Interesante festival taurino el que se ha podido disfrutar en la agradable tarde de hoy en Carrión de Calatrava (Ciudad Real), donde se han dado cita la experiencia y veteranía del matador de toros alcazareño Aníbal Ruiz, tras su regreso a los ruedos la pasada temporada, con la juventud del daimieleño Carlos Aranda y la frescura del joven novillero Juan Robles, que sigue sumando paseíllos por las plazas de la provincia.

No estuvo de su parte la suerte para Aníbal Ruiz, quien se llevó el peor lote de la tarde carrionera. Recibió con buena disposición el de Alcázar al novillo castaño que abría plaza, posibilitándole, ya con la muleta, una faena de poder, desde la firmeza que le otorga la experiencia al torero del Corazón de la Mancha, destacando una tanda por naturales. Novillo soso en la embestida, sin emplearse y desarrollando peligro por el pitón izquierdo. Escaso de clase, que quedó camuflada por el gran oficio y el buen hacer del alcazareño. Mató de estocada caída que le valió para cortar una oreja.

En el cuarto bis pudimos ver al peor astado de la tarde. Un descastado jabonero sucio que salió despistado desde toriles, como despistada fue su embestida. Sin fijeza, con la embestida por las nubes, revolviéndose tras cada muletazo y sin terminar de someterse a los esfuerzos del torero por intentar meterlo en el canasto. Mató de 3 pinchazos y estocada casi entera. Silencio del respetable.

Mayores opciones tuvo el joven torero daimieleño Carlos Aranda, sobre todo con el segundo de su lote. Saludó de capote al negro bragado que hacía segundo de la tarde con despaciosidad en su compás. Ofreció el novillo una embestida descompuesta en la muleta, sin demasiada codicia y justo de fuerza.

Faena con buena predisposición y entrega del de Daimiel, que por momentos cuajó muletazos cargados de temple y lentitud. Estocada trasera y tendida que requirió el uso del descabello, cortando una oreja.

Se cumplió la expresión de “no hay quinto malo” en esta tarde primaveral. Otro jabonero sucio, calcado de capa a su hermano de camada que le precedió, pero completamente diferente en su comportamiento. Un novillo con muy buena condición y con dosis de buena clase, con el que supo acoplarse y poder expresar su concepto de toreo el daimieleño, ofreciendo tandas de bella factura. Lástima al ejecutar la suerte suprema, con una estocada muy caída, pero que no emborronó su buen hacer con los lienzos. El público le recompensó con dos apéndices.

Muy arropado por sus paisanos de Fernancaballero estuvo el joven novillero Juan Robles. Un jabonero sucio (de los tres que portaban tal pelaje) saltó de toriles en tercer lugar. Un buen ejemplar que desprendía destellos de nobleza y buenas hechuras, aunque éstas no fuesen acompañadas de la fuerza deseada. Algo corto en la embestida en los inicios de muleta, que el joven novillero fue embarcando poco a poco en cada tanda hasta lograr muletazos para el disfrute del propio novillero fernanduco y del público asistente. Faena de entrega, con detalles por pulir (lógico para quien está empezando en este difícil oficio), pero plagada de pasión y con la ilusión propia de quien aspira a ser matador de toros.

Deparó una estocada trasera seguida de un descabello, que le sirvió para pasear las dos orejas y el rabo de su único novillo, que fue premiado con la concesión de la vuelta al ruedo en el arrastre.

Ficha del festejo:

Plaza de toros de Carrión de Calatrava (Ciudad Real).

Tres cuartos de entrada en tarde primaveral.

Festival taurino. Novillos de Víctor y Marín (Fernancaballero), de buena presentación, aunque de juego desigual, destacando el quinto de la tarde que fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Aníbal Ruiz: una oreja y silencio.

Carlos Aranda: una oreja y dos orejas.

Juan Robles: dos orejas y rabo.

Crónica y foto: Diego Ortega