Gran tarde la vivida en Daimiel, que se afianza como una fecha fundamental en la temporada taurina de la provincia de Ciudad Real. Curro Díaz y Rafaelillo salen a hombros, a los que no acompaño Sergio Serrano por el fallo con los aceros. Victorino Martín vuelve a demostrar el buen momento por el que atraviesa.

Decir  «Victorinos» en la tauromaquia actual es sinónimo de decir emoción, bravura, dificultad, riesgo y sobre todo presentación excelente, exigencia, toro listo, fortaleza y una honradez ganadera que nunca defrauda. Todo eso y quizás me quede corto es lo que tanto Victorino Martín como ganadero ha expuesto en el bien cuidado ruedo de un pueblo como Daimiel que poco a poco se ha ganado, por su gran afición, una reconocida fama como torista y que en más de dos tercios de entrada ha cubierto sus tendidos.

Los cárdenos de la «A» coronada, no han dejado indiferente a nadie de los que han pasado por taquilla, ni a los aficionados, ni a los que lo son menos, a nadie, pues sólo verlos salir a la plaza, ya despiertan un interés inusitado entre los asistentes, presagiando que algo diferente puede pasar a diferencia de lo que otros nos tienen acostumbrados.

Ha habido de todo como en botica, desde el áspero, tardo e incierto bizco del pitón derecho primero, los potables segundo y tercero, el «cazamoscas» cuarto, el noble y dulce pero algo flojo quinto y el duro e intermitente sexto.

Para enfrentarse a semejante examen, tres toreros valientes, capaces, de sobrada técnica, conocedores del oficio y porqué no decirlo, artistas que han expuesto entrega, valor, conocimiento e incluso arte y torería en muchos pasajes y momentos de su labor, en dos palabras TRES TOREROS con mayúsculas cuyos nombres son Rafaelillo, Curro Díaz y Sergio Serrano.

Le correspondió al murciano Rafaelillo quizás el lote más agrio de la tarde, pero este torero curtido en mil batallas, es capaz de sacar agua de un pozo seco. A su primero, el incierto bizco del pitón derecho, le aplicó la dosis perfecta de mando y poder pasándolo por ambas manos con seguridad, soltura y hasta relajo en algunos muletazos con la mano derecha e incluso alguno de bella factura por el pitón izquierdo, aunque quizás la posición anatómica de ese pitón, molestase la visión del animal en los embroques, lo que le hacía volverse sobre las manos. Estocada entera algo desprendida acabó con el animal y la petición popular hizo que el torero murciano almacenase la primera oreja de la tarde en su esportón.

El cuarto fue otro cantar. Ya de salida mostró una codicia anormal poniendo en apuros a su matador en los lances de recibo. Tras su primer encuentro con la cabalgadura se cambia el tercio cuando, en mi modesta opinión, el toro debería haber recibido una segunda vara pues el toro desarrolló mucho sentido en la muleta sabiendo lo que se dejaba atrás y tiraba gañafones de escalofrío. Alardes, desplantes y lidia torera culminada con un gran espadazo hicieron que volvieran a salir pañuelos en los tendidos y oreja de nuevo para el del murciano barrio de El Carmen.

El segundo de la terna fue el linarense Curro Díaz. ¡Que bien ha estado esta tarde Curro en Daimiel!, ha entendido a su lote a la perfección, si, que si, que se ha llevado el lote mejor, que si, pero hay que aprovecharlo y a fe que el de Linares ha hecho pasando de manera suave y artista a su primero tanto con la diestra como con la zocata con ese temple que este torero tiene innato. Muletazos de gran belleza ante un toro que se desplazaba sin brusquedades y recorrido, construyeron una faena que al ser rematada con un volapie de perfecta ejecución aunque no tanta la colocación de la espada, provocaron el delirio en los tendidos y la concesión de las dos orejas por parte del presidente de la corrida.

El quinto fue el toro de la corrida, la perita dulce, el más noble y pastueño de todos pero también el más blandito y suave de todos, con el que Curro lució el mejor toreo de capote de la tarde en los lances de recibo, cuidado con mimo en los dos primeros tercios, llegó a la muleta humillando y siguiendo la franela hasta el final con el temple y elegancia que Curro suele aplicar cuando la boyantia y clase del animal se lo permiten. Y así construyó una faena casi perfecta si no fuera, y aquí me voy a poner algo meticuloso, por que parte de ella fue realizada al hilo del pitón y le falto colocarse algo más cruzado y no tan fuera con la mano derecha, cosa que corrigió en una extraordinaria tanda con la zurda, tras la cual remató por bajo una faena de alto nivel. El colofón fue una estocada casi perfecta y otras dos orejas fueron a sus manos tras la unánime petición de la concurrencia.

Cerraba la terna el diestro albaceteño Sergio Serrano al que le correspondió un primer toro de su lote con el que el joven diestro derrochó conocimientos más que suficientes para alcanzar cotas importantes con este tipo de encaste. Colocación perfecta y suavidad para provocar las embestidas del animal con toques casi imperceptibles consiguieron construir una faena importante, pero cuando todo hacía pensar en la consecución de al menos un apéndice, todo se fue al traste por el mal uso del acero ante la desesperación del matador que recogió una ovación desde el tercio tras el arrastre del burel.

Fuerte era el toro que cerraba la corrida y con muchas teclas que tocar ya desde la salida y quizás muchas más cuando el torero se quedó a solas con el toro en el último tercio y ahí Sergio, a pesar de intentarlo por ambos pitones, no consiguió el acople que hubiera deseado o las notas de esa partitura estaban algo desordenadas y las teclas no acompasaban el ritmo que la melodia necesitaba y su labor no pudo pasar de voluntariosa, exposición y entrega, en esto tomó el acero y otra vez un cúmulo de pinchazos, el premio no pasó de silencio roto por algunas palmas.

En resumen, una tarde interesantísima de toros, de las que hacen afición de verdad, de la pura, de las que emocionan, dejan huella en el recuerdo y nos gustaría repetir el próximo año en Daimiel, pueblo de arraigada tradición taurina y con sabor a tauromaquia por todos los rincones de esta ciudad manchega.

Enhorabuena a la empresa Tauroemoción, a los toreros, a la afición, a Daimiel y por supuesto a Victorino Martín.

Así si, así se hacen las cosas.

Crónica: Tomás Mata Menchero

Galería fotográfica: © Jesús Monroy

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Ficha del Festejo:

Hierro de Victorino Martín - España  Plaza de toros de Daimiel. Dos tercios de entrada.

Toros de Victorino Martín, bien presentados, encastados y de buen juego en general, destacando el 5º y 6º de la tarde.

• RAFAEL RUBIO ‘RAFAELILLO’, oreja y oreja

• CURRO DÍAZ, dos orejas y dos orejas

• SERGIO SERRANO, palmas y silencio

Incidencias: El picador Daniel López, de la cuadrilla de Sergio Serrano, fue ovacionado tras el tercio de varas al sexto de la tarde.