El nuevo niño prodigio del toreo forma un auténtico lío en Las Ventas y sale a hombros tras cortar cuatro orejas en su debut en la primera Plaza de Toros del mundo.

La mañana del Santo Patrón de Madrid estaba marcada en el calendario de los aficionados para darse cita en la Plaza de Las Ventas con rojo en el calendario. Venía a presentarse en el ruedo venteño el salmantino niño prodigio del toreo y la afición fiel a su cita no falló ante tal acontecimiento pues cubrió en casi tres cuartas partes del cemento.

A las 12`30 h. del día de San Isidro sonaron clarines y timbales para que una vez los alguacilillos hicieran el preceptivo despeje de plaza, se abriera la puerta de cuadrillas y emergiera desde la sombra del túnel la figura menuda de un niño perfectamente vestido de corto, dispuesto a regalarnos una matinal extraordinaria.

Con la solemnidad con que se debe tratar a la tauromaquia, el pequeño chaval hizo el paseíllo sereno, sonriente, con parsimonia y con mucho garbo torero, saludando al romperse el desfile una gran ovación de ánimo y reconocimiento a lo que muchos habían visto en videos de su corta trayectoria como becerrista, aunque esta vez no le esperaban en los chiqueros becerros precisamente, sino tres erales de Jandilla de presentación indiscutible, ¡ay en cuantas plazas de segunda y tercera categoría no salen utreros como los erales a los que iba a lidiar y estoquear el chiquillo salmantino.

No voy a analizar su labor novillo por novillo, me limitaré a dar mi opinión sobre lo que hemos visto en general, para lo otro ya habrá tiempo cuando lo exija el paso a cotas más profesionales, solo daré mi opinión personal sobre lo que he visto a modo de conclusión.

Marco Pérez es un torero, ha nacido torero y a poco que la suerte le acompañe y las personas que dirijan su trayectoria y aprendizaje le encaucen, le cuiden, no le agobien y le dejen desarrollarse como chaval y él evolucione bajo la tutela de sus mentores, estoy seguro de que llegará a ser alguien muy importante en el toreo.

Que desparpajo, que serenidad, que variedad, tanto con el capote como con la muleta, nunca ha terminado una serie de muletazos de la misma manera, maneja con soltura todo tipo de lances con una perfección y naturalidad fuera de lo común, parece como si estuviera poseído por el espíritu de las grandes figuras en su frágil cuerpo.

Que variedad, como piensa en la cara de sus oponentes e incluso sobreponiéndose a la paliza que le ha propinado su segundo eral, se fue de nuevo a la cara del animal e instrumentó los pasajes más mandones, templados y toreros de toda la mañana. Simplemente extraordinario y encima mata ejecutando la suerte sin salirse un ápice de la trayectoria.

Cuatro orejas, dos, dos y vuelta ha sido el balance total de su actuación pero eso es lo de menos, lo importante es ver que hay continuidad en la fiesta, que emerge una figura y que da gusto ver torear así a un chiquillo.

Puerta Grande sí, pero Puerta Grande de las que emocionan y más cuando sale por ese deseado umbral acompañado de más de cien chavalillos de todas las edades llevándole en volandas.

Ya no te volveré a tratar de chaval, lo haré como lo que eres, un gran torero. Que Dios te proteja y nos hagas disfrutar de ti, de tu torería, de tu ilusión y de tu saber hacer a todos los aficionados porque sabes y puedes hacerlo.

Si alguien llegó a pensar que el escenario se iba a comer al artista se equivocó, el artista se ha comido y ganado al escenario y se ha hecho grande, muy grande.

Apunten y recuerden este nombre Marco Pérez. Aquí hay torero para rato señores.

Tomás Mata Menchero.

Galería fotográfica: © Alfredo Arévalo (Plaza1).