Miguel Ángel Perera y Emilio de Justo pasean una vuelta al ruedo y el extremeño sufre una fuerte voltereta que nos hizo recordar la grave cogida sufrida hace unos meses en esta misma plaza.

De nuevo reventón en los tendidos por la expectación que había despertado la terna de matadores y lo que pudieran traer dentro los toros anunciados para el día de hoy y a fe que lo acontecido en el ruedo no defraudó en absoluto a pesar de ser un festejo en el que no se cortaron trofeos.

En los chiqueros seis toros de la sevillana ganadería de La Quinta propiedad de Don Álvaro Martínez Conradi que a tenor de los pesos que se anunciaron por la mañana durante el apartado a algunos aficionados nos parecían demasiados kilos para su procedencia de Santa Coloma, si bien hay que aclarar que la rama de la que derivan estos toros es por la línea de Joaquín Buendía y no por la de Albaserrada por lo tanto ese esqueleto puede soportar algo más de peso que los de esta última.

La corrida, toda ella cinqueña, estuvo bien presentada, con algunos animales de preciosa estampa, cárdenos como corresponde al pelaje de su origen, de encornadura típica de sus caras, dicho todo esto a excepción del sexto que se salió de tipo en todos los aspectos ya que era un auténtico mastodonte.

El comportamiento fue el que nos tiene acostumbrados, no regalan ninguna embestida, se hacen los distraídos sabiendo donde está cada uno de los toreros en todo momento, mirando constantemente por encima de los tableros si bien han pecado de falta de humillación y sobre todo costándoles demasiado desplazarse hasta el final y con tendencia más a las tablas que a los medios. Así y todo tuvieron interés y nadie perdió ripio de lo que acontecía en el ruedo.

Miguel Ángel Perera, Emilio de Justo y Ginés Marín eran los encargados de dar lidia y muerte al encierro. Muchos de los asistentes en los tendidos alardeaban de ser una terna de extremeños y por eso se habían desplazado desde esa región pero hay que aclarar que si bien Perera y Emilio de Justo si son de Extremadura, de Puebla del Prior (Badajoz) y Torrejoncillo (Cáceres), Ginés nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) aunque todos sus ascendientes familiares sean de origen extremeño.

En un alarde de declaración de intenciones se va Miguel Ángel Perera capote en mano a porta gayola a recibir al primero de la tarde ejecutando una larga airosa a un toro largo, serio, rematado y un punto veleto que no hace buena pelea en varas y saliendo soso del encuentro con el varilarguero, en banderillas empieza a galopar sorprendentemente pero siempre con la cara a media altura.

Muleta en mano inicia Perera su labor, el toro marca tendencia a terrenos de tablas pero el torero lo guía con limpieza y largura en unas series en las que al rematar, el animal muestra ciertos síntomas de mansedumbre dirigiéndose a la puerta de chiquero. Miguel Ángel le deja escoger al toro el terreno y allá donde se paró plantea una faena con unas series de naturales de gran calado, el trasteo sube de tono ante las irregulares embestidas del burel y además tiene mucho mérito lo que el matador realiza. Faena de largo metraje pues suena el primer aviso cuando aún el torero no había cambiado las espada de ayuda y eso se paga a la hora de matar. Pinchazo, estocada perpendicular y descabello al segundo intento dieron con el toro en tierra tras escuchar otro recado presidencial. Ovación.

Se hace presente en la arena el cuarto toro de la tarde, segundo del lote de Miguel Ángel Perera, un toro fino de cabos, astifino, con ese hocico de rata que demuestra su procedencia santacolomeña y que se queda muy corto ante el capote que le ofrece su matador, no tiene fijeza alguna y gazapea en exceso. Poca pelea ofrece en el tercio de varas y tardea o se hace el distraído en banderillas.

Montera en mano se dirige Perera a brindar el toro a Alberto Núñez Feijóo que ocupaba una barrera del tendido 10 e inicia una faena de mucha exposición pues al toro le cuesta salirse de los muletazos y viene midiendo y gazapeando pero el de La Puebla del Prior se impone a las dificultades exhibiendo una técnica impecable y de gran dominador, sencillamente perfecto. Esta vez la faena no alcanza el metraje de la anterior y tras coger el acero receta una estocada trasera y un tanto desprendida en un volapié de mucha derechura. Petición de oreja que a criterio de Don Eutimio Carracedo, Presidente del festejo no concede dando Perera una vuelta al ruedo que no es mal premio.

Inicia Emilio de Justo su labor capotera al segundo de la tarde, un toro de hechuras propias de su procedencia, con mucho cuello y lomo rectilíneo con una serie de verónicas rematadas con una media de auténtico cartel. No hace mala pelea el toro en su encuentro con las huestes montadas empujando con la cara abajo. Quite del de Torrejoncillo por chicuelinas de factura extraordinaria rematadas con una bellísima media.

A la muleta llega el animal justito de entrega y pensándoselo mucho, Emilio ejecuta unas series de trazo limpio con la mano derecha a pesar de que no remata el toro los finales. Irreprochable la actitud del torero y una colocación perfecta pero no hay más que sacarle al animal. Iguala Emilio al toro y de estocada desprendida acaba con la vida del el soso burel.

El quinto de la Quinta es un toro de largas defensas, precioso de hechuras, serio y chatito que despierta la admiración de los asistentes y rompen a aplaudir. No puede lucirse Emilio de Justo con el capote pero coloca al toro en suerte y este empuja en el caballo con la cara muy abajo, hay “rum rum” en los tendidos después del tercio de banderillas en previsión de que algo gordo puede pasar.

Doblones iniciales en la labor muletera pero al toro le cuesta salirse de la muleta una vez que inicia los embroques, firme el torero exige al toro para intentar domeñar unas embestidas que no deja claras el animal hasta que en una de estas el toro le voltea de forma escalofriante y busca al torero con saña en el suelo, nos temimos lo peor recordando el calvario que pasó este torero para recuperarse de la cogida sufrida el famoso día de su encerrona de hace dos años. Se repone del susto Emilio de Justo y pega unas series de naturales citando de frente que hacen que la plaza sea un clamor, se entrega abandonándose y continúa con la izquierda con unos muletazos que tardarán tiempo en borrarse de la retina de los que allí estábamos. Emoción, mucha emoción, público en pie, faena cumbre, pero…. Cuando Emilio se saca al toro a los medios para ejecutar la suerte suprema todos empujábamos la espada con él y logra enterrar todo el acero pero la colocación es trasera, tendida y un punto atravesada que necesita hasta cinco veces del uso del verduguillo, ¡joder, joder!, no puede ser, suenan dos avisos antes de atronar al toro pero el público no olvida y a falta de premio gordo se le obliga a dar una vuelta al ruedo clamorosa. Hay Puertas Grandes de faenas que pasan al olvido y faenas sin premio que jamás se olvidarán y esta será una.

Había muchísimas ganas de ver de nuevo a Ginés Marín en la que él mismo denomina su plaza y la verdad no es que haya defraudado pues de sobra sabemos la actitud de este torero pero no ha tenido suerte con el lote que le ha correspondido y así no puede ser.

El tercero de la tarde al que recibió Ginés con una larga cambiada perfecta de rodillas a porta gayola era un toro con cara de serio y mirada de espabilado, bajo de hechuras al que después de la larga citada anteriormente le siguieron una tanda de verónicas muy templadas. Desmosta al padre del matador en su primera acometida al caballo pues ese es el parentesco que tienen matador y picador aunque después no se le castiga en demasía en los encuentros siguientes.

Se va apagando el animal a medida que va pasando la lidia y llega a la muleta sin empuje pero Ginés logra a base de templar las embestidas que el toro pase pero sin transmisión alguna. Insiste el torero una y otra vez molestado por alguna racha de viento pero el toro no vale para prestar mucha atención a la pulcra labor del matador ante lo cual coge la espada de verdad y a él que si hay algo que le caracteriza es su forma de matar y muy bien, pues ni eso, pinchazo hondo y descabello necesitó para acabar con el deslucido toro. Silencio.

Mastodóntico de grande y fuera de tipo era el sexto de la tarde, un toro impropio y hasta feo que por no andar no andaba de frente siquiera al que Ginés para con el capote sin poder lucirse y que en el tercio de piqueros sale huyendo y aunque pensábamos algunos que no se iba a mover sí que lo hace pero a su aire y sin entrega.

Poco se veía que podría hacer el nacido en Jerez en el tercio de muleta. Trata Ginés de aprovechar de alguna manera la inercia del toro situándose entre las rayas y a pesar de que el trasteo tiene limpieza y largura cuando el matador lo pasa al natural, lo vivido con anterioridad hace que la labor muletera no tenga repercusión en los tendidos y de esta guisa y desencanto de Ginés Marín opta este por coger la espada cobrando al primer intento una estocada muy defectuosa enhebrada, logrando enterrar el acero al tercer intento. Silencio.

Reseñar que El Algabeño saludó una gran ovación desmonterándose tras parear al segundo de la tarde.

Ah y otra cosa me parece perfecto que cuando haya un percance salgan los compañeros a socorrer y auxiliar al torero que lo ha sufrido pero que lo hagan a cuerpo limpio y desmonterados no está bien pues eso puede restar importancia a lo que ellos mismos puedan hacer con los engaños en la mano en su turno de actuación y más aún cuando lo hace el director de lidia pues este sí que debe estar con el capote y la montera puesta en el burladero. Esto no es un encierro de las calles, esto es la plaza de las Ventas y las formas y la liturgia de la tauromaquia hay que cumplirlas a rajatabla.

Esto ha sido todo por hoy. Mañana corrida de rejones y el señor director de Cargando la Suerte me concede el día libre.

El domingo más y mejor. ¡Ojo que vienen los Miuras!.

Crónica: Tomás Mata Menchero

Foto: © Alfredo Arévalo (Plaza 1)

Plaza de toros de Las Ventas de Madrid. Séptimo festejo de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de La Quinta, muy bien presentados.

MIGUEL ÁNGEL PERERA, ovación tras dos avisos y vuelta al ruedo tras aviso.

EMILIO DE JUSTO, ovación y vuelta al ruedo tras dos avisos.

GINÉS MARÍN, silencio tras aviso y silencio.

Incidencias: El Algabeño saludó una ovación tras parear al segundo.

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