Polémica Puerta Grande de Emilio de Justo que desorejó al quinto de la tarde al que el palco también de forma excesiva le premió con el pañuelo azul y vuelta al ruedo.

El ambiente de tarde grande que se respiraba en los alrededores de la plaza antes del comienzo de la corrida era espectacular y para nada hacía presagiar la cantidad de atrocidades en que iba a derivar el desarrollo de la corrida.

Los toreros que componían el cartel, Morante de la Puebla, Emilio de Justo y Tomás Rufo debían ser los protagonistas principales de una gran tarde de toros y de una forma u otra lo fueron como ya explicaré más adelante, pero de repente surgió un personaje que eclipsó el protagonismo de los tres matadores D. Eutimio Carracedo Pastor, Presidente del festejo, una persona indigna de ocupar un puesto tan importante como es el de presidir los festejos de la Plaza de Las Ventas pues con las decisiones que ha tomado a lo largo de la tarde a base de sacar pañuelos, ha quedado demostrado su falta de afición, desconocimiento en el aplicación del Reglamento y lo que es peor, unas tomas de decisiones totalmente arbitrarias y por su propia cuenta tanto en la concesión de trofeos en forma de orejas en faenas que no eran merecedoras de tales trofeos, como la de sacar el pañuelo azul para que al arrastre del quinto de la tarde se le diera la vuelta al ruedo a un toro que ni con mucho se había hecho acreedor de tal galardón a tenor de su comportamiento durante la lidia.

Señor Presidente, ¿quién le pidió de toda la plaza que sacara el pañuelo azul?, ¿qué criterio como aficionado siguió usted para conceder la vuelta al ruedo a un toro que de ninguna manera cumplió lo mínimo exigido a un toro de lidia para que los mulilleros destocados hicieran que el tiro de mulillas pasearan al animal por el ruedo de forma lenta y respetuosa?, las cosas no son así y menos en esta plaza o ¿quería usted erigirse en competidor con otras plazas mucho más triunfalistas que todos conocemos?. D Eutimio esto son Las Ventas, la primera plaza del mundo y usted con sus arbitrariedades dictatoriales la ha degradado esta tarde o ¿acaso ha seguido directrices dadas desde el callejón por parte de la empresa?. Dimita usted, váyase, deje su sitio a otro que sea un buen aficionado y si lo que le pone es presidir, hágalo en su comunidad de vecinos y déjenos en paz ya que con su actitud, esta tarde bien podría haber ocasionado un problema de orden público y eso no está bien por su parte, dicho todo esto sin entrar a valorar lo que con su consentimiento y responsabilidad se aprobó esta mañana en los corrales permitiendo que saltaran al ruedo toros impropios de esta plaza.

Ahora vamos a hablar de toros. Se han lidiado seis bureles de la ganadería salmantina de Garcigrande, terciados casi todos en lo que a morfología y tamaño se refiere aunque a algunos les tapaba la cara, de juego totalmente desigual, impresentables 1º y 3º, medianamente aceptables el resto y de mejor juego el anovillado 3º y el corrido en 5º lugar, si el de la vuelta al ruedo, pero sin ser nada del otro mundo.

Morante de la Puebla llegó, anduvo por la plaza y se marchó, eso si portó un terno negro y plata precioso.

El lote del cigarrero fue infumable, malo de solemnidad y sin opciones ningunas para el del rabo de Sevilla, tanto fue así que planteó las dos faenas, por decir algo, con el acero desde el principio viendo las nulas opciones que le iban a ofrecer. Estuvo el de La Puebla horrible con los aceros, a su primero con media espada y un sin fin de intentos con el verduguillo, yo perdí la cuenta, hasta que acertó al último intento y a su segundo, cuarto del festejo, con no menos número de pinchazos hasta que el toro se echó. Bronca y algo parecido fue su cosecha final.

Se esperaba con mucha expectación la vuelta a Madrid de Emilio de Justo, tanto era así que al deshacer el paseíllo se le obligó a saludar desde los medios en recuerdo del percance que sufrió en su última visita a esta plaza. Se le notan aún al de Torrejoncillo ciertas secuelas a la hora de componer la figura y colocar el cuello pero este torero sabe bien lo que se hace, con su primero lo intentó pero ni el toro tenía calidad, ni entrega e incluso él no arriesgó demasiado, aún así sacó algún muletazo limpio pero poca cosa , lo despachó dignamente sin más.

El quinto era otra cosita pero no para tirar cohetes y ahí Emilio se esmeró más sacando series de muy buen trazo con la diestra aprovechando a veces la inercia del toro y otras conduciendo las embestidas más lento y templado. Faena de más a menos y que con la izquierda quedó inédita por las condiciones del animal, estocada entera y caída que dio con el animal a tierra, éxtasis general, flamear de pañuelos que baja de manera ostensible una vez concedida la primera oreja pero al señor del palco le parecía poco y sacó otro pañuelo blanco concediendo otra oreja a una faena culminada con la mala colocación del acero, dos orejas y Puerta Grande pero ¿cómo va a quedar solo en eso?, pues pañuelo azul y vuelta al ruedo al toro, despropósito tras despropósito. ¡Ay D. Eutimio, D. Eutimio!.

El tercero en discordia Tomás Rufo también llegaba a Madrid con sus tres orejas y su correspondiente Puerta del Príncipe sevillana, pero el diestro del toledano pueblo de pepino cuya carrera llevan entre algodones los Lozano y que no suele defraudar casi nunca, que cuenta por grandes triunfos todas sus actuaciones incluidos los de aquí y que cuenta con un gran número de seguidores allá donde vaya, hoy le hemos notado algunas carencias más de carácter técnico que de entrega, ya que esto nunca se lo podremos reprochar.

Con su anovillado colorado que fue su primero y con nombre de número “cuarenta y tres” se llamaba, realizó una faena pulcra pero sin profundidad, alguna serie aceptable pero sin las apreturas de otras ocasiones tanto con la derecha como con la zurda, muletazos templados unos y otros no tanto alternando alguna cosa buena con otras un tanto vulgares pero eso si, cobró una buena estocada y afloraron los pañuelos en los tendidos, no sé si con mayoría o no pero se le concedió una orejita de las baratas para Madrid.

Empeñado en acompañar a De Justo en su salida en volandas planteó al sexto un trasteo muletero en la zona de los tendidos más orejeros pero ni el toro era claro en sus acometidas ni seguramente él le administró la técnica, colocación, temple y mano baja que el toro podía pedir, dos pinchazos previos a una estocada en buen sitio acabaron con sus aspiraciones de Puerta Grande entre el desencanto de sus seguidores.

Y esto es lo que ha dado de sí la tarde de hoy, poco más, nada con los capotes, puyazos a la remanguillé, ojales en la piel de algún toro y destacar a Fernando Sánchez en banderillas pero no tanto como otras veces y a Morenito de Arles en el quinto.

Mañana más y mejor.

¡Ah! Se me olvidaba VÁYASE SR. PRESIDENTE D. EUTIMIO.

Crónica: Tomás Mata Menchero

Galería fotográfica: ©Plaza 1