Diego Ortega Abengózar nació en Alcázar de San Juan el 28 de febrero de 1980. Está soltero y es Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Estudió en el Colegio Santísima Trinidad y en la Universidad Politécnica de Madrid. Actualmente es Diputado Provincial en la Diputación de Ciudad Real y Portavoz del Grupo Popular en la actual legislatura. Fue alcalde de la localidad manchega por el Partido Popular del 2.011 al 2.015.

Su afición por el mundo del toro no conoce límites. Actualmente preside en Castilla La Mancha la ANPTE (Asociación Nacional de Presidentes de Plazas de Toros de España). Participa como aficionado práctico allá donde la ocasión lo permite, sin importarle demasiado la condición ni el volumen de los animales, hecho que demuestra el gran valor que atesora este alcazareño al que en ciertas ocasiones hemos podido ver torear con un concepto clásico del toreo que a más de uno sorprendería.

La pasión por el toro bravo acerca desde hace unos años a Diego a los encierros más famosos del mundo que cada año se celebran en Pamplona en honor a San Fermín. Desde las imágenes en directo que ofrece TVE y viendo a Diego cada día mas cerca de los astados no podíamos dejar escapar la ocasión de charlar con el sobre ello, y acercar a todos nuestros seguidores las vivencias sanfermineras de quien consideramos una grandísima persona en lo humano, y que día a día demuestra una gran categoría como aficionado en pro de la tauromaquia y todo lo que la rodea.

Diego, en primer lugar, agradecerte tu disposición con nosotros siempre. Cuéntanos cómo te llega esta pasión de sentir al toro de cerca como corredor del encierro de Pamplona.

Es un placer colaborar con vosotros y me siento muy agradecido por vuestro cariño y vuestra amistad. La verdad que es una afición que me viene desde niño. De siempre me han gustado los toros, en todas sus manifestaciones artísticas, porque así me lo han transmitido mis padres. Cuando de niño veía los encierros de Pamplona en la tele, sentía una emoción y una fascinación muy intensas, que con el paso de los años no sólo no han disminuido, sino que han ido en aumento. Desde siempre soñaba, literalmente, con correr alguna vez un encierro de San Fermín y siempre es algo que he tenido en la mente, como un sueño por cumplir. Puedo decir que es uno de mis sueños cumplidos.

¿Cuándo fue tu debut en un encierro, y cuando en las calles de Pamplona?

Mi primer encierro fue precisamente en Pamplona. Es una historia curiosa. Viendo un día junto a mi madre un encierro de San Fermín por la tele, en el año 2015, justo cuando terminó le dije: “Mañana corro el encierro”. Era sábado. Llamé a varios amigos y familiares para que se viniesen conmigo, y cuando me preguntaban que cuando salíamos yo les respondía: “Hoy, después de comer”. Con tanta precipitación nadie pudo acompañarme, así que me fui sólo para Pamplona, en tren y sin alojamiento, mentalizado para correr al día siguiente, sin haber estado nunca allí.

Mi debut en Pamplona fue el domingo 12 de julio de 2015, con toros de Conde de la Maza. Al día siguiente también corrí el encierro con toros de Garcigrande y Domingo Hernández. Desde entonces he vuelto todos los años y con los de este año, ya son 16 encierros de San Fermín. Después de ese año 2015, he corrido otros encierros en Almodóvar del Campo, Villaseca de La Sagra o Valdemorillo.

¿Qué se siente? ¿Que sientes? Cuando habláis de adrenalina y de ese cúmulo de sensaciones parece que habláis de algo superfluo…

Para nada es algo superfluo. Es una sensación difícil de explicar. Es una experiencia mística que encierra dosis de miedo y de placer. Es una búsqueda de superar los propios límites, de superar el miedo, de intentar demostrarse a uno mismo que los límites no existen. Es un reto personal que se extrapola a la vida misma y al resto de nuestra existencia. Es una metáfora de la vida: asumir riesgos, afrontar los problemas, superar los miedos y mirarlos de frente para superarlos.

¿Cómo se gestiona todo esto para que las piernas y la motricidad te acompañe?

Cuando estás esperando a que lleguen los toros se siente miedo, mucho miedo, pero cuando los ves aproximarse el miedo desaparece y se hace el silencio. No se oye nada, a pesar del tumulto. El miedo se transforma en otra sensación imposible de explicar. Es como estar en un sueño. No eres consciente de los gritos ni de los empujones. Es una concentración máxima entre el toro y tú. Cuando después del encierro veo los vídeos y las fotos, entre tanta gente intentándose abrir paso con empujones y gritos, me sorprende que durante el encierro no soy consciente de ello.

Supongo que te preparas específicamente para ello…

Por supuesto. Son imprescindibles la preparación física y la preparación mental. Hay que estar ágil tanto física como mentalmente para ponerse delante de la cara del toro. Hay que comenzar la preparación física varios meses antes, y la preparación mental comienza justo al terminar el último encierro, pensando ya en el primero del año siguiente.

Además de ello, hay que conocer al toro, sus reacciones y su comportamiento en el encierro. Y por supuesto conocer el recorrido, hacerlo muchas veces andando y visualizarlo mentalmente, conociendo los detalles y los puntos de riesgo, tener muy claro qué tramo vas a correr y hacer el trazado adecuado. Cuanto menos improvisado mejor.

El tramo elegido es el de Telefonica y bajada al callejón, ¿por qué?

Porque creo que es donde mejores carreras se pueden hacer. En la curva de la zona vallada de Telefónica la manada suele ir menos agrupada, por lo que los corredores pueden aprovechar más los espacios entre los toros, aunque existe una zona de máximo riesgo en esa curva si se toma por el exterior, debido a la inercia de los toros. Precisamente es ahí donde más montoneras de corredores y de toros se producen. Por eso la importancia de conocer el recorrido y evitar tomar esa curva muy abierta. Yo aprovecho esa zona para analizar, en escasos segundos, cómo viene la manada e intentar meterme para coger toro.

La bajada al callejón (se nombra así porque es cuesta abajo) y la entrada a la plaza suponen el riesgo de que son zonas que se van estrechando, pero con una buena colocación y haciendo bien las cosas, es de los puntos más emocionantes e intensos del encierro, entrando en la plaza junto a los toros.

Los compañeros con los que compartes tramo supongo que ya te miran de reojo, cual torero consagrado mira con recelo al que viene arreando…

Poco a poco nos vamos conociendo de vernos todos los años. Con algunos coincido corriendo el mismo tramo y con otros al finalizar el encierro. Siempre nos deseamos suerte y nos damos un abrazo. Después del encierro comentamos qué tal nos ha ido y nos damos la enhorabuena, independientemente de si hemos cogido toro o no. Somos conscientes del riesgo y simplemente el hecho de superar un encierro es motivo de enhorabuena.

Viéndolos así de cerca y cada día estando más familiarizado con ese volumen de toro, ¿no te has propuesto nada con el capote y la muleta?

(Sonríe Diego…) Mis cositas hago de vez en cuando en el campo con vacas o erales, pero a puerta cerrada y entre amigos. De momento me conformo con eso, pero todo se andará… jejeje. El capote y la muleta siempre van preparados en el maletero del coche por si acaso.

Como buen conocedor del toro y sus procedencias, ¿cuál de ellas crees que es más óptima para disfrutar de la cercanía del toro y cuáles consideras más y menos exigentes?

En esto del toro dos más dos no siempre son cuatro. Después de estos años, percibo que en lo que más se diferencian unas procedencias de otras es en la velocidad y la rapidez de los toros, por lo que las procedencias más óptimas son las que menos velocidad imprimen al encierro. Hierros como José Escolar, Cebada Gago, Puerto de San Lorenzo o Núñez del Cuvillo, con procedencias muy dispares unas de otras, posibilitan carreras muy interesantes.

En los últimos años, los cabestros parecen lanzar a la manada con mayor velocidad y los toros demuestran que para la lidia actual deben estar preparados…

En los últimos años la velocidad de los encierros va en aumento, debido al entrenamiento previo al que es sometido el toro en el campo, lo que supone manadas muy agrupadas y muchas menos caídas de los astados y, por tanto, menos posibilidades y menos exigencia a la hora de correr. Cuando el toro va en manada, muestra una nobleza sorprendente. Sin embargo, el peligro y la mayor exigencia estriba cuando queda un toro rezagado y comienza a derrotar, cosa que ocurre con poca frecuencia en los últimos años.

Diego, desde este burladero de información taurina, que es tu casa, nos supone una tremenda satisfacción poderte dar públicamente la enhorabuena, por conseguir demostrar que todas las muestras de pasión desmedida que llevas a cabo por el mundo del toro se han visto traducidas en unas trepidantes carreras a escasos centímetros de este animal que tanto supone, aporta y significa en tu vida.

¡Muchas gracias y hasta pronto Torero!

Entrevista realizada por Víctor Dorado Prado

Fotos: © Manuel del Moral y archivo de Diego Ortega.