza, por su afición, por las taurinas poblaciones cercanas, y por un sinfín de argumentos, Alcázar merece otro tipo de esfuerzo, tanto a nivel administrativo e institucional, como a nivel empresarial, por parte de quien sea el encargado de ofrecer dicho espectáculo. Así a bote pronto, se echa en falta la presencia del torero local Aníbal Ruíz, con el que no se ha contado en esta segunda etapa del torero, en la que por cierto está mejor que nunca, habiendo pegado serios toques de atención en la feria de la capital; injusticias surrealistas que viendo hoy la entrada en los tendidos, cuanto menos sorprenden.

La corrida de Los Eulogios se sumó al frio ambiente de Alcázar, desarrollando un comportamiento desrazado, vulgar y sin los mínimos exigidos en un toro bravo que al menos, y aunque le falten matices, se mueva. De ahí el titular de esta crónica; ¡¡no lo piques, que veamos algo!! Expresión vertida por parte de varios espectadores, que incluso pedían de manera poco acertada, que no salieran los caballos de picar, qué pena…

Pablo Hermoso de Mendoza camina “echándose a un lado” tarde tras tarde, y quien escribe siente verdadera tristeza, por quizá estar presenciando las últimas tardes del navarro en activo. La irrupción con fuerza de su hijo Guillermo hace pensar en la retirada. Quizá va siendo hora de ceder la mano y realizar la transición del galope al trote, y del trote al paso. Pablo a día de hoy, se encuentra en esa primera transición del galope al trote en extensión. Y de ahí pasará al trote estirando el dorso y cediendo la mano, para sobre dicha relajación y ausencia de impulsos, el caballo de su vida como torero, se eche definitivamente al paso del descanso.

Hoy en Alcázar un lote muy poco propicio no le puso las cosas fáciles. Hay caballos muy nuevos, con los que el grandioso jinete navarro lleva a cabo una puesta a punto constante, la cual tiene que conjugar consiguiendo los triunfos. Si el toro no ayuda, ya ayudará más el siguiente. Hoy en su primero se dejó ayudar en demasía por los auxiliares, hecho poco frecuente en un rejoneador que a buen seguro ha sido el que menos colaboración de su cuadrilla ha necesitado con la lidia de sus toros. Incluso ha incorporado el navarro en sus actuaciones, adornos como la lanzada o la reverencia de flexionar un brazo hacia la galería. En su segundo dejó buenas banderillas, con mucho mérito, montando a ese portento físico que es Berlín, y poco más que destacar del excelso toreo a caballo que define su tauromaquia. El gran esfuerzo realizado y el rejón arriba le llevaron a sus manos la oreja del cuarto.

El Fandi es un torero que gusta y divierte al público de los toros, que no al aficionado, y aun siendo un gran torero con el capote y un portento de facultades con los garapullos, El Fandi gusta al público por lo bullicioso de sus lidias. Dicha ebullición en los tendidos se produce fácilmente, siempre y cuando, haya enemigo “al que dar fiesta”. A su primero lo recibió de rodillas en el tercio, lo exigió en el quite y lo banderilleó. Sin la virtud de humillar en el toro, tuvo Fandila en bandeja el trasteo animoso que define la gran mayoría de sus faenas. Recetó un bajonazo y la oreja a la palma de su mano; ¡incluso le pidieron sorprendemente la segunda! Al quinto simplemente lo mantuvo en pie. Esa fue la labor desde que salió, evitar que se derrumbara el inválido de Los Eulogios, que debió ir para atrás. Aun así, otra oreja del “enfandilado tendido alcazareño”. Buen gesto del granadino, que prefirió no salir a hombros, ensalzando eso que se llama “vergüenza torera”.

Morenito de Aranda, o como ahora gusta decir “el moreno” recetó algunos de los más bellos lances de la tarde, tanto con la franela como con el percal. Al primero le instrumentó derechazos con empaque, mientras el animal quiso por abajo, que fueron si cabe, una docena de buenas embestidas. Al que cerró plaza lo quiso lancear con gusto a la verónica sin terminar de acoplarse. La faena la brindó al gran torero de plata Oscar Castellanos, presente en el callejón. El trasteo tuvo un comienzo cargado de torería y mientras la inercia del toro lo permitía, “el moreno” aprovechaba para dibujar algún buen muletazo, producto de su fenomenal expresión y temple encajado con los toros. El tornillazo a mitad de cada muletazo y el defecto de soltar la cara del toro fueron desluciendo un trasteo que acortó Morenito metiéndose en las distancias cortas, para de esa forma, conseguir el deseado y necesario eco en los tendidos. Tras la estocada le fueron concedidas dos orejas, la segunda demasiado barata. Al margen de lo de hoy, creo honestamente, que Morenito es de los toreros, que saben torear y que tiene capacidad, sin duda, de ocupar más puestos en el circuito de las grandes ferias.

Alcázar necesita una inyección de calidad, de gestión, de apoyo y de categoría. La fórmula no la sé, pero seguro que el aficionado de Alcázar la sabe, y al que le duela Alcázar también la sabe, porque hoy nos dolió a algunos, y eso que no somos de Alcázar.

Crónica: Víctor Dorado Prado.

Fotografías: ©Manuel del Moral.

Plaza de Toros de Alcázar de San Juan. Menos de media entrada. Tarde agradable.

Se lidiaron toros de Los Eulogios, desiguales de presencia, deslucidos y faltos de raza en líneas generales.

Pablo Hermoso de Mendoza, palmas y oreja.

El Fandi, de azul rey y oro con los cabos negros: Oreja y oreja.

Morenito de Aranda, de rosa y oro: Palmas y dos orejas.

Morenito de Aranda salió en hombros. El Fandi decidió marcharse a pie.