Crónica de Tomás Mata de la corrida de la feria de San Isidro, donde Fernando Adrián confirmó su alternativa de manos de José María Manzanares, siendo testigo el peruano Andrés Roca Rey.

No voy a caer en el tópico de decir aquello de «Tarde de expectación…» pero a veces los pensamientos de los filósofos griegos no llegan a superar al refranero español que una vez más se ha cumplido.
Llegaban las figuras a Madrid tanto de luces como de ganadería y casi todos han fallado.
La corrida de Victoriano del Río ha sido un fiasco total, tanto de presentación sin remate, como de desigualdad de hechuras y no digamos de comportamiento pues ni casta, ni entrega, ni pujanza en el primer tercio, ni cierta clase e incluso manseando tendiendo a irse en oleadas a terrenos de chiqueros de salida y con el motor justito para empujar hacia adelante.
Victoriano jugaba en casa con gran parte del sector más crítico a su favor por cuestiones de paisanaje pero ni así ha conseguido ni una pírrica victoria. Una corrida informal e incierta y que era un verdadero jeroglífico adivinar las sangres de procedencia de los animales.

José María Manzanares, Fernando Adrián que confirmaba alternativa y Andrés Roca Rey encabezan el paseillo de todos los actuantes y que antes de deshacerlo con el público en pie se guarda un minuto de silencio por el reciente fallecimiento de D. Miguel Baez  «El Litri».

José María Manzanares cedió los trastos a Fernando Adrián en la protocolaria ceremonia de alternativa previa petición de permiso a D. Víctor Oliver, presidente del festejo, acto innecesario pues el Reglamento no obliga a ello y Manzanares debería saberlo.

Fernando Adrián se habrá ido disgustado por la imposibilidad de mostrar su toreo las nulas oportunidades que le ofreció su lote de hacerlo y porque su paso por este San Isidro no ha sido el que él sin duda deseaba. Firme, con disposición e intentando todo por activa y por pasiva sólo pudo mostrar algún muletazo suelto y un gran espadazo al quinto de la tarde y digo bien, al quinto, pues a pesar de ser la tarde de su confirmación, al ser más antiguo de alternativa que Roca Rey, a partir del segundo toro se retoma el orden de antigüedad, cosa que hubo que explicar a mucho de los asistentes de esta tarde que preguntaban el porqué no le correspondía el sexto. Tal era el conocimiento y afición de muchos de los asistentes de esta tarde.

José María Manzanares se chocó de frente con un lote imposible. Bien es cierto que Manzanares no es este año el de anteriores e incluso fallando con algo que antes era un seguro de fiabilidad, la espada.
Se puso, lo intentó sin apreturas ni riesgo y al ver que no había materia prima ni en su primero y mucho menos en su segundo mató y se acabó lo que se daba. Con el tamaño de los trastos de torear de Manzanares prefiero no esplayarme.

De Roca Rey nada diré que vaya a descubrir a este torero que por algo es el número uno actualmente. Se entrega en cuerpo y alma en todo lo que hace, intenta no decepcionar a quien llena las plazas y hace unos esfuerzos que pocos pueden igualar, se prodiga con el capote, se los pasa muy cerca sin inmutarse y saca agua en el desierto. Ay si no se retorciera tanto en ocasiones, pero esa es su tauromaquia y así enloquece a sus seguidores. Algunos podrán discrepar de su labor en el último toro esta tarde pero sujetar a un manso que no empujaba ni rompía para adelante de la forma en que lo ha hecho y pegarle los muletazos que le ha dado tiene un mérito muy grande, seguro que el cabreo que le habrá entrado al no matarlo tras recibir dos avisos, habrá sido un respiro de alivio para el Presidente por el lío en el que le podía haber metido si salen los pañuelos en el tendido y no los guarda.

Poco más que decir de esta tarde, solo que se sigue picando muy mal, tampoco ha sido una gran tarde de segundos tercios y ni siquiera de lidias destacables.

Atención a la que se puede avecina mañana con otro cartel de «NO hay billetes» casi con toda seguridad.
Mañana más y mejor.

Tomás Mata Menchero

Aficionado y abonado del tendido 7

Fotos: © Las Ventas Plaza 1