Hubo interés y emoción en el ruedo pero lo mejor de la tarde fue ver en el Palco Real a S.M. el Rey D. Felipe VI.

En la tradicional corrida de la prensa la mayor sorpresa nos la llevamos S. M. El Rey apreció en el Palco Real, los tiempos ven cambiando pues en tiempos en los que El Rey Emérito asistía a esta corrida especial lo hacía ocupando una barrera del tendido 10 habitualmente, pero sea como fuere siempre es una satisfacción contar con tan egregia presencia en una corrida de toros.

Cuando hoy nos dirigíamos a la plaza, todos los aficionados comentábamos que hoy o nada porque la feria que llevamos es de aúpa.

Se tenían todos los ingredientes para que el guiso saliera a pedir de boca, por un lado los toros de Victorino Martín y por otro los protagonistas de un mano a mano con grandes alicientes pues se suponía que eran toreros muy capaces de hacernos pasar una gran tarde de toros, pero ya he dicho que se suponía pues al fin y a la postre cualquier parecido a la realidad ha sido mera coincidencia.

Ha sido el encierro de Victorino muy complicado, difícil y duro que en muchos pasajes de la tarde no hizo recordar, salvo algunas diferencias, a las que en otros tiempos traía por estos lares su anterior propietario D. Victorino Martín Andrés y que le hacían sentirse orgulloso de que con sus toros no pudiera cualquiera pero eso eran otros tiempos y ¿por qué no decirlo? otros toreros y no quiero decir nombres pues a buen entendedor pocas palabras bastan.

Los pupilos de esta ganadería de sobra es sabido que no suelen regalar nada en sus embestidas pero cuando lo hacen son especiales aunque para eso tienen que estar muy decididos los toreros, con mucha firmeza y con mucho poder en el manejo de los engaños y parte de eso hemos echado de menos el día de hoy en los actuantes. Hay que conocer bien como son estos animales y los toreros lo sabían y si lo sabían no se llega a entender tal desbarajuste en las lidias, en las suertes de varas en la que casi todo se hizo a la contra pues se le dio fuerte al que no lo necesitaba y poco y mal al que había que darle. Dejar cruditos en el caballo a estos toros para que lleguen al tercio de muleta con posibilidades está bien siempre y cuando luego puedas con ellos si después no puedes no te arrepientas de lo que has permitido antes. Ya he dicho antes que se ha picado mal, se ha banderilleado fatal y se ha lidiado de igual manera y no quiero decir más pero es que entre los astifinos y asaltillados pitones y el hierro de la A coronada hay un toro al que hay que tratar sin mirar tanto a esas dos premisas para que el silogismo sea perfecto. ¿Que no han humillado? es verdad, ¿que se vuelven sobre las manos? también es cierto pero es una de las características de la casa, ¿que saben que se dejan algo atrás? también, ¿que los toques deben ser suaves? ya se sabe que también pero sabiendo todo esto hay que decir que no se puede esperar que estos toros cambien de un momento a otro ya que desde la salida marcan casi de forma inequívoca lo que van a hacer durante toda su lidia y en base a ello hay que plantear lo que hay que hacerles y hoy pues eso, que ni eso. No quiero seguir por ahí porque me voy cabreando por momentos al recordar lo que pudo haber sido y no fue. Ah se me olvidaba, todos los toros llegaron a su último segundo de vida con la boca cerrada y eso es por algo.

Mano a mano entre El murciano de Lorca Paco Ureña y el sevillano de Espartinas Borja Jiménez.

Echa las manos por delante el primero de la tarde en el capote que le muestra su matador, un toro veleto, bajo, muy serio que acude dos veces al caballo y El Lorquino pide el cambio pero que D. José María Fernández no concede desde el palco presidencial debiendo acudir el toro una tercera vez aunque no se emplea en ninguna de las tres varas acometiendo posteriormente de forma muy violenta en banderillas.

Brinda Paco Ureña su labor muletera a S. M. El Rey para después intentar una faena basada sobre la mano derecha soportando los continuos cabezazos del animal. En uno de estos a punto está de hacer presa al enganchar la pierna del torero afortunadamente sin consecuencias. El toro mansea cada vez más a medida que transcurre la faena e incluso se queda debajo cuando Ureña le presenta la muleta con la mano izquierda y la cosa esta vista para sentencia. De dos pinchazos y estocada desprendida y tres descabellos acaba el de Murcia con el primero de la tarde, no sin antes escuchar dos avisos. Silencio.

Se hace presente Paco Ureña para parar al tercero de la tarde, animal cornipaso hecho cuesta arriba y muy alto que embiste con fijeza al capote, toda la corrida se ha quedado de salida en los capotes. En el tercio de varas pasa desapercibido al no emplearse casi nada y que espera descaradamente a los banderilleros en el segundo tercio.

Tras sacarse al toro en terrenos más allá de la segunda raya comienza con la mano izquierda tratando de conducir las embestidas por abajo pero es con la derecha cuando Ureña consigue enlazar varios muletazos limpios y de mucho mérito pues el toro muestra cierta humillación al seguir la muleta cuando el murciano se cruza con él. Buen final de faena por naturales culminados con una estocada de efecto rápido. Petición con no muchos pañuelos y tras el arrastre es instado el matador a dar una vuelta al ruedo sin protesta alguna desde los tendidos.

El quinto es un toro con mucho cuello y degollado de papada que acude con alegría y entrega al capote de Paco Ureña pero con la cabeza a la altura de la esclavina. Tres varas recibe empujando solo con un pitón en la primera, al relance la segunda y saliendo de najas en la tercera. El segundo tercio es un trámite solamente.

De manera genuflexa y aprovechando la inercia de los primeros viajes inicia el torero su labor muletera para con posterioridad conseguir sobre la mano derecha los muletazos más templados de toda la tarde. La condición del toro es echar siempre la cara arriba después de cada embroque lo que desluce un tanto los muletazos. Con la muleta en la izquierda el toro le mide a Ureña cada vez que va iniciar una embestida que se piensa. Pinchazo y estocada dan con el toro en tierra. Silencio.

Es el turno de Borja Jiménez cuando salta al ruedo el segundo de la tarde, un cárdeno como todos, basto de hechuras y el de más peso de la tarde al que el torero recibe por verónicas de buena ejecución. Manda el matador que no castiguen al toro en varas, lo que a mi parecer creo que de forma equivocada y que el animal tampoco pone mucho de su parte en el peto e incluso acude al relance en la segunda ocasión. Que pocos toros se han puesto en suerte durante toda la feria.

Pasa otro tercio de banderillas desastroso como en casi toda la corrida y Borja toma la muleta para dirigirse a brindar el toro al Rey.

El toro llega brusco y fuerte al trasteo inicial de Borja y algunos nos temíamos que se había equivocado en las órdenes dadas a su piquero en el primer tercio y no nos equivocamos. El animal se siente dueño de la situación y comienza a desarrollar peligro en cada una de sus embestidas que a veces ni llegar a hacer. Los aceros no le funcionan y después de dejar media estocada se atasca y mucho con el verduguillo. Silencio.

Playero y bajo es el cuarto de la tarde, menos asaltillado y más Albaserrada de tipo al que el de Espartinas recibe con el capote llevando al toro con capotazos sobre los pies hasta los terrenos del medio que no puede rematar adecuadamente. Pelea aceptable en el caballo aunque empujando solo con un solo pitón en su primer encuentro y cobrar de lo lindo en el segundo al quedarse dormido en el peto. Galopa en banderillas pero como en toda la tarde no hay lucimiento por parte de los rehileteros.

Con cierta debilidad llega el toro a la muleta perdiendo las manos en los primeros compases y citar el matador con suavidad para conseguir algunos muletazos en los que el toro no acaba de pasar y saliendo con la cara por las nubes. A pesar del esfuerzo la faena no toma altura y no llega a los tendidos. Se echa el sevillano la muleta a la mano izquierda y consigue algún muletazo de buena factura pero poco más se puede hacer. Estocada al primer intento que algunos dicen que desprendida y yo digo que baja, el caso es que fuera como fuera el toro queda listo para el tiro de mulillas.

El sexto y último es el toro de menos peso de la corrida que pasa en el capote de Borja con el hocico a la altura de la esclavina la lidia es un lío y lo que hace el animal en el caballo es emplearse como un intermitente, ahora sí, ahora no, sobre todo en el primer puyazo, empujando con un poco más de clase la segunda vez. En banderillas pues ya saben cómo todos los segundos tercios de la tarde, nada de nada.

Rectificando a cada momento la colocación tiene que plantear su faena Borja Jiménez pues el toro no tiene voluntad de repetir embestidas, no quiere regalar nada y además molesta un poco, bueno un poquito el viento, y como el animal no le va hacer de colaborador para desarrollar una faena que tomara los vuelos deseados por el matador, este decide cortar por lo sano y coger la espada de acero. Pinchazo y media estocada son suficientes para terminar este festejo denominado Corrida de la Prensa.

Para terminar la crónica de hoy decirles algunas cosas como que esta tarde han vuelto a escucharse cuatro avisos más ordenados desde el palco y ya van muchísimos. Otra, es vergonzosa la actitud de los monosabios saltando en masa al ruedo para defender al caballo cuando este está en pie y con el picador montado sin problema aparente estorbando incluso, en ocasiones, la movilidad de los toreros y con el beneplácito de los alguacilillos, delegado de callejón y el Presidente del festejo. Otra es que menos mal que los japoneses que acuden cada tarde a la plaza , que son muchos, no se han enterado del nombre del tercer toro de esta tarde porque nos podían haber metido en un conflicto diplomático del que nos tendría que haber sacado el Ministro de Cultura, Japonés se llamaba.

Para finalizar solo decir que las mayores ovaciones de la tarde han sido al principio del festejo a la llegada de S.M. El Rey y al finalizar el mismo cuando abandonaba el Palco Real.

Y no me voy a mojar en eso de si los toreros han estado por encima de los toros o no pero si lo digo será por algo.

Mañana más y mejor.

Crónica: Tomás Mata Menchero

Foto: © Alfredo Arévalo (Plaza 1)

Plaza de toros de Las Ventas. Toros del hierro de Victorino Martín. Lleno de no hay billetes.

Paco Ureña, silencio tras dos avisos, vuelta al ruedo tras aviso y silencio.

Borja Jiménez, silencio tras aviso, silencio y silencio.

Actuó de sobresaliente el matador de toros salmantino Álvaro de la Calle.

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