Marcó un antes y un después en la historia del rejoneo. Don Ángel Peralta Pineda nació en La Puebla del Rio allá por 1925, un 18 de marzo. En el año 2.013 recibió la Medalla de la Bellas Artes, así como diversos reconocimientos como la Cruz al Mérito Civil en 1992 o la Cruz de la Beneficencia en 1979.

Un maestro en el mundo del caballo, por su tacto ecuestre, su elegancia en todo lo realizado a caballo, demostrando en cada acción que D. Ángel estaba tocado por esa varita mágica que toca a los mejores, a los elegidos, a los numero uno. Había nacido para montar a caballo, y torear aportando al rejoneo una transición que marcó una época, siendo quizá esta una de las más importantes de la historia de la tauromaquia.

Tras una larga carrera marcada por grandes logros y numerosos triunfos en todas las plazas de toros más importantes del mundo, como aquella famosa actuación en Sevilla en la que cortó un rabo o las realizadas en Madrid, plaza que consideraba muy suya y donde llevó a cabo grandes actuaciones.

Tras un grave percance en 1990 llegó su forzosa inactividad en los ruedos dedicándose entre otras actividades ganaderas y equinas a impulsar la carrera de la rejoneadora Lea Vicens, la cual fue criada taurinamente por el que llamaron «Centauro de las Marismas». En su finca de La Puebla del Rio «Rancho el Rocío» acogió también al que a día de hoy lidera el toreo a caballo Diego Ventura, el cual vertía estas declaraciones en sus redes sociales: ´Por él decidí hacerme rejoneador. Él fue quien me montó por primera vez a caballo. Toda una vida con Don Ángel, en su finca, donde pasé mi niñez y me convertí en lo que soy hoy día. Hoy se ha ido la referencia, el espejo, el Maestro. Hasta siempre don Ángel Peralta´.

En Ciudad Real tuvo numerosas y triunfales actuaciones, pisando por última vez el coso capitalino el pasado agosto, la tarde de feria en la que actuó «su Lea Vicens» a la que siempre ha acompañado allá donde la rejoneadora hiciera el paseíllo.

La sensibilidad de Don Ángel era la cualidad que inundaba su persona, y la misma se vio reflejada en todas las aportaciones a la tauromaquia del centauro de La Puebla. Un romántico del toreo, un sabio del caballo, y una autentica e indiscutible figura del toreo a caballo por los siglos de los siglos, al cual le gustaba plasmar en verso sus vivencias taurinas. Con uno de sus poemas ponemos el broche a estas líneas desde las que mandamos a toda su familia y seres queridos nuestro más sentido pésame.

 

¡¡Don Ángel, Maestro, Genio, Fenómeno… encare su garrocha por ese corredero eterno de las marismas y ceda la mano en un galope de gloria con su caballo «Mejanes» que ya la Virgen del Rocío lo tendrá por siempre en su gloria!! Descanse en Paz.

 

Galopaba tras el toro
con la garrocha en la mano
de pronto se me embrocó
y ante el medio de aquel
llano a mi caballo mató.

Aún salvarle quería
con una herida mortal
a caerse resistía
para poderme salvar 
del toro que nos seguía.

Con un relincho de pena, 
me dijo su último adiós 
sólo a mí me consoló
saber que a la jaca buena
también se la lleva Dios.»

(Fragmento de un poema de D. Ángel Peralta)

Víctor Dorado Prado